lunes, 23 de agosto de 2010

La última tortura del cine actual

El universo cinematográfico seguramente no se encuentre en un buen momento, ni hablar de lo proveniente del sector hollywoodense que atraviesa una gruesa crisis, más que nada por la falta de ideas, y The Last Airbender de M. Night Shyamalan es un claro ejemplo del deterioro fílmico.
El estado actual del cine estadounidense da mucho que pensar, pero más aun que un realizador haya decaído tanto, aunque eso no sería lo más preocupante, ya que peor aun es la pérdida de una ideología creativa, siendo el caso de Shyamalan muy preocupante.
Se puede decir que los últimos films del realizador indio como Lady in the Water y The Happening no estaban a la altura de Unbreakable o The Village, pero al menos mantenían la cinefilia del director basada en historias relativas a lo sobrenatural, con una filosofía específica y un uso destacado del suspense.
Pero The Last Airbender es todo lo contrario a un buen film, es lo más próximo a la destrucción del cine: una narración convencional, personajes y acciones esteriotipadas, una estética desabrida y efectos especiales que no aportan nada. Es de aquellas películas que no son ni arte ni divertimento.
Como The Last Airbender hay diversos films en los últimos años (por nombrar una la patética Paranormal Activity de Oren Peli), pero lo más preocupante es que a esta no la dirige un novato, sino que un realizador que supo lo que hacía como Shyamalan; y acá no tiene nada que ver esa vieja catalogación de películas por encargo, ya que a pesar de no ser un gran film The Planet of the Apes de Tim Burton tenía una estética y toques personales de su autor.
Para comentar un poco este nefasto film, The Last Airbender intenta ser la típica película fantástica en donde se entrecruza la eterna lucha del bien y el mal; en este caso el mundo se dividirá en cuatro naciones: la del agua, la tierra, el viento y el fuego, siendo este último sector el vil de la cuestión.
Lejos de parecerse a la clásica Die unendliche Geschichte (La historia sin fin) de Wolfgang Petersen, The Last Airbender tomará diversos motivos de ésta y de cierto modo sepulta al cine fantástico. Hasta films intrascendentes de los últimos años como The Chronicles of Narnia respetan más al género que la nefasta obra de Shyamalan.
No queda mucho más por decir ni valdría la pena hacer más exhaustivo un análisis de una obra muy pobre como The Last Airbender, que sobre todo decepciona no sólo por su escasez tanto narrativa como visual, sino por el deterioro de su autor: un Shyamalan que pareciese ser un novato y haber tirado por la borda todo posible pergamino que haya obtenido en el pasado.

