lunes, 28 de diciembre de 2009

Una interesante historia de (des)amor

La opera prima de Marc Webb, (500) Days of Summer, es otro inteligente film del siglo XXI que demuestra que a partir de una historia de relaciones amorosas se puede lograr una obra muy rica en tanto al lado visual e intelectual cinematográficamente como también por el lado de una atrayente narrativa.
No sería descabellado pensar que el film de Webb completa una serie, justo a fines de la década, con Le fabuleux destin d'Amélie Poulain (2001) de Jean-Pierre Jeunet y Eternal Sunshine of the Spotless Mind (2004) de Michel Gondry. Las tres películas poseen mucho en común, a partir de lo expuesto anteriormente como en su propuesta tanto para un público erudito como masivo, cuestión que hace probable que con el tiempo estas clase de obras, a pesar de de ser muy buenas e interesantes, terminen siendo un tanto sobrevaloradas.
Pero volviendo específicamente a (500) Days of Summer, el film narra la historia de amor y desamor entre Tom (interpretado por Joseph Gordon-Levitt) y Summer (Zooey Deschanel). La narración se basa en contar desde el momento en que él descubre a su chica soñada en dónde todo lo que siempre imaginó como “ideal” se cumple a través de su relación con ella; como también las peleas, recriminaciones y la posterior separación.
No por nada, en un principio, se dijo que el film de Webb es rico a lo que a lenguaje cinematográfico se refiere. (500) Days of Summer es conjugado brillantemente por un llevadero guión de Scott Neustadter y Michael H. Weber, como por la ingeniosa narrativa no lineal que hace saltar de un día a otro de la relación entre ambos, ya sea desde el momento en que se conocen y todo es mágico, hasta las más feroces discusiones, que a través de los distintos hilos temporales, le darán un toque más atrayente a los hechos que se irán intercalando, ya sean en el día 1 o en el 495 del tiempo que mantuvieron juntos.
Entre todas sus virtudes, hay que decir que la película esta llena de recursos que la enriquecen, como la inclusión de dibujos animados y la utilización del falso documental bien al estilo Annie Hall de Woody Allen; como con distintos juegos con la imagen, desde ir del color al blanco y negro, como degradar la fotografía al dibujo y distintas animaciones, divisando ahí la importancia de que Tom sea arquitecto y sobreestime sus diseños al pasar varios años trabajando en una compañía de tarjetas de regalo. También hay que darle un crédito extra a una excelente escena en dónde se opta por dividir la pantalla en dos, y en una se muestran las expectativas del protagonista, en tanto que en la otra la misma acción, pero a través de la triste realidad.
Como en Le fabuleux destin d'Amélie Poulain y Eternal Sunshine of the Spotless Mind, las actuaciones de los protagonistas producirán que los espectadores se sientan identificados con los personajes, los cuales en este caso resultan más que entretenidos y encantadores, para redondear que las interpretaciones de Gordon-Levitt y Deschanel sean mas que confortantes.
Pero a parte de un gran film, (500) Days of Summer, es un homenaje a la historia del rock británico con citas que rondan desde The Beatles, pasando por los Sex Pistols hasta The Smith. También el entorno musical del film, que siempre abunda entre el rock y lo indie, abarcará temas de grandes artistas como Simon & Garfunkel, Pixies, Regina Spektor y Carla Bruni. Un momento interesante y llamativo de la obra, encaminado a su extensa consideración a la música, es cuando Tom y Summer discuten en un local de discos sobre quién fue el mejor beatle, manifestando ella su amor por Ringo Starr, reconocido popularmente como el menos popular de los cuatro de Liverpool.
Por otro lado, también es para destacar el homenaje que Webb le hace al cine mismo, desde situaciones muy al estilo de la Nouvelle vague y los primeros films de Jean-Luc Godard y François Truffaut, como a Det sjunde inseglet (El séptimo sello) de Ingmar Bergman. Mucho de esto se producirá a partir de la alusión al cine dentro del cine, en divertidas escenas en una sala cinematográfica dónde, a parte de ser espectador, Tom aparecerá en la pantalla de la película que está observando.
En conclusión, (500) Days of Summer es una interesante película, que aunque tenga algunos típicos clichés del género, demuestra que es un film muy rico a nivel visual e intelectual, que podrá atraer a diversos públicos a través de un film, que como remarca Webb, no es una historia de amor, sino que simplemente destaca diferentes matices de tal sentimiento.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Fuerza natural en el Ciudad de la furia


El recital que brindó Gustavo Cerati el domingo 20 de diciembre le dio un cierre más que digno a lo que fueron las presentaciones en el Club Ciudad de Buenos Aires, ya que es de conocimiento público que este escenario no recibirá más shows musicales debido a las constantes quejas de los vecinos de la zona.
El ciudad ya se había convertido en un escenario clásico, dónde rondaron importantes bandas como Radiohead, The Mars Volta y R.E.M., entre otros; y en este caso el ex Soda Stereo presentó su última placa, Fuerza natural, refiriéndose al caso: “¿Cómo está el volumen? Saludos a los vecinos; o sino pongan más lugares para tocar”.
Como era de prever, el show arrancó a todo volumen, en un primer set dónde Cerati presentó los temas de su nuevo disco, pasando primero por lo rock pop eléctrico como «Fuerza natural», «Magia», «Déjà vu», «Desastre» y «Rapto», en un comienzo que se lo vio de negro y con antifaz con su energía característica sobre el escenario.
Después fue el turno del segmento electroacústico de su nuevo álbum, dónde expuso «Amor sin rodeos», «Tracción a sangre» y la impecable «Cactus», el tema mejor logrado de Fuerza natural.
Para cerrar la primera parte del recital, Cerati tocó las canciones restantes del disco (aunque «#» quedó para el final del show), o sea «Naturaleza muerta», «Dominó», «Sal», «Convoy» y una extensa e alucinante versión de la psicodélica «He visto a Lucy», para la cual se sumó Gillespie.
Luego de un receso vendría el momento más importante de la calurosa noche en el Club Ciudad, cuando Cerati homenajeó a la fallecida Mercedes Sosa tocando una impecable versión de «Zona de promesas» de Soda Stereo, tema que cantaron a dúo en Cantora, último álbum de ella.
Para la segunda parte del espectáculo, Gustavo (ya de blanco) se propuso a recorrer varios temas de discos anteriores de su carrera solista, arrancando con grandes composiciones de su primera placa Amor amarillo, como «Pulsar» y «Te llevo para que me lleves», aunque en esta última, el acompañamiento en voz de Anita Álvarez Toledo dejó mucho que desear.
Luego Cerati y su banda (muy bueno lo de Richard Coleman en guitarra y Fernando Samalea en batería) recorrieron hits como «Crimen», «Paseo Inmoral», «Cosas imposibles» y «La excepción», la cual se intercaló con el riff de «Rebel Rebel», excelente tema de David Bowie allá por los 70.
Para el final, quedarían «Puente», «Lago en el cielo», «Vivo» y «Jugo de Luna», para clausurar el Club Ciudad con el ya nombrado «#». El show fue de una fuerza natural impecable, y a todo volumen, Cerati le dio un cierre más que digno a un escenario característico de los últimos años como el Club Ciudad de Buenos Aires.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Una de vampiros diferente a las demás

