martes, 15 de julio de 2008

La complejidad del universo paralelo entre el bien y el mal

La mayoría de películas de superhéroes toman la clásica lucha del bien contra el mal, generalmente encerrada en una esfera de innovadores efectos especiales con el afán de entretener, atraer al público de diversas edades y lograr un producto rentable, que pueda hacer estallar los bolsillos capitalistas de las grandes productoras hollywoodesenses. Con esto no quiero decir que The Dark Knight –el nuevo film sobre Batman de Christopher Nolan- no vaya a arrasar con toda taquilla mundial posible, ya que de seguro será un gran éxito comercial, aunque también en este caso habría que sumarle otra distinción mucho más importante para el género: la gesta artística.
A simple vista, el nuevo film del personaje creado por Bob Kane en 1939 va más allá de ser una película de superhéroes, para pasar a ser un obra filosófica que a través de la ética, la moral y la psiquis de los individuos, retrata a la perfección las dos caras de la moneda: el bien y el mal.
No por nada en The Dark Knight, Nolan nos muestra con profundidad la locura, la paranoia y el instinto de sus personajes, los cuales son crudos y reales a pesar de ser ficticios, siendo quizás el mejor ejemplo de esta ambigüedad el Guasón, cuya genial interpretación del fallecido Heath Ledger crea a un villano de verdad, de aquellos que no gozan con el dinero, sino con el mal, la locura y la excitación que provoca el crimen. Es más, el personaje de Ledger no parece un ser natural, sino uno metafísico que es tan devoto a la maldad, que con solo su mirada quiebra las leyes de la moral y los prototipos de la conciencia humana.
La película de Nolan narra una vez más la lucha de Batman –Christian Bale- contra el crimen organizado teniendo al Guasón como su archirival de turno, aunque en la otra cara de la moneda hay que decir que se basa en las diversas estructuras del pensamiento, en el enfrentamiento físico pero también psíquico, siendo esto producto de un impecable y complejo guión que escribiría el mismo Nolan junto a su hermano Jonathan, para concretar una obra dramática de suspenso, acción y toques cómicos que nunca deja de serle fiel al comic original de DC.
The Dark Knight no es tan solo el producto de un guión brillante y el gran trabajo de un realizador que va creciendo a medida que pasan los años, sino que también se sustenta en una sutil partitura musical como en los diversos rubros técnicos, ya que aquellos despampanantes efectos especiales que cada vez se observan con mayor frecuencia en los films de superhéroes, aquí cumplen un papel fundamental, pero siempre de una manera cauta, como también lo son las no tan abundantes pero brillantes escenas de acción.
Por otro lado, sería imposible no mencionar el gran trabajo realizado por el departamento de maquillaje, tanto sobre el rostro de Guasón, cómo más espectacularmente lo es sobre el personaje de Harvey Dent –Aaron Eckhart-, el cual de seguro sorprenderá a muchos por lo fiel que es al comic de Kane y hará olvidar el triste recuerdo de aquel mismo personaje de la paupérrima Batman Forever de Joel Schumacher.
Nolan ya había demostrado que después del malogrado film antes nombrado de Schumacher como también del sumamente pésimo Batman & Robin del mismo director, pudo hacer resurgir al personaje de Ciudad Gótica con Batman Begins, y continuar la cadena con The Dark Knight, una obra que le es ampliamente superior y se encuentra a la altura de Batman y Batman Returns, las dos grandes películas que realizó Tim Burton.
Para concluir debo decir que The Dark Knight, entre otras minorías que nombré parcialmente, es una de las pocas obras “distintas” del género de superhéroes, las cuales buscan algo más que la espectacularidad que tienen por misión los grandes tanques de la globalización hollywoodense, siendo esto más que un motivo digno para ver esta nueva realización que se acerca a lo filosófico y lo complejo en vez de a lo alborotador y repetitivo.