viernes, 6 de agosto de 2010

La compleja temporalidad de los sueños

Christopher Nolan demostró en los últimos años que es un realizador de los más importantes de su época dentro del cine norteamericano. Sus films son de gran lucidez visual, cómo de complejas estructuras narrativas que los hacen sumamente originales; e
Inception, su última película, no será la excepción.
Cobb (Leonardo Di Caprio) es un ladrón que se mete en la mente de las personas para manipular sus sueños y poder conseguir codiciados secretos útiles para el ambiente del espionaje. Su vida será un eterno abismo, su mujer (Marion Cotillard) ha muerto y se lo culpa de la tragedia, cuestión que provocará que se separe de sus hijos y sea un fugitivo de la justicia, todo por el turbio entorno de su trabajo.
Los límites de la realidad fantástica, el resplandor de los sueños y las posibilidades de la mente humana no tienen barreras para Nolan. Inception quiebra todos los esquemas de un contexto previsible. Por momentos todo se verá de una manera vigorosa dentro de una línea de tensión majestuosa.
Nolan vuelve a crear un mundo impactante visualmente, pero lo que mejor hace es profundizar en la mente de sus personajes y en las posibles realidades que se pueden crear a partir de sus posibilidades. Si el imaginario y la combinación de mundos paralelos en The Matrix de los hermanos Wachowski eran complejos; en Inception, ciertos enlaces tendrán una relación sublime pudiendo intercalar hasta cinco temporalidades simultaneas con una delicadeza asombrosa.
Por eso no solo es prodigiosa la imaginación del realizador inglés, sino la creatividad para poder unir esas unidades narrativas y nunca desequilibrar la historia. Para esto tendrá un papel muy importante el montaje de Lee Smith, ya que cada plano es intercalado paralelamente con el siguiente para crear una atmósfera de suspenso cautivadora.
Pero volviendo al núcleo temático del film, la cuestión será que Cobb tendrá una última misión, que en caso de salirle las cosas bien, cumplirá una función redentora y podrá escapar de una vez de su perturbador presente. Tendrá que ir en búsqueda de una valiosa información, para lo que contará con la compañía de Arthur (Joseph Gordon-Levitt), Ariadne (Ellen Page), Eames (Tom Hardy), Yusuf (Dileep Rao) y Saito (Ken Watanabe), el magnate que le dará la misión.
Se puede decir que Nolan es uno de los pocos que intenta hacer un cine original en el presente. Siempre al margen de las convencionalidades, cómo con el impacto que produjo Memento, dónde el hilo narrativo se desarrollaba a la inversa de toda estimación clásica, ya que el tiempo transcurría del presente hacia el pasado: el principio era el final y a la inversa.
Este tipo de complejidad es usual en los films de Nolan. Inception posee una estructura narrativa sumamente audaz y es para destacar tanto lo bien que esta manejado este aspecto, cómo los sorprendentes efectos visuales que hacen parecer reales todos los delirios que se irán produciendo en el interior de las mentes humanas.
Para redondear el tema central del origen mental y el desarrollo de los sueños, se podría decir que Nolan toma una perspectiva diferente respecto a otros grandes directores. Todo podrá ser posible en cierto universo, aunque estéticamente distará de una imagen surrealista y delirante al estilo del genial David Lynch en films como Lost Highway o Mulholland Dr., debido a que aportará una visión propia de tales fenómenos, en dónde lo trastornado tendrá un enfoque más real dentro del contexto fantástico.
Inception es otra muy bien lograda película de Nolan. No de un carácter tan profundo o filosóficamente complejo como lo era The Dark Knight, pero sí una obra importante que confirma nuevamente el potencial de un director de los más trascendentes de su época.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Un Freddy desfigurado

El cine a finales de la década de 1970 y principios de los 80 ha engendrado a través de tres personajes míticos una renovación en el género de terror; ya lejos de personajes clásicos que solían venir de la literatura (Drácula de Bram Stoker o Frankenstein de Mary Shelley), estos nuevos protagonistas serán asesinos seriales tan reales como sobrenaturales.
Esta estética relacionada al rock y al universo de la adolescencia fue llevada por tres directores: John Carpenter con Halloween (1978) y el personaje Michael Myers, Sean Cunningham con Friday the 13th (1980) y Jason Voorhees, y Wes Craven con A Nightmare on Elm Street (1984) y Freddy Krueger.
En la actualidad, más que nada por la falta de ideas, la remake resulta algo más que habitual y estos clásicos del terror no quedaron al margen, y tuvieron resultados poco favorables. Estos fueron los casos de Halloween de Rob Zombie y Friday the 13th de Marcus Nispel, en tanto que ahora también lo es el de A Nightmare on Elm Street, con la nueva versión del film realizada por Samuel Bayer.
Pero ya en el nuevo film sobre Krueger, habrá grandes diferencias respecto a la temática con la película original. Para esto hay que remitirse a lo que la obra de Bayer intenta ser, es una transposición aburridamente fiel a la de Craven intercalándola con algunas ideas trastocadas de Freddy’s Dead: The Final Nightmare (1991) de Rachel Talalay.
La cuestión es que todo el horror y el misterio que se creaba en base a la aparición y origen de Freddy en A Nightmare on Elm Street (la original), y que luego se iría narrando a través de diversos sucesos en las películas siguientes (para terminar descifrando la identidad del personaje en la de Talalay), está casi ausente en esta nueva entrega del film.
La temática de la remake tendrá un cambio un tanto ridículo respecto a la original. Krueger era un personaje maligno, un asesino del cual sus orígenes lo llevan a matar y torturar, en este caso a niños en una escuela; en tanto que en la nueva versión, esto se dará de la misma manera, aunque se pronunciarán indicios para decretar al mítico protagonista como pedófilo, razón que desfigura sin mucho sentido al personaje.
Otro aspecto perjudicial de la temática fílmica de la nueva A Nightmare on Elm Street es la constante repetición de motivos: escenas del clásico de Craven como cuando Nancy esta en la bañera y por debajo del agua surgen las navajas del guante de Freddy, o cuando otra joven es levantada hasta el techo mientras duerme para luego caer muerta y ensangrentada sobre su cama, no le aportan nada a la película de Bayer.
Pero un asunto ridículo y hasta cierto punto irrespetuoso con el film original es la construcción estética del personaje principal: Freddy Krueger. Aquel ser oscuro que supo producir miedo y mantener una identidad en lo que al género se refiere, es modificado por un individuo de un rostro desagradable, pero no entendiéndose en medida que provoque horror, sino que resulta grotesco y feo visualmente, el que aparece en la pantalla no parece ser aquel aterrador asesino que surgía en 1984.
En conclusión, se puede decir que la remake de A Nightmare on Elm Street es un film totalmente prescindible, que entre diversos desordenes temáticos respecto a la original, lo hacen quedar plenamente opacado, y como la mayoría de las nuevas versiones sobre películas clásicas que se hacen en Hollywood, la obra del inexperto Bayer resulta mediocre y poco atractiva.