En una época donde los vampiros se encuentran devaluados, o mejor dicho ultra popularizados con la masiva Twilight, novela de Stephenie Meyer que luego fuese llevada al cine al estilo Harry Potter; aparece una variante más que interesante: Låt den rätte komma in (Criatura de la noche) del sueco Tomas Alfredson.
¿Por qué la diferenciación? El de Alfredson es todo lo contrario a aquellos films pochocleros que, en cierto punto, son construidos para atraer a masas de adolescentes y fanáticos que concurren disfrazados a las salas; es todo lo contrario, se asemeja más a una película con su propio y bien definido estilo que seguramente con el transcurso de los años podrá ser valorada como de culto dentro del género.
Låt den rätte komma in narra la historia de Eli (Lina Leandersson), una niña vampiro con complicaciones para conseguir sangre fácil, que se enamorara de Oskar (Kåre Hedebrant), un chico solitario con problemas familiares y en la escuela, que quedará asombrado con la personalidad de su nueva amiga. A partir de la unión entre ambos, se defenderán mutuamente y conformarán una historia de amor tan inocente como real.
El film de Alfredson es muy rico desde el punto de vista estético, ya que desde un principio se desliga de toda estructura renacentista de los tiempos de Drácula, la clásica novela de Bram Stoker, como ha sucedido en la mayoría de los films sobre el vampirismo. Låt den rätte komma in mantiene una estética delicada y encantadora, como la mismísima Estocolmo dónde se sitúan los hechos de la historia.
La fotografía de Hoyte Van Hoytema provoca que en la fría ciudad sueca se produzcan situaciones calidas. Cada plano es maravilloso, y por lo pintoresco se lo podría situar como dentro de una continuación por lo propuesto por el maestro del cine nórdico, Ingmar Bergman, y especialmente su film Fanny och Alexander, que justamente también narraba la relación entre unos niños.
Pero lo que hace que Låt den rätte komma in sea un gran hallazgo dentro del cine actual es el impecable guión de John Ajvide Lindqvist, quién adapto su propia novela para crear una historia desgarradora, narrando acciones maravillosas como un ataque de Eli a unos agresores de Oskar en una pileta de natación, que quedará en el recuerdo como una de las escenas más grandiosas de los últimos tiempos, a lo que se refiere a equilibrio entre el desenlace de la acción dramática y la brillantez visual.
Låt den rätte komma in es un film de vampiros distinto, tan encantador como aterrador, que mediante personajes muy bien definidos (interpretados de gran manera por sus protagonista) logran un clima más que interesante en una película que no abusa de la sangre, aunque si la utiliza al por mayor para crear un entorno verosímil y lleno de significación.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Un show histórico que será eterno

El pasado viernes 4 de diciembre no fue un día convencional. En el estadio de Vélez Sarsfield se produjo un acontecimiento atípico, un show de aquellos que quedarán en el recuerdo por siempre. El espectáculo de Luis Alberto Spinetta mantuvo una lucidez descomunal a lo largo de casi cinco horas y media de pura emoción que enmarcaron un hecho histórico.
Ni siquiera en el plano de las estructuras, el mega recital de Spinetta fue convencional. Cerca de las 22, el Flaco salió al escenario de un estadio colmado con casi 40 mil espectadores, y en principio habló con su público y nombró a los músicos que le hubiera gustado que se hagan presentes en la noche de Liniers, como Pedro Aznar, León Gieco y Frank Ojtersek; en tanto que mencionó a los que le hubiera gustado versionar y no encontró lugar en el show, como Moris, Andrés Calamaro, Carlos “Indio” Solari y Hugo Fattoruso.
En principio, se puede decir que fue un acontecimiento histórico por dónde se lo mire, y quizás el concierto más importante de la historia del rock en nuestro país, porque como se ira resumiendo en este escrito, en el escenario de Vélez estuvieron todas las glorias nacionales del género, ya sea en presencia o siendo versionados en su mayoría por el eterno Spinetta.
Todo comenzó con la hermosa entonación de «Mi elemento» para dar comienzo a la emocionante velada musical, en dónde Spinetta repasaría su extenso y maravilloso repertorio, siendo cortejado, no sólo por la gran mayoría de los músicos que lo acompañaron a lo largo de estos 40 años de carrera, sino también por una larga lista de “genios” (como el mismo los destacaba) que admira y deseaba que participen de la noche.
El show denominado “Spinetta y sus bandas eternas” se dividió en dos segmentos, en el primero, el Flaco con la participación de distintos músicos invitados como Javier Malosetti, Diego Rapoport y Leo Sujatovich, comenzó a repasar grandes temas de Spinetta Jade, como «Alma de diamante» y «¿No ves que ya no somos chiquitos?», y de su carrera solista, como «Ella también» y «Cementerio club».
El show era muy emotivo y lo fue más a medida que grandes figuras fueron saltando al escenario para acompañar a Spinetta. La aparición de Fito Páez, quién grabara con el Flaco La, la, la en 1986, fue más que importante para el espectáculo, y verlos entonar con total exuberancia temas como «Las cosas tienen movimiento» y «Asilo en tu corazón» fue desgarrador, para terminar cerrando el set con un gran dicho de Páez: “Luis Alberto… siempre estarás en mi”.
Luego sería el turno de otro peso pesado de la historia del rock argentino, Gustavo Cerati, con el que cantaron a dúo «Té para tres» de Soda Stereo y «Bajan » del monumental disco Artaud que Spinetta grabó en 1973. Ambos temas sonaron impecables y la emoción de Cerati se pudo observar al retirarse con la arenga “Si hay un sueño cumplido, es éste”.
Hasta ese momento, el show era un gran manifiesto emocional lleno de sorpresas, a las cuales se sumaron los dignos homenajes que Spinetta le hizo a leyendas del rock nacional, versionando maravillosas canciones como «Mariposas de madera» de Miguel Abuelo, «El rey lloró» de Litto Nebbia y «A dónde está la libertad» de Pappo (con el acompañamiento de Juanse en voz), para cerrar con «Necesito un amor» de Javier Martínez y la presentación sobre el escenario de sus hijos Dante y Valentino, tocando la guitarra y rapeando, respectivamente.
Uno de los momentos más esperados de la noche, era el de la presencia de la otra gran leyenda viviente del rock argentino: Charly García, para el cual Spinetta le rindió un merecido homenaje versionando su tema «Filosofía barata y zapatos de goma».
Luego, saldría a la escena el propio García para vocalizar junto a Spinetta el ya clásico de ambos «Rezo por vos», que al igual que en el recital del primero en octubre pasado, sonó en gran forma y nos permitió una vez más poder vislumbrar en pareja a los dos más grandes del rock argentino.
Después de un merecido intervalo, comenzaría el segundo segmento y las emociones que se empezarían a producir serían inagotables. Como puntapié inicial se presentarían Los socios del desierto con Marcelo Torres y Malosetti (en lugar del fallecido Daniel Wirtz) para deslumbrar junto al Flaco con temas como «Nasty people» y «Bosnia».
Pero aquello no sería nada a comparación del momento que se pudo vivir después cuando aparecieron en el escenario de Vélez, Carlos Alberto “Machi” Rufino y Hector “Pomo” Lorenzo, quienes junto a Spinetta formaban Invisible, la fenomenal banda de los 70.
El trío hizo vibrar al público que se hizo presente en la noche en Liniers con clásicos como «Durazno sangrando» y «Jugo de lúcuma», en tanto que maravillaron con el hermoso tema «Niño condenado», para el cual escuchar la voz del Flaco fue una experiencia mágica. Para el final, versionaron a Tanguito y su eterno tema
«Amor de primavera», dejando en el recuerdo a uno de los pocos grandes que faltaban en el show.
Después llegaría el momento de mayor explosión de la noche, con la presentación de Pescado Rabioso y la de los integrantes originarios de la banda: Black Amaya, Osvaldo “Bocón” Frascino, Carlos Cutaia, David Lebón y obviamente el propio Spinetta.
Lo expuesto por Pescado fue magnífico y clásicos como «Poseído del alba», «Despiértate nena» y «Me gusta ese tajo» hicieron enloquecer a todo el estadio, cargándole una cuota más de adrenalina y brillantez musical a un show que era anecdótico.
A lo que a presentación de las bandas eternas se refiere, lo que el público tuvo oportunidad de ver para lo último fue un lujo, porque junto a Spinetta se presentaron Edelmiro Molinari, Emilio Del Güercio y Rodolfo García, los integrantes iniciales de Almendra.
Fue emocionante ver a los cuatro juntos luego de tantos años, y más aun escucharlos (con la excelencia que los caracterizaba en los 60 y la propia madurez actual) hacer temas inolvidables como «Color humano» y «Fermín», en tanto que por último, el Flaco desenfundo la guitarra acústica y el grupo unido en un círculo entonaron quizás el tema más recordado de aquellos tiempos: «Muchacha», en lo que fue una presentación deslumbrante.
Ya acercándose al final, Spinetta tocó «8 de octubre», tema homenaje a las víctimas de la tragedia en Santa Fe, tema para el cual se le sumó Mollo en guitarra. Luego quedaría el cierre con grandes hits de su carrera solista como «Seguir viviendo sin tu amor», «Yo quiero ver un tren» y «No te alejes tanto de mí».
En conclusión, se puede decir que el recital que brindó Spinetta junto a sus bandas eternas y distintos invitados fue un hecho histórico. Un acontecimiento de una magnitud digna de un genio, que quedará en el recuerdo por siempre, para el cual esta humilde nota es poco, ya que un show que será eterno como este, sería digno de la extensión de un libro.

