lunes, 28 de diciembre de 2009

Una interesante historia de (des)amor

La opera prima de Marc Webb, (500) Days of Summer, es otro inteligente film del siglo XXI que demuestra que a partir de una historia de relaciones amorosas se puede lograr una obra muy rica en tanto al lado visual e intelectual cinematográficamente como también por el lado de una atrayente narrativa.
No sería descabellado pensar que el film de Webb completa una serie, justo a fines de la década, con Le fabuleux destin d'Amélie Poulain (2001) de Jean-Pierre Jeunet y Eternal Sunshine of the Spotless Mind (2004) de Michel Gondry. Las tres películas poseen mucho en común, a partir de lo expuesto anteriormente como en su propuesta tanto para un público erudito como masivo, cuestión que hace probable que con el tiempo estas clase de obras, a pesar de de ser muy buenas e interesantes, terminen siendo un tanto sobrevaloradas.
Pero volviendo específicamente a (500) Days of Summer, el film narra la historia de amor y desamor entre Tom (interpretado por Joseph Gordon-Levitt) y Summer (Zooey Deschanel). La narración se basa en contar desde el momento en que él descubre a su chica soñada en dónde todo lo que siempre imaginó como “ideal” se cumple a través de su relación con ella; como también las peleas, recriminaciones y la posterior separación.
No por nada, en un principio, se dijo que el film de Webb es rico a lo que a lenguaje cinematográfico se refiere. (500) Days of Summer es conjugado brillantemente por un llevadero guión de Scott Neustadter y Michael H. Weber, como por la ingeniosa narrativa no lineal que hace saltar de un día a otro de la relación entre ambos, ya sea desde el momento en que se conocen y todo es mágico, hasta las más feroces discusiones, que a través de los distintos hilos temporales, le darán un toque más atrayente a los hechos que se irán intercalando, ya sean en el día 1 o en el 495 del tiempo que mantuvieron juntos.
Entre todas sus virtudes, hay que decir que la película esta llena de recursos que la enriquecen, como la inclusión de dibujos animados y la utilización del falso documental bien al estilo Annie Hall de Woody Allen; como con distintos juegos con la imagen, desde ir del color al blanco y negro, como degradar la fotografía al dibujo y distintas animaciones, divisando ahí la importancia de que Tom sea arquitecto y sobreestime sus diseños al pasar varios años trabajando en una compañía de tarjetas de regalo. También hay que darle un crédito extra a una excelente escena en dónde se opta por dividir la pantalla en dos, y en una se muestran las expectativas del protagonista, en tanto que en la otra la misma acción, pero a través de la triste realidad.
Como en Le fabuleux destin d'Amélie Poulain y Eternal Sunshine of the Spotless Mind, las actuaciones de los protagonistas producirán que los espectadores se sientan identificados con los personajes, los cuales en este caso resultan más que entretenidos y encantadores, para redondear que las interpretaciones de Gordon-Levitt y Deschanel sean mas que confortantes.
Pero a parte de un gran film, (500) Days of Summer, es un homenaje a la historia del rock británico con citas que rondan desde The Beatles, pasando por los Sex Pistols hasta The Smith. También el entorno musical del film, que siempre abunda entre el rock y lo indie, abarcará temas de grandes artistas como Simon & Garfunkel, Pixies, Regina Spektor y Carla Bruni. Un momento interesante y llamativo de la obra, encaminado a su extensa consideración a la música, es cuando Tom y Summer discuten en un local de discos sobre quién fue el mejor beatle, manifestando ella su amor por Ringo Starr, reconocido popularmente como el menos popular de los cuatro de Liverpool.
Por otro lado, también es para destacar el homenaje que Webb le hace al cine mismo, desde situaciones muy al estilo de la Nouvelle vague y los primeros films de Jean-Luc Godard y François Truffaut, como a Det sjunde inseglet (El séptimo sello) de Ingmar Bergman. Mucho de esto se producirá a partir de la alusión al cine dentro del cine, en divertidas escenas en una sala cinematográfica dónde, a parte de ser espectador, Tom aparecerá en la pantalla de la película que está observando.