lunes, 17 de mayo de 2010

Las facetas de hacer real la ficción

El cine de Pablo Trapero siempre se encargó de relatar historias dentro del universo de comunidades específicas, ya sea como la de los trabajadores obreros en Mundo grúa, la de la policía en El bonaerense o la de las mujeres en una prisión en Leonera. En su último film, Carancho, el realizador argentino profundizará en lo mafioso de las fundaciones de abogados, respecto a los accidentes de tránsito y el provecho que intentan sacar de éstos contra las aseguradoras de riesgo.
Sosa (Ricardo Darín) será un prisionero de su profesión y trabajo, un ave de rapiña siempre en busca de algún accidente o provocándolo para el bien de la fundación, entidad que tendrá contacto tanto con la policía como con el policlínico y así evadir sus actos fraudulentos.
Todo será un caos hasta que conozca, en una de sus largas noches, a Pilar (Martina Gusman) una médica que le cambiará sus expectativas de vida, y no sólo será un mero contacto para él, sino que se enamorara de ella.
Trapero trata de mostrar un colectivo social, para a partir de éste contar una historia particular, la de Sosa y Pilar: dos personajes marginales, ya que él posee un pasado oscuro que le hizo perder su matrícula y ella es una adicta a las drogas que sufre inmensos dolores. El realizador argentino tiene como peculiar mostrar una faceta de la realidad como si fuera a través de un juego ficticio, intercalando la crudeza con lo artificioso.
Carancho es una película fuerte. Cada accidente por el que respiran sus protagonistas tiene un sumo condimento morboso, no del esplendor bizarro de Crash de David Cronenberg, sino ambientado a la vida misma.
Como a lo largo de su filmografía, Trapero fue construyendo una estética que a simple vista podría asimilarse a la del registro documental, y que damnificada con una fotografía oscura y de solemnes grises, crea mundos ficticios y tensionantes, pero que bien podrían ser un reflejo de la realidad.
Carancho termina afirmando la madurez a la que ha llegado Trapero, a una especificidad propia entre la acción dramática y los aspectos visuales; y aunque por momentos el film pueda parecer un tanto denso, logra correctamente otra obra característica de su director, siendo fuerte y provocadora.