lunes, 2 de noviembre de 2009

El rock fue más fuerte que la lluvia

La lluvia era desgarradora, parecía que el fin del mundo se acercaba. Es que estaba faltando algo, o más dicho alguien. Más de un año y medio ausente. Hace un mes en Lima, luego en Santiago se rumoreaba la reaparición de aquella leyenda, la cual retumbó siempre entre la jerga porteña, pero se extrañaba en presencia, hasta que un día en su cumpleaños 58 el ídolo reapareció y ni la tempestad pudo con él en cuanto comenzó a entonar cada melodía: a Charly García se lo pudo escuchar como hace mucho no se lo hacía.
La expectativa era enorme, por eso ni la tormenta ni ese panorama apocalíptico remitieron a que la gente no se acercara aquel 23 de octubre al estadio de Vélez Sarsfield a presenciar, luego de su internación, el regreso a los escenarios de una eminencia como García. Si la lluvia era problema para muchos, todo quedo de lado cuando el maestro entonó «El amor espera» y comenzó un show electrizante, de aquellos que no dejan respiro.
En parte se puede decir que a primera impresión se extrañaba ver a un Charly descontrolado e hiperactivo sobre el escenario, aunque aquello es simplemente un estilo de moral producto de la ideología rock, porque lo que realmente se añoraba era esa “voz”, esa tonada única, la cual desparramaba melodías mágicas y se escuchaba un tanto desgastada los últimos años. Escucharlo a García esa noche fue una reminiscencia a la década de 1980.
Así a lo largo de casi dos horas emocionantes, García recorrió grandes hits de su extenso repertorio e inmortales obras, desde Yendo de la cama hacia el living hasta Rock and Roll y yo fue intercalando recordados temas de toda su discografía.
El momento más emocionante de la velada fue cuando Charly presentó a la otra leyenda viviente del rock argentino: Luis Alberto Spinetta. “Les presento a mi ídolo y maestro” les decía García a las más de 30 mil personas que se hicieron presentes. Y el Flaco se presentó en la fiesta, un invitado de lujo al cumpleaños, y como no era para menos tocó con su guitarra y entonó con el homenajeado «Rezo por vos», tema que habían compuesto en conjunto en los 80. Realmente fue un lujo y un hecho histórico presenciar a las dos figuras más grandes de lo que se refiere a rock en la Argentina.
Pero sin duda no se puede dejar de manifestar lo conmovedor que fue escuchar la voz de Charly, la cual lució brillante. Sus agudos se lucieron como hace tiempo no lo hacían. Temas como «No soy un extraño», «Influencia» o «Chipi-chipi», que de por si derivan mucho esfuerzo por su complejidad melódica sonaron maravillosamente.
La noche fue explosiva. Charly y su banda tocaban un gran tema tras otro, desde «Demoliendo hoteles», «Raros peinados nuevos», «No voy en tren» hasta una gran versión de «No toquen», una de las canciones emblemas de su álbum Cómo conseguir chicas, la cual sonó impactante.
En conclusión, el show no dejó respiros. La gente saltaba y bailaba bajo la interminable tormenta. Charly agradecido en un momento exclamaba: “Hoy el rock es más fuerte que la lluvia” y que razón tenía. Sólo importaba disfrutar de un momento único. Un reencuentro con la magia que provoca la música interpretada a través de un genio. Fue una noche de puro éxtasis, y como diría el gran García: Say no more.

lunes, 5 de octubre de 2009

La importancia de las alternativas que propone el cine

El español Pedro Almodóvar es uno de los pocos directores del cine contemporáneo al que se lo puede catalogar de ser digno de tener un estilo propio de autor: desde sus inicios entre lo kitsch y lo grotesco, lo argumentalmente complejo de sus relatos, y la creación de profundos y a la vez exagerados personajes que a lo largo de su filmografía se sumergieron en temáticas que oscilan entre lo bizarro, erótico, contradictorio y las diversidades sexuales.
En su nuevo film, Los abrazos rotos, Almodóvar opta por una narración en la que irá intercalando historias, tramas y personajes. Por un lado, en la actualidad se encuentra Harry Caine (impecable Lluís Homar), un cineasta que se ha quedado ciego, acto que esconderá una enredada y trágica historia llena de misterios ocurrida catorce años atrás, en la que tendrán mucho que ver su productora Judit, Ernesto (un acaudalado empresario), Lena (su amante y mujer de este último), y el hijo homosexual de Ernesto.
Como en Todo sobre mi madre, habrá una situación que se irá complejizado en el presente en base a reveladores recuerdos del pasado que irán dando a luz un film en el que cada pieza concuerda y se complementa en el lugar que le corresponde, sin necesidad de emplear recursos narrativos pretenciosos que puedan distraer y complicar innecesariamente al espectador.
Pero el conflicto se desarrollará cuando Harry le cuenta a Diego, el hijo de Judit, aquella historia trágica de amoríos, celos, venganza, culpas e infidelidad que lo llevó a la ceguera y a cambiar su nombre (Mateo Blanco) por el que es su actual seudónimo.
En gran parte, Los abrazos rotos también es un gran homenaje de Almodóvar a su destacada filmografía y al cine en general. Utiliza nuevamente el recurso del cine dentro del cine, no de manera tan poética y surrealista como en aquel corto mudo en blanco y negro que surgía en Hable con ella, sino que en este caso opta por un modo más explícito como en La ley del deseo, mostrando en un fragmento célebre de la película parte del film “Chicas y maletas” que en el pasado había filmado Harry. En este caso se pueden observar auto citas estéticas y narrativas con las que juega el español con un clásico suyo, Mujeres al borde de un ataque de nervios.
También Almodóvar se guardó un lugar en el film para homenajear a varias de sus actrices a lo largo de su filmografía, dándoles pequeños papeles a varias intérpretes de sus películas como a Chus Lampreave (¿Qué he hecho yo para merecer esto!!), Rossy de Palma (Kika), y Mariola Fuentes (Carne trémula), entre otras.
En Los abrazos rotos, el concepto “cine” es algo fundamental, y será más que destacado a partir de Harry, su protagonista, que a pesar de haber quedado ciego seguirá ligado al universo cinematográfico, como le sucedería al personaje interpretado por Woody Allen en su propio film Hollywood Ending. Pero también se pueden observar citas a temáticas voyeuristas, homenajeando a clásicos como Blowup de Michelangelo Antonioni, temas que tampoco fueron ajenos en películas anteriores de Almodóvar, ya en Kika se podía observar cierto acercamiento a Rear Window de Alfred Hitchcock.
Tampoco la película se alejará, en parte, de una estética del film noir o pre novelle vague, bien al estilo Ascenseur pour l'échafaud de Louis Malle, al cual Almodóvar cita al pie de la letra mostrando una imagen de tal realización. En un momento, Harry le dirá a Diego que quería escuchar la voz de Jeanne Moreau, pudiendo ser que esta le haga recordar a su amada Lena, personaje que logra una de las mejores interpretaciones de Penélope Cruz en su carrera.
Los abrazos rotos es más que un drama pasional, es un ejemplo de cómo a partir de una narración de tinte complejo y distintos ejes temporales donde predominan los flashbacks, se puede lograr una obra interesante y bien lograda sin que ninguna de las subtramas carezca de verosimilitud, algo que en el cine actual hace que por lo pretencioso de sus realizadores, cada parte pierda un poco de ese encaje de conexión con la otra, para ser más preciso un caso sería el de Babel de Alejandro González Iñárritu.
El único punto flojo del film es que por momentos se vuelve predecible en determinados temas y lo que venía siendo una historia atrapante y con un importante grado de tensión se torna un tanto convencional, aunque sin opacar sus méritos.
En conclusión, Los abrazos rotos es otro buen film que reafirma nuevamente esta interesante faceta de Almodóvar en la que se podría interpretar que muchos de sus personajes van de a poco completando su álter ego, como en este caso lo es Harry, también lo fue el personaje de Fele Martínez en La mala educación o más atrás en el tiempo el de Eusebio Poncela en La ley del deseo; y a partir de esto poder lograr una historia compleja pero a su vez accesible, siempre dejando el mensaje que caracteriza a un gran cinéfilo como es el español: que lo importante es el cine y saber manejar sus distintos recursos para hacer películas.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Hacer pensar y entretener