En conclusión, (500) Days of Summer es una interesante película, que aunque tenga algunos típicos clichés del género, demuestra que es un film muy rico a nivel visual e intelectual, que podrá atraer a diversos públicos a través de un film, que como remarca Webb, no es una historia de amor, sino que simplemente destaca diferentes matices de tal sentimiento.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Fuerza natural en el Ciudad de la furia


El recital que brindó Gustavo Cerati el domingo 20 de diciembre le dio un cierre más que digno a lo que fueron las presentaciones en el Club Ciudad de Buenos Aires, ya que es de conocimiento público que este escenario no recibirá más shows musicales debido a las constantes quejas de los vecinos de la zona.
El ciudad ya se había convertido en un escenario clásico, dónde rondaron importantes bandas como Radiohead, The Mars Volta y R.E.M., entre otros; y en este caso el ex Soda Stereo presentó su última placa, Fuerza natural, refiriéndose al caso: “¿Cómo está el volumen? Saludos a los vecinos; o sino pongan más lugares para tocar”.
Como era de prever, el show arrancó a todo volumen, en un primer set dónde Cerati presentó los temas de su nuevo disco, pasando primero por lo rock pop eléctrico como «Fuerza natural», «Magia», «Déjà vu», «Desastre» y «Rapto», en un comienzo que se lo vio de negro y con antifaz con su energía característica sobre el escenario.
Después fue el turno del segmento electroacústico de su nuevo álbum, dónde expuso «Amor sin rodeos», «Tracción a sangre» y la impecable «Cactus», el tema mejor logrado de Fuerza natural.
Para cerrar la primera parte del recital, Cerati tocó las canciones restantes del disco (aunque «#» quedó para el final del show), o sea «Naturaleza muerta», «Dominó», «Sal», «Convoy» y una extensa e alucinante versión de la psicodélica «He visto a Lucy», para la cual se sumó Gillespie.
Luego de un receso vendría el momento más importante de la calurosa noche en el Club Ciudad, cuando Cerati homenajeó a la fallecida Mercedes Sosa tocando una impecable versión de «Zona de promesas» de Soda Stereo, tema que cantaron a dúo en Cantora, último álbum de ella.
Para la segunda parte del espectáculo, Gustavo (ya de blanco) se propuso a recorrer varios temas de discos anteriores de su carrera solista, arrancando con grandes composiciones de su primera placa Amor amarillo, como «Pulsar» y «Te llevo para que me lleves», aunque en esta última, el acompañamiento en voz de Anita Álvarez Toledo dejó mucho que desear.
Luego Cerati y su banda (muy bueno lo de Richard Coleman en guitarra y Fernando Samalea en batería) recorrieron hits como «Crimen», «Paseo Inmoral», «Cosas imposibles» y «La excepción», la cual se intercaló con el riff de «Rebel Rebel», excelente tema de David Bowie allá por los 70.
Para el final, quedarían «Puente», «Lago en el cielo», «Vivo» y «Jugo de Luna», para clausurar el Club Ciudad con el ya nombrado «#». El show fue de una fuerza natural impecable, y a todo volumen, Cerati le dio un cierre más que digno a un escenario característico de los últimos años como el Club Ciudad de Buenos Aires.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Una de vampiros diferente a las demás

En una época donde los vampiros se encuentran devaluados, o mejor dicho ultra popularizados con la masiva Twilight, novela de Stephenie Meyer que luego fuese llevada al cine al estilo Harry Potter; aparece una variante más que interesante: Låt den rätte komma in (Criatura de la noche) del sueco Tomas Alfredson.
¿Por qué la diferenciación? El de Alfredson es todo lo contrario a aquellos films pochocleros que, en cierto punto, son construidos para atraer a masas de adolescentes y fanáticos que concurren disfrazados a las salas; es todo lo contrario, se asemeja más a una película con su propio y bien definido estilo que seguramente con el transcurso de los años podrá ser valorada como de culto dentro del género.
Låt den rätte komma in narra la historia de Eli (Lina Leandersson), una niña vampiro con complicaciones para conseguir sangre fácil, que se enamorara de Oskar (Kåre Hedebrant), un chico solitario con problemas familiares y en la escuela, que quedará asombrado con la personalidad de su nueva amiga. A partir de la unión entre ambos, se defenderán mutuamente y conformarán una historia de amor tan inocente como real.