lunes, 26 de abril de 2010

Siniestra y deslumbrante

En su nuevo film, Das weisse Band (La cinta blanca), Michael Haneke narrará el crudo estar de un pequeño pueblo alemán a principios de la década de 1910. Un sitio tranquilo, pero dónde sucederán desgracias inciertas y relaciones perturbadoras en un ambiente misterioso y desgarrador.
Los protagonistas serán víctimas del sufrimiento, y muchos de ellos niños, que tendrán que soportar una abrumadora violencia física y moral. El director hará llegar tales angustias de una manera vil y relista, desde la exquisita y fría fotografía en blanco y negro, que en cada momento (a parte de dar cuenta de una historia de época) hace llegar esplendorosamente la oscuridad de los sucesos producidos, al estilo Schindler’s List de Steven Spielberg, pero aun más siniestra.
El film de Haneke no será de aquellos que justifiquen las acciones o den un porqué detallado de las cosas, simplemente cada hecho sucederá y tendrá que ser así. Se pronunciará tanto una imagen sobrenatural como la realidad misma. Sólo se puede decir que Das weisse Band es un claro anticipo de lo que llevó a la psiquis humana a producir la Primera Guerra Mundial en 1914. De ninguna manera se puede hablar de hechos individuales y grupales, sino que intenta manifestar que la maldad esta en las propias entrañas del mundo y en la vida misma.
La puesta en escena de Haneke es categórica y los actores encarnan sus personajes muy vivazmente. Christian Friedel (el maestro), Ulrich Tukur (el barón) y Burghart Klaußner (el pastor) logran, a través de sus expresiones, un andar muy verosímil respecto a lo que se está narrando. Hasta por momentos parecen surgidos del cine mudo alemán de Friedrich Murnau o Fritz Lang.
Es normal que por momentos la historia se torne un poco densa, pero todo lapso narrativo es resuelto con delicadeza. No hacen falta las explicaciones. Basta un gesto, un plano, un diálogo. Desde su concepción estilística y argumentativa, el film trazará muchos paralelos con el cine de Ingmar Bergman y recordados films como Smultronstället (Fresas salvajes) o Fanny och Alexander.
Das weisse Band es una película siniestra y hermosa en cada plano. La obra de Haneke es el cine concebido como arte en tiempos dónde predomina lo comercial y ordinario, de lo cual el director de Caché se desliga completamente con este film, que entre la ironía política, religiosa y existencial, concreta una historia distinta e impactante por su crudeza al momento de retratar cada acción.

jueves, 15 de abril de 2010

Su Edipo interior

El cine de Daniel Burman se caracteriza por la composición de personajes complejos, inmersos siempre en situaciones que abordan las relaciones humanas y una marcada personificación de tales protagonistas.
En su nuevo film, Dos hermanos, el director argentino estará lejos de tener un guión complejo, con diálogos tan logrados como los de El nido vacío, su anterior película, pero a través de la relación entre sus intérpretes, Marcos y Susana, entre su amor y odio, cómo también sus necesidades y soledades, caracterizará a los personajes más interesantes y oscuros de su filmografía.
Ambos protagonistas están interpretados más que correctamente por Antonio Gasalla y Graciela Borges, él es un indefenso orfebre de poco carácter, en tanto que ella, intenta codearse con el mundo de los eventos y la alta sociedad, para tratar de aparentar una condición social que no es la suya, y será la que lleve el papel dominante en la relación fraternal.
De manera muy diferente, los dos hermanos se verán afectados por la muerte de su madre y a partir de esto se revelará la faceta psicológica del film. Luego de la tragedia familiar, Marcos y Susana oscilaran entre Buenos Aires y Uruguay, siendo en un pueblo de éste último dónde el personaje interpretado por Gasalla participará en una obra teatral independiente de Edipo Rey de Sófocles.
Se sabe que a partir de esta tragedia griega en dónde Edipo, sin saberlo, matará a su padre y se acostará con su madre, Sigmund Freud denominaría como Complejo de Edipo al deseo inconsciente de mantener una relación sexual con el progenitor del sexo opuesto y de eliminar al contrario.
En Dos hermanos, Burman aborda de manera elocuente la teoría de Freud para caracterizar a sus personajes. Ambos solterones: Marcos siempre fue apegado a su madre a la que le concedía todos sus gustos; en tanto que Susana siempre se hallaba del lado de su padre, mostrándose siempre celosa y distante de su progenitora.
A parte del carácter psicológico y el sugestivo lazo que traza Burman entre la obra de Sófocles y la teoría de Freud, es destacado como se manifiesta subliminalmente la apariencia de dos personajes excluidos socialmente, ya que Marcos es homosexual y Susana una trepadora, por no decir casi una prostituta. Él, coqueteando de manera casi inocente con su director de teatro; y ella, siempre tras un hombre para tratar de conseguir un bien propio. Pero todo se muestra suavizado, como secundario, pero de suma importancia para ir desarrollando la personalidad de ambos.
Para concluir, se puede decir que Dos hermanos gira alrededor de sus dos protagonistas: sus sentimientos más ocultos y ese inconsciente Edipo interior que llevan los personajes de Gasalla y Borges; los cuales serán tan entrañables cómo oscuros y solitarios, para terminar siendo de los intérpretes más logrados dentro del universo cinematográfico de Burman.