Los que esperen un simple film de ciencia ficción se llevarán una grata sorpresa con District 9 del sudafricano Neil Blomkamp, siendo que la película es más un film político que uno de extraterrestres, tratando duros temas como la segregación y la discriminación a los inmigrantes; eso si, en una obra dónde el entretenimiento no está dejado de lado.
El film narra a modo de falso documental la llegada de hace unos supuestos veinte años de los alienígenas a La Tierra, los cuales fueron alojados en una especie de ghetto: el Sector 9. Lo interesante de la obra (que ésta marcará desde un principio) es que los extraterrestres llegan a Johannesburgo y no a una ciudad “top” estadounidense como Nueva York.
A partir de este gran indicio se puede ver el carácter anticapitalista de District 9, diferenciándose del universo ostentoso de films hollywoodenses repletos de efectos especiales, actores estelares e insignias ultranacionalistas como Independence Day de Roland Emmerich; en este caso, la obra de Blomkamp se ocupa menos de distraer con los FX y más por el desarrollo de la temática, la cual podemos situar afín a lo acontecido en el Apartheid allá por la segunda mitad del siglo XX en Sudáfrica.
Johannesburgo sería una ciudad clave en lo sucedido en aquel movimiento de segregación de la población de raza negra, en District 9 ésta es “suplantada” por los alienígenas, los cuales serán, en parte, excluidos de la sociedad en un territorio marginal, aunque la denuncia inicial no llegará solo a ese punto figural de hacer una distinción étnica (o interplanetaria), sino que en el mismo sector se encontraran grupos de nigerianos, los cuales tomarán un papel mafioso y serán los que se encargarán de comerciar con los extraterrestres, o sea representarán el papel de los humanos (inmigrantes y negros) marginales de la sociedad, tratando Blomkamp de incidir en que el presente sigue siendo el mismo, y no sólo en la ficción.
Ahí se encuentra uno de los puntos centrales del film: la discriminación hacia los distintos; y no será casualidad que los organismos del poder que manejan y querrán desalojar el Sector 9 sean en su mayoría de raza blanca, como los que dominaban en la época del Apartheid. Aquí se los intenta desalojar a los extraterrestres, como en su momento se le quitaría los derechos políticos, económicos y sociales al pueblo sudafricano de raza negra.
Los que se encargarán de desalojar a los alienígenas serán la fuerzas de la empresa multinacional dedicada al armamento militar MNU, quiénes durante los veinte años que los extraterrestres se encuentran varados en Johannesburgo debido a imperfectos en su nave madre se dedican a experimentar con ellos para descifrar los secretos de su tecnología y aprender acerca de su armamento superior.
La misión de desalojo estará a cargo de un apático padre de familia y yerno de uno de los directivos de MNU, Wikus Van De Merwe (Sharlto Copley), quién en una de sus visitas al acampado, contraerá un virus alienígena que lo irá transformando de a poco en uno de ellos, bien al estilo The Fly de David Cronenberg. A todo esto, Wikus se convertirá en el antihéroe y se dará a la fuga, siendo buscado para ser producto de diversos experimentos.
Es destacable que Blomkamp no exagere con los efectos especiales, y se nota claramente que esa no es su intención, sino que siendo cauto en la materia, nos muestra un film de carácter más verosímil dentro de una realidad fantástica a través de la narración documental, utilizando en varios tramos la cámara en mano. También se destaca una fotografía agria (compuesta por Trent Opaloch), distinta a los clásicos films de extraterrestres (solo se podría decir que encuentra particularidades con Starship Troopers de Paul Verhoeven), y similar a la estética de películas sobre guerras y asuntos militares de finales del siglo XX y principios del XXI, más que nada a The Black Hawk Down de Ridley Scott.
Pero Blomkamp construye con District 9 una obra muy inteligente en todo sentido (en eso debe estar el hecho de que Peter Jackson sea el productor y se haya interesado por el trabajo del sudafricano), desde un profundo guión (que escribió junto a Terri Tatchell), hasta la caracterización de los alienígenas a partir de paralelismos con el universo de la ciencia ficción, lejos de los amigables de Close Encounters of the Third Kind de Steven Spielberg y sí físicamente a lo Predator de John Mc Tiernan. El sudafricano destaca a los extraterrestres con similar carácter al de los humanos y de fácil adaptación a la vida de éstos, como le sucedía a Gordon Schumway en la serie televisiva ALF, eso sí, en vez de ansiar alimentarse con gatos, éstos se enloquecen con la comida en lata para felinos.
Respecto al armamento de los alienígenas que tanto ansía controlar la MNU, se puede decir que son armas grotescamente destructivas como las vistas en Mars Attack! de Tim Burton, y en cierto modo también se pueden observar armaduras robotizadas al estilo del ED-209 en RoboCop de Verhoeven o a los robots de la serie animada Transformers.
District 9 es un film diferente, entre el documental, la ciencia ficción y marcadas insinuaciones políticas hacen que la película de Blomkamp sea un producto de gran factura dentro del cine actual, tanto por su carácter pensante como por sus altas cuotas de entretenimiento.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Un bastardo con gloria