El film de Alfredson es muy rico desde el punto de vista estético, ya que desde un principio se desliga de toda estructura renacentista de los tiempos de Drácula, la clásica novela de Bram Stoker, como ha sucedido en la mayoría de los films sobre el vampirismo. Låt den rätte komma in mantiene una estética delicada y encantadora, como la mismísima Estocolmo dónde se sitúan los hechos de la historia.
La fotografía de Hoyte Van Hoytema provoca que en la fría ciudad sueca se produzcan situaciones calidas. Cada plano es maravilloso, y por lo pintoresco se lo podría situar como dentro de una continuación por lo propuesto por el maestro del cine nórdico, Ingmar Bergman, y especialmente su film Fanny och Alexander, que justamente también narraba la relación entre unos niños.
Pero lo que hace que Låt den rätte komma in sea un gran hallazgo dentro del cine actual es el impecable guión de John Ajvide Lindqvist, quién adapto su propia novela para crear una historia desgarradora, narrando acciones maravillosas como un ataque de Eli a unos agresores de Oskar en una pileta de natación, que quedará en el recuerdo como una de las escenas más grandiosas de los últimos tiempos, a lo que se refiere a equilibrio entre el desenlace de la acción dramática y la brillantez visual.
Låt den rätte komma in es un film de vampiros distinto, tan encantador como aterrador, que mediante personajes muy bien definidos (interpretados de gran manera por sus protagonista) logran un clima más que interesante en una película que no abusa de la sangre, aunque si la utiliza al por mayor para crear un entorno verosímil y lleno de significación.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Un show histórico que será eterno

El pasado viernes 4 de diciembre no fue un día convencional. En el estadio de Vélez Sarsfield se produjo un acontecimiento atípico, un show de aquellos que quedarán en el recuerdo por siempre. El espectáculo de Luis Alberto Spinetta mantuvo una lucidez descomunal a lo largo de casi cinco horas y media de pura emoción que enmarcaron un hecho histórico.
Ni siquiera en el plano de las estructuras, el mega recital de Spinetta fue convencional. Cerca de las 22, el Flaco salió al escenario de un estadio colmado con casi 40 mil espectadores, y en principio habló con su público y nombró a los músicos que le hubiera gustado que se hagan presentes en la noche de Liniers, como Pedro Aznar, León Gieco y Frank Ojtersek; en tanto que mencionó a los que le hubiera gustado versionar y no encontró lugar en el show, como Moris, Andrés Calamaro, Carlos “Indio” Solari y Hugo Fattoruso.
En principio, se puede decir que fue un acontecimiento histórico por dónde se lo mire, y quizás el concierto más importante de la historia del rock en nuestro país, porque como se ira resumiendo en este escrito, en el escenario de Vélez estuvieron todas las glorias nacionales del género, ya sea en presencia o siendo versionados en su mayoría por el eterno Spinetta.
Todo comenzó con la hermosa entonación de «Mi elemento» para dar comienzo a la emocionante velada musical, en dónde Spinetta repasaría su extenso y maravilloso repertorio, siendo cortejado, no sólo por la gran mayoría de los músicos que lo acompañaron a lo largo de estos 40 años de carrera, sino también por una larga lista de “genios” (como el mismo los destacaba) que admira y deseaba que participen de la noche.
El show denominado “Spinetta y sus bandas eternas” se dividió en dos segmentos, en el primero, el Flaco con la participación de distintos músicos invitados como Javier Malosetti, Diego Rapoport y Leo Sujatovich, comenzó a repasar grandes temas de Spinetta Jade, como «Alma de diamante» y «¿No ves que ya no somos chiquitos?», y de su carrera solista, como «Ella también» y «Cementerio club».
El show era muy emotivo y lo fue más a medida que grandes figuras fueron saltando al escenario para acompañar a Spinetta. La aparición de Fito Páez, quién grabara con el Flaco La, la, la en 1986, fue más que importante para el espectáculo, y verlos entonar con total exuberancia temas como «Las cosas tienen movimiento» y «Asilo en tu corazón» fue desgarrador, para terminar cerrando el set con un gran dicho de Páez: “Luis Alberto… siempre estarás en mi”.
Luego sería el turno de otro peso pesado de la historia del rock argentino, Gustavo Cerati, con el que cantaron a dúo «Té para tres» de Soda Stereo y «Bajan » del monumental disco Artaud que Spinetta grabó en 1973. Ambos temas sonaron impecables y la emoción de Cerati se pudo observar al retirarse con la arenga “Si hay un sueño cumplido, es éste”.