jueves, 25 de marzo de 2010

En el país de la confusión

Alice in Wonderland, del británico Lewis Carroll, es una de las obras literarias más aclamadas del siglo XIX, la cual fue producto de diversas transposiciones, ya sea para cine, como en óperas y funciones teatrales.
El aclamado director Tim Burton será el que tomé esta historia como la de Through the Looking Glass (obra posterior de Carroll), para crear una nueva narración a su exquisito mundo cinematográfico, aunque en esta ocasión el film será un tanto errado. Para la nueva película, Alicia, más crecida y cercana a los 20 años, volverá al país de las maravillas y se encontrará con los mismos personajes con los que había tenido sus vivencias en la niñez, cuestión que le hará dar razón de que lo vivido no había sido un sueño y por ende los problemas que tendrá que enfrentar en el presente serán reales.
Generalmente los films más logrados de Burton son aquellos más personales como Edward Scissorhands, Ed Wood y Big Fish, los cuales están compuestos de libretos originales o no provienen de historias muy populares; en tanto que mediante a lo que adaptaciones de fábulas masivas se refiere, su nivel artístico no alcanzó la cúspide de su creatividad, como había sido con Planet of the Apes.
Pero hay importantes excepciones que luego fueron grandes películas como Batman (adaptación del comic de Bob Kane) y Sleepy Hollow (de la historia de Washington Irving); aunque en este caso, la transposición de la obra de Carroll será más que floja y lejana a los excelentes films de la autoría burtoniana.
Siempre se dijo que era muy posible que Carroll haya ingerido drogas alucinógenas al momento de escribir Alice in Wonderland y su respectivo universo fantástico, más aun de que éste a través del film animado de Walt Disney haya sido tomado como icono lisérgico a fines de la década de 1960, tras las previas críticas negativas que había recibido en su estreno en 1951.
Pero en este caso, todo lo fortuitamente subliminal que tenía la adaptación de dibujos animados, el nuevo film de Burton lo omite. Recrea una historia que condensa mucha información, atropella las acciones y carece de ingenio, especialmente por el pobre guión de Linda Woolverton, que provee personajes inexpresivos y diálogos poco inteligentes.
Volviendo a los protagonistas de Alice in Wonderland, en este punto es dónde se encuentra uno de los principales inconvenientes de la película, ya que a excepción de la Reina Roja que es interpretada correctamente por Helena Bonham Carter, tanto la Reina Blanca (Anne Hathaway), cómo la propia Alicia (Mia Wasikowska) resultan fríos y apacibles; pero más allá de todo el que afecta más a la estructura narrativa será el Sombrerero Loco (Johnny Depp), quién en el libro original tiene escasa participación y en la película de Burton es uno de los principales, que en vez se servirle al desarrollo de la obra, pareciera que el director le dio tal importancia para cumplir su anhelo personal con su clásico actor fetiche.
A favor del film, se puede decir que está bien logrado estéticamente y que aquella visión barroca de las cosas que propone Burton en anteriores films como Edward Scissorhands y Sleepy Hollow tiene una continuidad artística, en este caso a través de la fotografía de Dariusz Wolski, aunque conociendo la trayectoria de Burton y lo que implica la obra literaria, tanto lo visual como a su vez lo narrativo podrían haber sido más delirantes.
Respecto a lo que implican tecnologías actuales, parece que la película fue hecha en 3D por cuestiones de marketing, ya que se sabe que este recurso digital tuvo una gran aceptación en el público, pero en este caso no le aporta nada al film, al contrario de Avatar de James Cameron que produjo interesantes innovaciones en lo relacionado a la profundidad de campo.
En conclusión, a pesar de algunas certezas estéticas, con Alice in Wonderland, Burton concreta un film muy flojo y pobre narrativamente, que termina siendo desequilibrado, confuso y en ciertos puntos un tanto denso, y que poco tiene de la personal autoría del director, sino que más que nada parece un mero encargo y un paso en falso en la carrera de un genio.