Quentin Tarantino es el cineasta más ingenioso y provocador del cine contemporáneo. Hace casi dos décadas, que con films tanto entretenidos como intelectuales, se fue convirtiendo en un realizador con un estilo propio de un gran conocedor de la materia cinematográfica, destacando en sus películas una estética vistosa y el empleo de diversos recursos, como temáticas de extrema violencia, pero a su vez con un gran sentido del humor. El estadounidense es el gran maestro de la cita, de los conocimientos acerca de cómo hacer cine, de crear mundos llenos de personajes de una gran personalidad a través de guiones sofisticados repletos de elocuentes diálogos y efectivas estructuras narrativas.
En Inglourious Basterds, Tarantino vuelve a deleitar con su virtuosismo, tanto con el visual como el de contar historias, las cuales se irán intercalando para enriquecer a la obra, ya que con este nuevo film (como lo fue en la saga Kill Bill) vuelve a la subdivisión en capítulos, y en este casi serán cinco presentaciones que se complementaran para darle fuerza a la narración.
La película principalmente tratará temas recurrentes en el cine de Tarantino como la venganza, la violencia, el heroísmo y la sátira. En Inglourious Basterds se puede decir que de cierto modo se esta reescribiendo la historia ya que el film se centrará en los hechos de la Segunda Guerra Mundial, aunque con consecuencias alternativas a los hechos reales.
La ficción se centra en las peripecias de un escuadrón de soldados suicidas, los cuales liderados por el teniente Aldo Raine (Brad Pitt) no harán otra cosa que matar nazis de la manera más despiadada. Estos hombres serán denominados “Los Bastardos” y harán cosas como quitarle el cuero cabelludo a cada una de sus victimas como destrozarles la cabeza con un bate de baseball, por lo cual serán el temor de cada alemán que escuche el rumor de su existencia.
Paralelamente se encadenará a los hechos el proceder de Shosanna (Mélanie Laurent), una joven judía francesa quién sufrió la muerte de su familia en manos del ejército alemán y que albergará en su cine el estreno de un film nazi al cual asistirán los principales miembros del Tercer Reich: Adolf Hitler, Joseph Goebbels y Hermann Göring, y obviamente su idea será aniquilarlos y saciar su sangre vengativa.
En este caso se podrá ver la importancia de los personajes femeninos en el cine de Tarantino, ya que Shosanna tendrá la misma o mayor fortaleza que los hombres y nada impedirá que cumpla con su cometido, como podríamos situar a los personajes de Pam Grier en Jackie Brown, Uma Thurman en Kill Bill o el rudo grupo de señoritas que justiciaría a Kurt Russell en Death Proof.
Pero como todo film del estadounidense, Inglourious Basterds es un homenaje al cine, una obra repleta de guiños, no solo al clásico cine bélico como The Dirty Dozen de Robert Aldrich y al sarcasmo de Cross of Iron de Sam Peckinpah; sino más a los films de Sergio Leone, ya que se podría decir que este último film de Tarantino es en gran parte un spaghetti western y podría ser una especie de Il buono, il brutto, il cattivo (El bueno, el malo y el feo) en el marco de la Segunda Guerra Mundial, desde la estructura narrativa y la caracterización de sus personajes hasta los arreglos musicales.
Pero Tarantino no solo deleita con sus citas, tanto a films clásicos como propios, sino que debe ser el director moderno que más aprovecha los recursos que le da el cine, para hacer de estos una especie de collage plástico con la imagen (cuestión que había explotado al máximo en Kill Bill), desde cámaras lentas, el pausar de las acciones, los impactantes planos detalle, como la superposición de títulos que indiquen la importancia de personajes, lugares y situaciones.
También es fundamental como el realizador de Pulp Fiction usa magestualmente los diálogos, expresiones, primeros planos y movimientos de cámara para atrapar al espectador, como lo será en la introducción con un exquisito parlamento entre el siniestro coronel Hans Landa (gran interpretación de Christoph Waltz) y el francés que albergaba a la familia de Shosanna, larga escena (al estilo Thurman/David Carradine en el desenlace de Kill Bill Vol. II) que excede los veinte minutos sin nunca hacer perder la tensión, esa que el estadounidense mantiene extraordinariamente gracias a su capacidad para contar cada fragmento de sus historias.
Pero por sobre todas las cosas, hay que decir que Tarantino es un detallista, no sólo en cada cuadro y diálogo, sino también en la excelente selección musical, desde diversas melodías del mítico Ennio Morricone hasta una brillante escena dibujada con «Cat People (Putting Out The Fire)» de David Bowie. Otro punto para destacar de Inglourious Basterds es la diversidad de idiomas que les dan gran verosimilitud a una trama que está desarrollada en base a varios personajes alemanes y franceses, cuestión poco frecuente en las producciones estadounidenses que generalmente optan por un inglés con acento “extranjero”.
Inglourious Basterds no será una obra de culto como Reservoir Dogs o Pulp Fiction, pero si es un gran film, otro homenaje de Quentin Tarantino hacia el cine, concretando una película desquiciada, profunda y asfixiante desde lo visual hasta lo narrativo, que hace ver a su realizador como un gran bastardo, pero de aquellos llenos de gloria.

viernes, 28 de agosto de 2009

Elegante, aunque superficial

Gabrielle “Coco” Chanel fue una de las modistas más importantes del siglo XX, y la sencillez y elegancia de sus diseños siguen perdurando y dando que hablar en el mundo de la moda en la actualidad.
Con Coco avant Chanel, la directora francesa Anne Fontaine recrea gran parte de la vida de Chanel hasta convertirse en el ícono que llegaría a ser, destacando su pobre y desdichada infancia, sus inicios de joven como cantante de cabaret, cómo sus augurios por insertarse en el mundo de la burguesía.
La película de Fontaine recrea sin sobresaltos la historia de la elegante dama, la cual interpreta de gran manera Audrey Tautou (recordada por aquel encantador papel protagónico en la Le fabuleux destin d'Amélie Poulain de Jean-Pierre Jeunet), quién con su actuación aporta lo más interesante del film, como también lo será el diseño de vestuario de Catherine Laterrier, que está realizado intachablemente como debiera ser digna una obra de tales características.
Pero Coco avant Chanel peca de conformista, simplemente intenta narrar una historia correcta, destaca en la joven Chanel una personalidad imponente y un carácter perfeccionista, como sus controvertidas relaciones con sus amantes Étienne Balsan (Benoît Poelvoorde) y Arthur “Boy” Capel (Alessandro Nivola), pero no profundiza en eso. Fontaine nunca va más allá, ya que desde el primer plano del film se puede intuir que la directora no ahondará en los que podrían ser los hechos más provocativos e interesantes de la historia que va a narrar, marcas que se notan de un guión mediocre (que escribió junto a su hermana Camille) que está cargado de diálogos intrascendentes que no ayudan en nada.
En fin, Coco avant Chanel es otro biográfico film convencional, que a pesar de factores positivos como la interpretación de Tautou o algunas delicadezas técnicas, la película de Fontaine abarca una historia correcta, pero a su vez fría, superficial y carente de pasión.

lunes, 17 de agosto de 2009

Tensionante clima infernal

Luego de realizar la trilogía de Spider Man, el director estadounidense Sam Raimi vuelve hacia el género de sus comienzos: el cine de terror. Con su nuevo film, Drag Me to Hell (Arrástrame al infierno), retorna a ese universo espeluznante de realizaciones anteriores como The Evil Dead o Army of Darkness.
Esta nueva obra narra la historia de Christine Brown (Alison Lohman), una joven ambiciosa que trabaja para una firma bancaria. Ella le negará una nueva prórroga en el pago de su hipoteca a Sylvia Ganush (Lorna Raver), una gitana mayor de edad que le pide de rodillas no perder su hogar. La cuestión es, que al ser denegado su pedido, la anciana enloquecerá y le propiciará la maldición de la Lamia, por la cual espíritus malignos la atormentarán por tres días hasta querer llevarse su alma al infierno.
Con Drag Me to Hell, Raimi demuestra una vez más que tiene una gran vocación para manejar la tensión en el público, que sabe manejar con grandilocuencia los elementos básicos del género y amoldarlos a un estilo propio que no dejará respiro ni a los personajes dentro del film, ni a los espectadores que se encuentren frente a la pantalla siguiendo las desventuras de Christine.
En esta película, Raimi no necesita abusar de ostentosos efectos visuales digitalizados para asustar o crear un clima terrorífico, sino que mayormente se basa en la música, el sonido e ingeniosos movimientos de cámara, como también en un guión (que escribió junto a su hermano Ivan) correcto y sin fisuras que a partir de su estructura narrativa mantiene el suspenso hasta el final.
Otro punto curiosos e interesante de Drag Me to Hell es una composición musical del argentino Lalo Schifrin, la cual había compuesto originalmente para el clásico The Exorcist de William Friedkin y no fue utilizada. En este caso, Raimi recurre a la macabra melodía para los créditos finales.
Raimi construye una obra ingeniosa y entretenida en su vuelta a ese universo aterrador y bizarro que tan bien lo había caracterizado, y con tintes de humor negro y situaciones grotescas, al estilo de sus primeros films como la saga de The Evil Dead o Bad Taste de su contemporáneo Peter Jackson, concreta con Drag Me to Hell una película muy bien lograda que no dejará indiferentes a los fanáticos del género.