Hasta ese momento, el show era un gran manifiesto emocional lleno de sorpresas, a las cuales se sumaron los dignos homenajes que Spinetta le hizo a leyendas del rock nacional, versionando maravillosas canciones como «Mariposas de madera» de Miguel Abuelo, «El rey lloró» de Litto Nebbia y «A dónde está la libertad» de Pappo (con el acompañamiento de Juanse en voz), para cerrar con «Necesito un amor» de Javier Martínez y la presentación sobre el escenario de sus hijos Dante y Valentino, tocando la guitarra y rapeando, respectivamente.
Uno de los momentos más esperados de la noche, era el de la presencia de la otra gran leyenda viviente del rock argentino: Charly García, para el cual Spinetta le rindió un merecido homenaje versionando su tema «Filosofía barata y zapatos de goma».
Luego, saldría a la escena el propio García para vocalizar junto a Spinetta el ya clásico de ambos «Rezo por vos», que al igual que en el recital del primero en octubre pasado, sonó en gran forma y nos permitió una vez más poder vislumbrar en pareja a los dos más grandes del rock argentino.
Después de un merecido intervalo, comenzaría el segundo segmento y las emociones que se empezarían a producir serían inagotables. Como puntapié inicial se presentarían Los socios del desierto con Marcelo Torres y Malosetti (en lugar del fallecido Daniel Wirtz) para deslumbrar junto al Flaco con temas como «Nasty people» y «Bosnia».
Pero aquello no sería nada a comparación del momento que se pudo vivir después cuando aparecieron en el escenario de Vélez, Carlos Alberto “Machi” Rufino y Hector “Pomo” Lorenzo, quienes junto a Spinetta formaban Invisible, la fenomenal banda de los 70.
El trío hizo vibrar al público que se hizo presente en la noche en Liniers con clásicos como «Durazno sangrando» y «Jugo de lúcuma», en tanto que maravillaron con el hermoso tema «Niño condenado», para el cual escuchar la voz del Flaco fue una experiencia mágica. Para el final, versionaron a Tanguito y su eterno tema
«Amor de primavera», dejando en el recuerdo a uno de los pocos grandes que faltaban en el show.
Después llegaría el momento de mayor explosión de la noche, con la presentación de Pescado Rabioso y la de los integrantes originarios de la banda: Black Amaya, Osvaldo “Bocón” Frascino, Carlos Cutaia, David Lebón y obviamente el propio Spinetta.
Lo expuesto por Pescado fue magnífico y clásicos como «Poseído del alba», «Despiértate nena» y «Me gusta ese tajo» hicieron enloquecer a todo el estadio, cargándole una cuota más de adrenalina y brillantez musical a un show que era anecdótico.
A lo que a presentación de las bandas eternas se refiere, lo que el público tuvo oportunidad de ver para lo último fue un lujo, porque junto a Spinetta se presentaron Edelmiro Molinari, Emilio Del Güercio y Rodolfo García, los integrantes iniciales de Almendra.
Fue emocionante ver a los cuatro juntos luego de tantos años, y más aun escucharlos (con la excelencia que los caracterizaba en los 60 y la propia madurez actual) hacer temas inolvidables como «Color humano» y «Fermín», en tanto que por último, el Flaco desenfundo la guitarra acústica y el grupo unido en un círculo entonaron quizás el tema más recordado de aquellos tiempos: «Muchacha», en lo que fue una presentación deslumbrante.
Ya acercándose al final, Spinetta tocó «8 de octubre», tema homenaje a las víctimas de la tragedia en Santa Fe, tema para el cual se le sumó Mollo en guitarra. Luego quedaría el cierre con grandes hits de su carrera solista como «Seguir viviendo sin tu amor», «Yo quiero ver un tren» y «No te alejes tanto de mí».
En conclusión, se puede decir que el recital que brindó Spinetta junto a sus bandas eternas y distintos invitados fue un hecho histórico. Un acontecimiento de una magnitud digna de un genio, que quedará en el recuerdo por siempre, para el cual esta humilde nota es poco, ya que un show que será eterno como este, sería digno de la extensión de un libro.