lunes, 15 de marzo de 2010

Bueno, pero no como los de antes

Martin Scorsese es uno de los realizadores más importantes de los últimos 50 años del cine estadounidense, que junto a otros pares como Francis Ford Coppola o Brian De Palma, dieron origen a una especie de nouvelle vague norteamericana.
Con films plenamente intelectuales, políticos y esencialmente “cinematográficos” como Who’s That Knocking at My Door de 1967, Scorsese daría comienzo a una carrera brillante, llegando a un alto nivel de madurez con la aclamada Taxi Driver y la posterior Ragging Bull.
El presente del director norteamericano, a pesar de ser correcto y tener destellos de genialidad, dista muchísimo de aquellas grandes épocas, y su nueva película Shutter Island, a pesar de ser por momentos un interesante thriller, no alcanza las expectativas que un realizador de la talla de Scorsese suele generar.
Los últimos films de Marty como Gangs of New York, The Aviador o The Departed, sólo parecían ser súper producciones sin el máximo de su potencial que tenían en su haber la codiciada llegada a la obtención del Oscar, premio que conquistó por la última de la nombrada serie.
Ya sin el peso pesado de aquella estatuilla sobre la espalda, Scorsese se pondrá a tonó con el cine de género con Shutter Island, un thriller psicológico que oscilará entre el suspenso, el terror y el film noir con una estética bastante oscura y momentos de tensión muy bien logrados.
La película, basada en la novela de Dennis Lehane, narra como Ted Daniels (Leonardo Di Caprio), un comisario ex veterano de la Segunda Guerra Mundial, tendrá que investigar la desaparición de una prisionera de una cárcel mental a la que ha arribado en una lejana isla.
Shutter Island tendrá un comienzo y primera parte interesantemente aterradora, con exquisitos toques de suspenso bien al estilo The Birds o Psycho de Alfred Hitchcock; en tanto que a partir de las distintas situaciones que irá viviendo Ted, experimentará un proceso de locura al que podríamos asimilar a la transformación de Robert de Niro en Taxi Driver.
Pero luego de varias vueltas de tuerca entre el pasado trágico del protagonista y los misterios de la narración, el film se volverá un tanto denso y predecible, y a pesar que Di Caprio resulta un buen actor, dista de lo que era anteriormente De Niro, actor fetiche de los viejos tiempos de Scorsese.
En conclusión, Shutter Island es un film interesante y atrapante por momentos, pero se encuentra lejos de la gama de las grandes obras de Scorsese; aunque a pesar de sus falencias narrativas es un buen thriller psicológico con interesantes destellos visuales.

