viernes, 25 de septiembre de 2009

Hacer pensar y entretener

Los que esperen un simple film de ciencia ficción se llevarán una grata sorpresa con District 9 del sudafricano Neil Blomkamp, siendo que la película es más un film político que uno de extraterrestres, tratando duros temas como la segregación y la discriminación a los inmigrantes; eso si, en una obra dónde el entretenimiento no está dejado de lado.
El film narra a modo de falso documental la llegada de hace unos supuestos veinte años de los alienígenas a La Tierra, los cuales fueron alojados en una especie de ghetto: el Sector 9. Lo interesante de la obra (que ésta marcará desde un principio) es que los extraterrestres llegan a Johannesburgo y no a una ciudad “top” estadounidense como Nueva York.
A partir de este gran indicio se puede ver el carácter anticapitalista de District 9, diferenciándose del universo ostentoso de films hollywoodenses repletos de efectos especiales, actores estelares e insignias ultranacionalistas como Independence Day de Roland Emmerich; en este caso, la obra de Blomkamp se ocupa menos de distraer con los FX y más por el desarrollo de la temática, la cual podemos situar afín a lo acontecido en el Apartheid allá por la segunda mitad del siglo XX en Sudáfrica.
Johannesburgo sería una ciudad clave en lo sucedido en aquel movimiento de segregación de la población de raza negra, en District 9 ésta es “suplantada” por los alienígenas, los cuales serán, en parte, excluidos de la sociedad en un territorio marginal, aunque la denuncia inicial no llegará solo a ese punto figural de hacer una distinción étnica (o interplanetaria), sino que en el mismo sector se encontraran grupos de nigerianos, los cuales tomarán un papel mafioso y serán los que se encargarán de comerciar con los extraterrestres, o sea representarán el papel de los humanos (inmigrantes y negros) marginales de la sociedad, tratando Blomkamp de incidir en que el presente sigue siendo el mismo, y no sólo en la ficción.
Ahí se encuentra uno de los puntos centrales del film: la discriminación hacia los distintos; y no será casualidad que los organismos del poder que manejan y querrán desalojar el Sector 9 sean en su mayoría de raza blanca, como los que dominaban en la época del Apartheid. Aquí se los intenta desalojar a los extraterrestres, como en su momento se le quitaría los derechos políticos, económicos y sociales al pueblo sudafricano de raza negra.
Los que se encargarán de desalojar a los alienígenas serán la fuerzas de la empresa multinacional dedicada al armamento militar MNU, quiénes durante los veinte años que los extraterrestres se encuentran varados en Johannesburgo debido a imperfectos en su nave madre se dedican a experimentar con ellos para descifrar los secretos de su tecnología y aprender acerca de su armamento superior.
La misión de desalojo estará a cargo de un apático padre de familia y yerno de uno de los directivos de MNU, Wikus Van De Merwe (Sharlto Copley), quién en una de sus visitas al acampado, contraerá un virus alienígena que lo irá transformando de a poco en uno de ellos, bien al estilo The Fly de David Cronenberg. A todo esto, Wikus se convertirá en el antihéroe y se dará a la fuga, siendo buscado para ser producto de diversos experimentos.
Es destacable que Blomkamp no exagere con los efectos especiales, y se nota claramente que esa no es su intención, sino que siendo cauto en la materia, nos muestra un film de carácter más verosímil dentro de una realidad fantástica a través de la narración documental, utilizando en varios tramos la cámara en mano. También se destaca una fotografía agria (compuesta por Trent Opaloch), distinta a los clásicos films de extraterrestres (solo se podría decir que encuentra particularidades con Starship Troopers de Paul Verhoeven), y similar a la estética de películas sobre guerras y asuntos militares de finales del siglo XX y principios del XXI, más que nada a The Black Hawk Down de Ridley Scott.
Pero Blomkamp construye con District 9 una obra muy inteligente en todo sentido (en eso debe estar el hecho de que Peter Jackson sea el productor y se haya interesado por el trabajo del sudafricano), desde un profundo guión (que escribió junto a Terri Tatchell), hasta la caracterización de los alienígenas a partir de paralelismos con el universo de la ciencia ficción, lejos de los amigables de Close Encounters of the Third Kind de Steven Spielberg y sí físicamente a lo Predator de John Mc Tiernan. El sudafricano destaca a los extraterrestres con similar carácter al de los humanos y de fácil adaptación a la vida de éstos, como le sucedía a Gordon Schumway en la serie televisiva ALF, eso sí, en vez de ansiar alimentarse con gatos, éstos se enloquecen con la comida en lata para felinos.
Respecto al armamento de los alienígenas que tanto ansía controlar la MNU, se puede decir que son armas grotescamente destructivas como las vistas en Mars Attack! de Tim Burton, y en cierto modo también se pueden observar armaduras robotizadas al estilo del ED-209 en RoboCop de Verhoeven o a los robots de la serie animada Transformers.
District 9 es un film diferente, entre el documental, la ciencia ficción y marcadas insinuaciones políticas hacen que la película de Blomkamp sea un producto de gran factura dentro del cine actual, tanto por su carácter pensante como por sus altas cuotas de entretenimiento.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Un bastardo con gloria