jueves, 13 de agosto de 2009

Woody Allen: la filmografía de un genio

Los libros biográficos o de entrevistas a artistas consagrados generalmente son interesantes, llamativos y, en algunos casos, reveladores. Con Conversaciones con Woody Allen, el periodista estadounidense Eric Lax no constituye la excepción y presenta una vital narración de distintos tópicos de la carrera del cineasta a través de extensos y entretenidos diálogos que mantuvieron juntos entre 1971 y 2007.
Lax es el biógrafo oficial de Allen y un gran experto en lo que se refiere a la obra cinematográfica del neoyorquino, lo que le permitió tener un acceso privilegiado a sus rodajes y al proceso de elaboración de sus films. También hay que destacar que fue el autor de Woody Allen: una biografía.
Woody Allen es uno grandes cineastas de la segunda mitad del siglo XX, creador de geniales films como Annie Hall, Manhattan y Deconstructing Harry, como de inmortales personajes como Alvy Singer, Isaac Davis y Harry Block. A lo largo de las casi 500 páginas de este nuevo ejemplar de Lax y publicado por Editorial Lumen, se podrán disfrutar largas charlas que el periodista mantuvo con Allen, en las que éste no solo se refiere a sus películas y personajes, sino que habla también de sus influencias, ídolos y demás sorpresas.
El libro está dividido en ocho capítulos: “La idea”, “El Guión”, “Reparto, actores e interpretación”, “Rodaje, platós, localizaciones”, “Dirección”, “Montaje”, “Música” y “La profesión de cineasta”. Esta distribución es fundamental para el recorrido de su obra y muy acertada para una correcta lectura de cada tema.
Cuando Lax le pregunta porqué para él, Match Point le había quedado tan bien, Allen responde: “Creo que ha tenido que ver con varias cosas. Una es que no me he visto limitado a la comedia. He podido hacer lo que he querido. No tenía que pensar ‘Voy a hacer una película pero tiene que ser una comedia’, o ‘Tengo que salir en ella’. En este caso no he tenido restricciones de ningún tipo, así que he podido hacer la película que quería. Creo que he escrito un buen guión, y he podido llevarlo a la pantalla con todos los recursos a mi alcance”.
Conversaciones con Woody Allen abarca tantos motivos como los de la filmografía del gran realizador, como son su labor como director, actor y guionista a través de deslumbrantes y reveladoras anécdotas. También comenta acerca de sus actores favoritos como Marlon Brando, John Cusack y Jack Nicholson o destaca a sus actrices predilectas como Diane Keaton y Mia Farrow.
También en el marco de las entrevistas habrá lugar para las grandes obras de la historia del cine y un juicio personal de Allen sobre grandes directores como Charles Chaplin, Orson Welles, Ingmar Bergman, Federico Fellini y Vittorio de Sica.
Resulta también muy interesante lo autocrítico de Allen, por ejemplo cuando habla de The Curse of the Jade Scorpion de 2001 “Con esa película defraude a un reparto de un talento excepcional (…) para mi, personalmente, puede que sea la peor película que he hecho, y eso que hay muchas candidatas para dicho puesto. Me mata trabajar con un elenco tan brillante y no ser capaz de estar a la altura”.
En conclusión, Conversaciones con Woody Allen es un texto entretenido y atrapante por el recorrido de la impactante carrera del cineasta que propone Lax, como por los atractivos fotogramas de cada film que ilustran la publicación y le dan un condimento más a su excelente factura.

martes, 11 de agosto de 2009

Una película más sobre la Segunda Guerra Mundial

Hay films que se convierten en grandes hitos del cine, otros que son un total desastre, y también los que resultan intrascendentes, que a pesar de ser correctos y hasta tener más virtudes que defectos son poco lo que dejan en el espectador. En este último grupo se sitúa Defiance (Desafío), la nueva película de Edward Zwick.
La obra está basada en un hecho real y narra la historia de los hermanos Bielski, quiénes lideraron un grupo de refugiados judíos en el bosque Naliboki en Bielorrusia para escaparle a la persecución nazi en la Segunda Guerra Mundial y terminar salvando a más de mil personas.
Lo más atractivo de Defiance se centra en el enfrentamiento ideológico entre dos de los cuatro hermanos Bielski y el nudo dramático que esto representa en torno a sus respectivas figuras. Tuvia (Daniel Craig) es el mayor y el que tiene carácter de líder, un hombre sereno que siempre tendrá por delante el bien de la comunidad que lo sigue; en tanto que Zus (Lieb Schreiber) resulta ser un joven más temperamental e impulsivo que irá en busca de sangre tras el asesinato de sus padres.
La película es mayormente tibia, pero de la cual hay que destacar elementos como la sutil composición musical de James Newton Howard, que es la que en gran parte (aunque parezca desapercibida) hace entrar de a ratos en el transcurrir de los hechos de la narración, que junto a la cuidada fotografía del portugués Eduardo Serra e imponentes imágenes que reconstruyen la época, provocan interés en la obra.
Pero el film de Zwick, que está basado en el libro Defiance: The Bielski Partisans de Nechama Tec, falla desde la estructura del guión, que está compuesto por una historia llena de hechos fuertes y diversos conflictos, que al no estar bien sustentados narrativamente hacen que por momentos todo se vuelve chato y monótono, con diálogos que aportan poco al desarrollo de la trama y hacen de los 137 minutos de Defiance un tanto excesivos.
En aspectos generales, hay que destacar que el nuevo film de Zwick (tras The Last Samurai y Blood Diamond) se centra en una historia no muy difundida de la Segunda Guerra Mundial, aunque poco ahonda en la profundidad de los hechos y se basa más en clichés típicos sobre películas del Holocausto como lo es entre otros la glorificación del líder (en este caso Tuvia) por parte de sus aliados y excesivos motivos de sentimentalismo y violencia productos del genocidio; que en conclusión harán de Defiance una obra intrascendente, pero correcta e interesante en determinados aspectos.