sábado, 27 de febrero de 2010

Otra exquisita pieza del atractivo universo de los Coen

Los hermanos Joel y Ethan Coen siempre se destacaron por ser creadores de un cine meramente intelectual dentro de los abismos entre el drama y la comedia. Con su nuevo trabajo: A Serious Man, concretaran otra muy buena obra que oscilará entre las ironías que se producen en la vida en torno a un grupo familiar.
Luego de una comedia ligera como Burn After Reading, los Coen desarrollan un film de más tinte dramático pero con genialidades de humor negro, basándose como lo hacen habitualmente a partir de inteligentes guiones y grotescos personajes que dan vida al film.
A Serious Man contará la historia de Larry Gopnik (cuya interpretación de Michael Stuhlbarg resulta extraordinaria), un profesor judio de matemáticas, que tendrá diversos inconvenientes existenciales con su vida y religión, cómo con su familia, ya que su mujer quiere divorciarse e irse con otro hombre, su hermano infringirá la ley y sus hijos le resultarán incontrolables.
El gran acierto del film, a parte de sus divertidos e inteligentes diálogos, será la composición de sus personajes, tan prolijamente profundos y complejos como burlescos. Pero más allá de todo, lo que provocará la atracción será (como en los demás films de los Coen) la verosimilitud de éstos, ya que por la manera de ser como las peripecias que deberán atravesar, tranquilamente pueden ser vistos y analizados a partir de la vida real.
Respecto al protagonista, el personaje que interpreta Stuhlbarg es de un carácter atrapante, de esos que generan un interés especial en el espectador por la complejidad dramática de la interpretación, cuestiones que ya se habían visto más que una vez en el cine de los Coen, siendo Javier Bardem en No Country for Old Men o John Turturo en Barton Fink, para citar tan solo dos de los cuantos ejemplos que se podrían agrupar.
Pero a parte de sus intérpretes, la trama de A Serious Man será más que ingeniosa, ya que las relaciones entabladas entre los personajes principales y las geniales apariciones secundarias, en un marco plenamente irónico sobre la vida y la religión judía hacen del film una propuesta sumamente atractiva.
A Serious Man es otra pieza exquisita en la consagrada filmografía de los Coen, tanto en el plano narrativo como visual, que sumado a las grandes interpretaciones (y el acierto de que no sean actores famosos de la gama hollywoodense) hacen que la película sea de sumo interés dentro del atractivo universo de los hermanos estadounidenses.

miércoles, 24 de febrero de 2010

El anillo equivocado

Peter Jackson es uno de los directores más interesantes que se pudieron encontrar en las últimas décadas, desde sus comienzos con films sumamente bizarros como Bad Taste o Braindead, la genial Heavenly Creatures, hasta sus mega producciones como la trilogía de The Lord of the Rings y la remake de King Kong. En este caso, con The Lovely Bones, su nuevo film, el realizador neozelandés construye una película banal e intrascendente que tendrá poco que ver con su interesante filmografía.
El film narra la historia de Susie Salmon, una niña que fue asesinada a los 14 años, y que desde el cielo contará tanto lo sucedido, cómo lo que le irá pasando a su familia y al demente que la mató.
En un principio, The Lovely Bones parece ser interesante, con una historia bien narrada y gustosamente ambientada. Pero a partir de ahí se irá deslumbrando uno de los principales inconvenientes de la obra, que será el inapropiado uso de los recursos del suspenso. Resulta extraño que un conocedor del cine como Jackson, que a su vez utiliza interesantes referencias culturales a la literatura de Albert Camus o Truman Capote, se haya olvidado del legado que dejó Alfred Hitchcock, más aun que la historia que describe, en esta ocasión esta configurada para que se desarrolle plenamente el género.
Pero se puede decir que la parte de la historia que se desarrolla en el mundo real es correcta, y que el mayor inconveniente del film está en lo que ocurre en terreno imaginario, o sea en el universo que se encuentra Susie al morir. Ya nada quedará de aquel surrealismo encantador de Heavenly Creatures, sino que todo será vulgar y estéticamente absurdo, dando la sensación que la imagen se encuentre cargada de objetos ridículos y desafortunados.
Por otro lado, no solo lo visual será lo defectuoso de aquel mundo mágico, sino que respecto a lo narrativo, la mayoría de las acciones que transcurren en tal sitio carecen de mucho sentido, como a su vez las relaciones que tendrá Susie con otras niñas que también habían sido asesinadas por el mismo hombre.
Para destacar del film sólo nos queda la divertida actuación de Susan Sarandon (como la abuela de Susie) y las muy buenas interpretaciones de Mark Wahlberg (el padre) y Stanley Tucci (el asesino).
The Lovely Bones es un film que deja mucho que desear, más teniendo en cuenta la filmografía de Jackson, no siendo exagerado decir que esta vez quedó lejos de las andanzas de J. R. R. Tolkien y se puso el anillo equivocado, al crear una obra para el olvido, que en ciertos puntos parece ridícula y carente de todo tipo de emociones.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Un brillante viaje a los 90

