lunes, 18 de mayo de 2009

Las idas y venidas en el tiempo

Cuando un film propone una narración con diversas líneas temporales, deben darse unos cuantos factores para que la historia sea llevadera y no maree al espectador. En The Reader, tercer film del británico Stephen Daldry, esto se da gracias al cuidado montaje de Claire Simpson y a la excelente fotografía de Roger Deakins y Chris Menges que recrean de manera estupenda la Alemania de la década del 50 en adelante.
Basada en la novela del alemán Bernhard Schlink, The Reader intercala básicamente tres períodos del tiempo pasado a partir del presente en dónde arranca la obra. El primero en la República Federal Alemana de 1958, dónde se narra un romance entre Michael (David Kross), un joven de 15 años quién se enamora de Hanna (Kate Winslet), una mujer mayor de 30 años con la cual se inicia sexualmente y a pedido de ella cada tarde le leía fragmentos de distintos libros.
La ubicación en el tiempo se traslada una década después, Michael ya se encuentra estudiando abogacía en la universidad, en tanto que yendo a presenciar un juicio se cruza con que Hanna es una de seis acusadas por haber sido guardia en el campo de concentración de Auschwitz en la Segunda Guerra Mundial, produciéndose un giro más que shockeante en la historia.
A partir de ese momento es cuando la película va perdiendo su encanto y el guión de David Hare se vuelve irregular, y lo que era una historia sólida y atrapante pasa a ser un relato que, por momentos, empieza a perder su interés a partir del tercer apartado temporal de importancia en la narración que ubica a un Michael ya adulto (Ralph Fiennes), quién vuelve a tener contacto con ella unos cuantos años después.
La cuestión radica en que quizás el hecho más fuerte de The Reader, lo que concierne al genocidio del Holocausto, no tiene una línea temporal propia en el espacio fílmico, sólo es mencionado y le quita fuerza a una narración que viene de un lapso pasional, para luego acaparar de repente un tema mucho más crudo, que en caso de no ser omitido le hubiera dado más realismo y credibilidad a la historia, que venía manteniendo un hilo más que interesante.
Pero en conclusión, se puede decir que luego de Billy Elliot y The Hours, Daldry redondea con The Reader otro correcto film, que a pesar de sus carencias en determinados lapsos del tiempo narrativo, se apoya firmemente en los rubros técnicos, cómo en la buena actuación de Winslet, que por su papel de Hanna obtuvo, tras su sexta nominación, su primer Oscar como mejor actriz.