domingo, 2 de agosto de 2009

La madurez de un cineasta distinto

El cine de Kim Ki-duk es exquisito por donde se lo mire. El realizador surcoreano diseña en cada largometraje una poética que lo identifica, destacando como nadie lo complejo a través de lo simple y abarcando con una madurez y sencillez superlativa diversos tópicos mediante films provocadores, originales y sumamente bellos.
Soom (Aliento) narra como Yeon (gran actuación de Park Ji-a), una mujer que descubre que su marido tiene una amante, decide engañarlo con Jan Jing (Chang Chen), un preso condenado a muerte que le causaba intriga tras observar diariamente los noticieros televisivos.
La película destaca con una total delicadeza y a su vez con admirable profundidad temas como el amor, el odio, la culpa, la locura y la paranoia, típicos contenidos del cine de Ki-duk, quién acostumbra implicarlos por intermedio de personajes oscuros y atormentados que mantienen relaciones excéntricas, en dónde pareciera que se dice poco, pero se expresa mucho.
El surcoreano es un maestro del cine gestual, profundizando esta hermosa poesía de las pocas o nulas palabras en films como Bin-jip (Hierro 3), en dónde un indigente que se dedicaba a ocupar casas cuando sabía que estaban vacías, se enamora de la mujer dueña de casa; a él no se le escuchará ningún parlamento, mientras que la pareja no mantendrá ningún diálogo en el trascurso de las acciones. Algo similar sucedería después en Hwal (El arco), en este caso un viejo pescador que vive en el medio del mar con una joven que adoptó desde niña no pronunciará palabra en toda la obra.
En este aspecto se puede considerar un paralelismo que Ki-duk construye a través de su filmografía entre Soom, Bin-jip y Hwal, ya que en la primera Jan Jing no se vale de las palabras para expresarse, sino de sus gestos, como lo eran el indigente en la segunda y el pescador en la tercera.
A través de personajes lunáticos que aportan una gran tensión dramática y hacen de los simples hechos que transcurren en la narración una catarsis de diversos sentimientos y situaciones que desbordarán los límites de lo bizarro, Soom se irá desarrollando con una gran efectividad.
Otro punto fundamental de la película, es la dedicación que el director le da a las estaciones climáticas en torno a lo que les irá sucediendo a los protagonistas. Ya en Bom yeoreum gaeul gyeoul geurigo bom (Primavera, verano, otoño, invierno… y otra vez primavera) Ki-duk manifestaba metafóricamente mediante cada etapa las situaciones que vivirá un aprendiz de un monje budista en un monasterio en medio de un lago. En Soom, la relación entre Yeon y Jan Jing florecerá en una ficticia primavera e irá abarcando los demás ciclos, siendo primordial lo que cada uno de estos implica simbólicamente entre los personajes.
Avalada por un magistral estilo de autor, Soom es otro gran film de Ki-duk que atrapa de principio a fin, haciendo sentir la intensidad de cada personaje a través de una narrativa tan vistosa, como interesante y provocadora que dejan al realizador de Corea del Sur como uno de los más brillantes del cine contemporáneo.

viernes, 31 de julio de 2009

Entre la acción y los sentimientos

John Dillinger fue un asaltante de bancos nacido en Estados Unidos que tuvo una gran difusión mediática en la época de la Gran Depresión en la década de 1930. La fama del gángster se dio, en gran parte, a lo rápido y efectivo que era a la hora de realizar sus crímenes, cómo la manera en la que burlaba a las fuerzas policiales.
El director Michael Mann con Public Enemies va a allá de los hechos delictivos de Dillinger y lo demás relacionado a éstos; se basa en la personalidad del criminal, en su manera de ser, en el sentir de éste, cuestión que logrará gracias a la muy buena actuación de Johnny Depp.
El film no es un clásico de gángsters típico de esas obras maestras de la historia de la mafia pudiendo citar a The Godfather de Francis Ford Coppola, Once Upon a Time in America de Sergio Leone o Goodfellas de Martin Scorsese; sino todo lo contrario, es mas de la talla de aquellos más comerciales pero atractivos y de acción como The Untouchables de Brian De Palma, ligado a la persecución entre el “bueno” y el “malo”, si es que se pueda clasificar a los personajes de tal manera.
Mann es un buen realizador a lo que films de acción se refiere, ya lo había demostrado con Heat y Collateral, y con Public Enemies saca a la luz los tópicos del género que mejor domina, y que a partir de esta persecución entre el policía (en este caso el duro Melvin Purvis que interpreta sobriamente Christian Bale) y el ladrón (Dillinger) logrará un nudo de interés, sólo desviándose de éste en cuestiones menores, que en caso de haber sido omitidas le hubieran dado aun más ritmo a una película que apenas se sobrepasa en su duración.
Pero como se cito anteriormente, el director también se dedicará a lo que es el interior del personaje de Depp, a quién lo dosifica de una gran inteligencia, coraje y seguridad, pero con el defecto de su sentimentalismo por sus amigos y por las mujeres, o mejor dicho por una de la que perdidamente se enamora: Billie Franchette, que es interpretada de gran manera por Marion Cotilliar, aquella que había ganado en 2008 el Oscar a la mejor actriz por La môme, en su interpretación de la cantante Edith Piaf en el film de Olivier Dahan.
Lo más destacado de la película no son sólo las grandes actuaciones de Depp y Cotillard, como la conducción por parte Mann, y las grandes secuencias de acción mayormente destacadas por el gran manejo de la cámara en mano; sino que también es para acentuar como se recreó toda una época, que sin la soberbia fotografía de Dante Spinotti no hubiera sido posible.
Public Enemies es una película bien lograda, quizás no será recordada como una gran obra, pero si como un buen film de acción que retrata de gran manera a un sentimental y controvertido personaje; es de aquellos que entretienen, pero que también dejan su rastro en materia cinematográfica, para cerrar satisfactoriamente otro proyecto más que correcto de Mann.

miércoles, 29 de julio de 2009

Un nuevo cosmos de melodías alucinantes

Tras haber experimentado con sonidos raros y exageradamente eléctricos en su anterior disco The Bedlam in Goliath en 2008, como también con largos temas de talla vanguardista, The Mars Volta vuelve al ruedo con Octahedron, un potente trabajo discográfico que se asemeja más a los inicios de la banda, aunque con renovados e interesantes toques acústicos.
Estaría de más destacar el virtuosismo de Omar Rodríguez-López con la guitarra como la euforia de Cedric Bixler-Zabala al momento de entonar las letras de cada tema del conjunto estadounidense, pero esto quedará completamente afianzado en su quinto álbum de estudio.
Octahedron esta compuesto de ocho temas inéditos, de casi cincuenta minutos de electrizantes melodías, las cuales se asemejan más a las de sus primeros discos De-Loused in the Comatorium de 2003 y Frances The Mute de 2005 y en parte haciendo recordar a At The Drive-In (la banda anterior de Bixler-Zabala y Rodríguez-López), destacando ante lo experimental, sonidos de rock progresivo y lo melódico de cada nueva canción.
Pero The Mars Volta siempre fue un grupo ligado a lo experimental y esta nueva placa, en parte, no es la excepción, ya que las variantes acústicas que se hacen presentes en Octahedron son una novedad dentro del universo del conjunto. Esto se presenta desde el comienzo, ya desde «Since We’ve Been Wrong», el tema de apertura, se pueden escuchar los delirantes arpegios de Rodríguez-López con su guitarra.
A lo largo del álbum se irán intercalando los sonidos eléctricos con los acústicos, y potentes temas como «Teflon» y «Cotopaxi» se enlazaran con bellas canciones acompañas por un onda “unplugged” (aunque de desenchufado no tendrán nada) como «With Twilight As My Guide» y «Copernicus».
Otra joya del LP es el tema de cierre «Luciforms», enérgico por donde se lo interprete a lo largo de sus ocho minutos y 22 segundos, desde la tonada de Bixler-Zabala, como de los geniales y excéntricos solos de guitarra eléctrica de Rodríguez-López y el gran acompañamiento del muy buen batero Thomas Pridgen.
En conclusión, The Mars Volta ha regresado a su mejor forma, experimentando entre lo nuevo y lo clásico dentro de la banda para crear con Octahedron una placa intensa, alucinante y llena de virtuosismo de la mano de sus músicos, concretando un trabajo interesante, variado y de una calidad digna de ser escuchada.

