lunes, 26 de mayo de 2008

Atemporalidad binaria

¿De dónde vienes?
Dime porque apareciste,
entre los vientos
y con tu arboleda oscura.

Te encontrabas bebiendo
un perfume del jarrón del can
y me sonreíste de lejos,
como de Tokio.

Tu película no tenía argumento,
la mía tampoco,
mi firma estampada en tu centro,
tu nebulosa y tu espectro.

Tristes mis alas,
borrachas mis escamas
y mis pies que soñaban,
con tu médula de cristal.

Tu tonada francesa me hacía débil,
me daban ganas de fumármela;
mientras de tus raíces surgían
murciélagos en tu atardecer.

Creo que entre las dudas
y la indiferencia de la Luna,
se me dio por agarrar el globo terráqueo
y beberme un océano.

Una escena que inventé,
y al rato en mi pulpo cabalgué
hacia el cebo de tu vestido,
sobre aquella textura aterciopelada.