Quentin Tarantino es el cineasta más ingenioso y provocador del cine contemporáneo. Hace casi dos décadas, que con films tanto entretenidos como intelectuales, se fue convirtiendo en un realizador con un estilo propio de un gran conocedor de la materia cinematográfica, destacando en sus películas una estética vistosa y el empleo de diversos recursos, como temáticas de extrema violencia, pero a su vez con un gran sentido del humor. El estadounidense es el gran maestro de la cita, de los conocimientos acerca de cómo hacer cine, de crear mundos llenos de personajes de una gran personalidad a través de guiones sofisticados repletos de elocuentes diálogos y efectivas estructuras narrativas.
En Inglourious Basterds, Tarantino vuelve a deleitar con su virtuosismo, tanto con el visual como el de contar historias, las cuales se irán intercalando para enriquecer a la obra, ya que con este nuevo film (como lo fue en la saga Kill Bill) vuelve a la subdivisión en capítulos, y en este casi serán cinco presentaciones que se complementaran para darle fuerza a la narración.
La película principalmente tratará temas recurrentes en el cine de Tarantino como la venganza, la violencia, el heroísmo y la sátira. En Inglourious Basterds se puede decir que de cierto modo se esta reescribiendo la historia ya que el film se centrará en los hechos de la Segunda Guerra Mundial, aunque con consecuencias alternativas a los hechos reales.
La ficción se centra en las peripecias de un escuadrón de soldados suicidas, los cuales liderados por el teniente Aldo Raine (Brad Pitt) no harán otra cosa que matar nazis de la manera más despiadada. Estos hombres serán denominados “Los Bastardos” y harán cosas como quitarle el cuero cabelludo a cada una de sus victimas como destrozarles la cabeza con un bate de baseball, por lo cual serán el temor de cada alemán que escuche el rumor de su existencia.
Paralelamente se encadenará a los hechos el proceder de Shosanna (Mélanie Laurent), una joven judía francesa quién sufrió la muerte de su familia en manos del ejército alemán y que albergará en su cine el estreno de un film nazi al cual asistirán los principales miembros del Tercer Reich: Adolf Hitler, Joseph Goebbels y Hermann Göring, y obviamente su idea será aniquilarlos y saciar su sangre vengativa.
En este caso se podrá ver la importancia de los personajes femeninos en el cine de Tarantino, ya que Shosanna tendrá la misma o mayor fortaleza que los hombres y nada impedirá que cumpla con su cometido, como podríamos situar a los personajes de Pam Grier en Jackie Brown, Uma Thurman en Kill Bill o el rudo grupo de señoritas que justiciaría a Kurt Russell en Death Proof.
Pero como todo film del estadounidense, Inglourious Basterds es un homenaje al cine, una obra repleta de guiños, no solo al clásico cine bélico como The Dirty Dozen de Robert Aldrich y al sarcasmo de Cross of Iron de Sam Peckinpah; sino más a los films de Sergio Leone, ya que se podría decir que este último film de Tarantino es en gran parte un spaghetti western y podría ser una especie de Il buono, il brutto, il cattivo (El bueno, el malo y el feo) en el marco de la Segunda Guerra Mundial, desde la estructura narrativa y la caracterización de sus personajes hasta los arreglos musicales.
Pero Tarantino no solo deleita con sus citas, tanto a films clásicos como propios, sino que debe ser el director moderno que más aprovecha los recursos que le da el cine, para hacer de estos una especie de collage plástico con la imagen (cuestión que había explotado al máximo en Kill Bill), desde cámaras lentas, el pausar de las acciones, los impactantes planos detalle, como la superposición de títulos que indiquen la importancia de personajes, lugares y situaciones.
También es fundamental como el realizador de Pulp Fiction usa magestualmente los diálogos, expresiones, primeros planos y movimientos de cámara para atrapar al espectador, como lo será en la introducción con un exquisito parlamento entre el siniestro coronel Hans Landa (gran interpretación de Christoph Waltz) y el francés que albergaba a la familia de Shosanna, larga escena (al estilo Thurman/David Carradine en el desenlace de Kill Bill Vol. II) que excede los veinte minutos sin nunca hacer perder la tensión, esa que el estadounidense mantiene extraordinariamente gracias a su capacidad para contar cada fragmento de sus historias.
Pero por sobre todas las cosas, hay que decir que Tarantino es un detallista, no sólo en cada cuadro y diálogo, sino también en la excelente selección musical, desde diversas melodías del mítico Ennio Morricone hasta una brillante escena dibujada con «Cat People (Putting Out The Fire)» de David Bowie. Otro punto para destacar de Inglourious Basterds es la diversidad de idiomas que les dan gran verosimilitud a una trama que está desarrollada en base a varios personajes alemanes y franceses, cuestión poco frecuente en las producciones estadounidenses que generalmente optan por un inglés con acento “extranjero”.
Inglourious Basterds no será una obra de culto como Reservoir Dogs o Pulp Fiction, pero si es un gran film, otro homenaje de Quentin Tarantino hacia el cine, concretando una película desquiciada, profunda y asfixiante desde lo visual hasta lo narrativo, que hace ver a su realizador como un gran bastardo, pero de aquellos llenos de gloria.