viernes, 24 de julio de 2009

Una fábula mágica y encantadora

El japonés Hayao Miyazaki es el gran maestro del cine contemporáneo de animación. Su excelencia para la creación de universos que rozan lo real con lo fantástico a través de magistrales y verosímiles historias, como la calidad técnica de sus films, hacen de él un cineasta estupendo, que con Gake no ue no Ponyo (Ponyo y el secreto de la sirenita) vuelve a deleitar con su nueva y exquisita pieza.
Films como Mononoke-hime (La princesa Mononoke), Sent to Chihiro no kamikakushi (El viaje de Chihiro), o Hauru no ugoku shiro (El increíble castillo vagabundo) dejan bien en claro de lo que Miyazaki es capaz. Historias filosóficas y llenas de magia, con personajes complejos y fábulas asombrosas para cualquier rango de espectadores.
Con Gake no ue no Ponyo, el japonés crea una fábula de carácter más infantil a sus predecesoras, en dónde un niño (Sosuke) encuentra a una pecesita roja con rostro que quiere convertirse en niña para estar al lado de su nuevo amigo, aunque deberán lidiar con Fujimoto, el protector padre de ésta que quiere que retorne al océano.
En el nuevo film de Miyazaki todo es posible y lo real y lo fantástico interactúan con una total delicadeza, desde personajes del mundo real como lo son Sosuke y su madre Lisa, como con la aparición de Ponyo, su padre (un humano que decidió vivir en las profundidades del océano), su madre y todopoderosa sirena, cómo unas geniales olas que tornan vida para ayudar en los propósitos de Fujimoto.
Miyazaki vuelve a crear personajes interesantes y vistosos, dónde fusiona la parte humana con la animal o fantástica, como lo había hecho antes con Haku, un niño que se transformaba en dragón en Sent to Chihiro no kamikakushi, o San, la princesa lobo de Mononoke-hime; en este caso Ponyo es una pecesita con súper poderes que querrá convertirse en una niña verdadera.
A primera vista, el film parece simple, pero tanto sus interesantes personajes de una gran complejidad dramática, como la bellaza de cada uno de los detallistas dibujos (que están hechos a mano dejando de lado las nuevas tecnologías digitales) hacen que Gake no ue no Ponyo sea más que interesante y no solo imprescindible para los más pequeños.
Otro aspecto de gran riqueza en la película es su banda sonora, la cual Joe Hisaishi compone con maestría combinando lo clásico con lo moderno y lo virtuoso con lo encantador.
Miyazaki concreta otra gran obra para su imprescindible filmografía, y a pesar de que Gake no ue no Ponyo no posea la genialidad de sus films anteriores, es una película encantadora, repleta de magia y principalmente de una exquisitez inagotable en la expresión producida en cada trazo a la hora de la animación del film y del más real mundo de la fantasía, el que nos sigue proporcionando el maestro japonés.

viernes, 3 de julio de 2009

El loco mundo de la revolución

La obra aun no empieza, pero los locos ya andan sueltos por el macabro escenario mientras esperan que suene la campana. Serán testigos del enfrentamiento que esta por comenzar, pero en este caso lejos de un ring de boxeo, y más cerca de una imaginaria batalla psicológica o un diabólico ensayo entre la razón y el escepticismo, la ideología revolucionaria y el nihilismo, entre Juan Paul Marat y el Marqués de Sade.
Marat-Sade, dirigida por Villanueva Cosse, es una adaptación del clásico de Peter Weiss de 1964, siendo una pieza característica del teatro dentro del teatro.
La escenificación se ubica en 1808 en el manicomio de Charenton posterior a la Revolución Francesa, en dónde Sade (que allí había pasado sus últimos años) presenta una obra escrita y montada por él, la que protagonizarían los locos del asilo. La representación que propone el marqués tiene lugar en 1793 y consiste en los hechos que derivarían en el asesinato de Marat por Charlotte Corday.
Cosse manifiesta en tono exquisito esa conocida “imagen” de la muerte de Marat en la bañera apuñalado por Corday, que habían representado tan brillantemente en la pintura Jacques-Louis David con La muerte de Marat en 1793 y Paul Jacques Aimé Baudry con Charlotte Corday en 1860.
La obra de Cosse es atrapante y no deja respiro a pesar de los 125 minutos aproximados que dura la presentación. Mantiene atento al espectador con un asfixiante desarrollo que mezcla el drama, el suspenso, y el musical con destellos de humor negro. La realización también recurre a clásicos de la ideología teatral como las de Bertolt Brecht, a través del marco intelectual que se le presenta al público, como también lo frío y pesimista del argumento; y la de Antonin Artaud, con un sentido de rigor violento y la condensación extrema de elementos escénicos que deben entenderse a través de la crueldad en la cual están basados.

Marat-Sade logra una importante efectividad en el espectador debido a las muy buenas actuaciones de Lorenzo Quinteros (en el rol de Sade), Santiago Ríos (gran representación bufonesca de Jacques Roux) y de los cantantes Luis Herrera, Julián Pucheta y Sol Fernández López.
Otro punto para destacar de la obra es la correcta escenografía de Tito Erguza como el excelente vestuario de Daniela Taiana. Ambas características recrean la época a partir de una gran verisimilitud.
Con Marat-Sade, Cosse logra una interesante obra y un efectivo coctel de ideologías, locuras y delirantes exageraciones a través de personajes oscuros y un marco tétrico que dejara exhaustos y conformes a los espectadores que se acerquen a la sala Martín Coronado del Teatro General San Martín.

lunes, 15 de junio de 2009

Un vuelo lleno de ilusiones

El cine es la más fiel relación entre lo que es la esfera de lo real y la de la fantasía, y más que nada los films de animación son los que han llevado la posta en la contemporaneidad, aunque tampoco habría que excluir de tal intersección a películas fuera del universo de lo animado, como lo son Edward Scissorhands o Big Fish del genial Tim Burton.
Up de Pete Docter es un claro ejemplo de cómo la realidad y la fantasía pueden volar de la mano, en dónde Carl Fredricksen (un hombre de 78 años) ata a su casa montones de globos para hacer de ésta un vehículo flotante que lo traslade a Las Cataratas del Paraíso, un sitio en Sudamérica con el que siempre soñó en visitar con Ellie, su mujer de toda la vida, quién ha fallecido recientemente.
El nuevo film de la productora Pixar, que ya había deslumbrado con la presentación de impecables realizaciones como Toy Story, The Incredibles y WALL-E, emerge al espectador nuevamente en este universo animado que nos demuestra últimamente que mucho de lo fantástico puede asimilarse como real, como lo hiciera en gran parte de su filmografía el maestro japonés Hayao Miyazaki, y más específicamente en la magistral Hauru no ugoku shiro (El increíble castillo vagabundo), a la que Up le brinda un merecido homenaje.
Sin dudas, el film de Docter puede ser categorizado como “lindo”. Sí, de aquellos donde la magia oscila entre el amor, pero no el propio del sentimentalismo barato, sino de aquel que se logra por el puro sentimiento de querer algo o a alguien e ir tras la conquista de ese cometido. Así como en clásicos del cine de la talla de It’s a Wonderful Life de Fran Capra o Cinema Paradiso de Giuseppe Tornatore, Up es “linda” debido a que todo lo que realiza Carl es posible por las premisas del recuerdo de su mujer y los sueños que tenían juntos.
Carl contará con la compañía de Russell, un niño explorador que se entrometerá en su casa, como también la de un perro (Dug) y un ave exótica (Kevin) que conocerán en Venezuela y los ayudarán a enfrentar al tirano Charles Muntz como a cada obstáculo que se les vaya presentando. A partir de sus divertidos personajes, Up combina el sentimiento amoroso con la comedia y el género de aventuras, y va construyendo una cadena de solazados acontecimientos sin omitir todo tipo de emociones.
Lo bello del film no sólo se da por lo bien llevada de la temática y el impecable guión de Docter y Bob Peterson, sino por el encantador acompañamiento musical de Michael Giacchino, cómo por el interesante uso de la tecnología 3D, que en vez de ser utilizada de una manera ostentosa, lo es para una correcta figura de profundidad de campo.
Up es un universo de real fantasía, decorada por una inmensa belleza que entretendrá a los más chicos como conmoverá a los adultos, en tanto que Pixar deja la firma de que se pueden hacer películas para todas las edades y principalmente en base a esto, disfrutar de un producto rico en materia cinematográfica.