The Cranberries fue una de las grandes bandas que dejaron los 90 dentro del rock/pop alternativo; en tanto que en la actualidad, el grupo irlandés emprendió la gira que los reunió tras siete años, en la cual se presentaron en el Luna Park brindando un show impecable.
Para la presentación del 5 de febrero, el mítico estadio se encontraba lleno para recibir a Dolores O’Riordan y compañía, que a eso de las 21.30 saltaron al escenario y ofrecieron un electrizante recital de un poco más de hora y media, en donde entre baladas y hits rockeros presentaron los grandes temas de su discografía.
O’Riordan se mostró con toda la energía, saltando, bailando y conversando con el público que le rendía tributo. Con ella se presentaron los integrantes originales de la banda de Limerick, o sea el gran batero Fergal Lawler y los hermanos Mike y Noel Hogan, que deliraron con la guitarra y el bajo respectivamente.
La gran noche de The Cranberries se iniciaría con «How», para seguir curso con dos grandes baladas como «Animal Instinct» y «Linger», clásico de Everybody Else Is Doing It, So Why Can't We?, primer disco de la banda.
El brindado por los irlandeses, fue un show de emociones varias, ya sea por las ganas y complejidad artística por parte de los músicos, como por el repertorio propuesto, en el cual la gran mayoría de los presentes se habrá ido conforme, ya que los temas tocados fueron los más destacados de la banda.
Fue una noche especial, The Cranberries envolvía al público con un sonido impecable y temas como «Dreaming My Dreams», «When You’ re Gone», «Ode to My Family» y «Free to Decide» emocionaban a los presentes y mantenían latente aquel espíritu de los 90.
La energía era sumamente positiva y O’Riordan bailaba y flameaba una bandera argentina que le pasaron del público; en tanto que la gente deliraba cada minuto más al escuchar emotivos temas como «Salvation» de la placa To the Faithful Departed y «Zombie» de No Need to Argue.
Luego de una seguidilla de grandes canciones, vendría un pequeño receso y el eufórico grito del público para que la banda termine volviendo al escenario y cierre el show con «Promises» y «Dreams».
No hay mucho más que agregar. El de The Cranberries en el Luna Park fue un show alucinante que quedará en el recuerdo de los presentes, ya que el espectáculo brindado por la agrupación liderada por O’Riordan supero todo tipo de expectativas y demostró que la banda que había sido icono en los 90 se encuentra de la mejor forma.

lunes, 1 de febrero de 2010

Mandela según Eastwood

El gran Clint Eastwood, ya había incurrido últimamente a historias basadas en hechos reales cuando hizo la saga de la Segunda Guerra Mundial con Flags of Our Fathers y Letters from Iwo Jima; y en Invictus, su nuevo film, narra una etapa de la vida del ex mandatario sudafricano Nelson Mandela.
La película se desarrollará en el período post Apartheid, cuando Mandela asume la presidencia, siendo una de sus primeras estrategias políticas unir la raza negra con sus pares blancos sudafricanos, y como medida a esto, se tornará a darle gran importancia a la participación de su país en el Mundial de Rugby del cual serían anfitriones.
El rugby en Sudáfrica era en su mayoría para los blancos, pero el nuevo líder sudafricano, a pesar de haber estado 27 años en prisión, tenía como meta la unificación social tras un largo período racista, siendo la pasión por el deporte la excusa para quebrar determinadas fronteras.
Mandela (que es interpretado en gran forma por Morgan Freeman) apoyará a los alicaídos Sprinkbooks a través de su capitán Francois Pienaar (Matt Damon), al cual no solo animará para las conquistas deportivas, sino que le hará dar cuenta de la realidad social que se estaba viviendo hace largos años.
A simple vista, Invictus parece ser un film simple, pero Eastwood demuestra una vez más que es un gran narrador, que puede hacer de un acontecimiento simple una gran y conmovedora historia que atrape constantemente a través de personajes fuertes y hechos muy bien detallados.
Como en Letters from Iwo Jima, dónde se mostraba culpabilidad de ambos lados, ya sea del mando estadounidense como del japonés en la atroz Segunda Guerra Mundial; Invictus también tendrá esa esfera moral bien remarcada entre dos partes que lamentablemente debieron ser separadas por la vergonzosa política racista por la cual Mandela luchó e intentó de abolir.
El film será emocionante en todo momento, ya que cada escena encaja con la siguiente con una emotividad única que le da Eastwood, comandado por la impecable banda sonara a cargo de su hijo Kyle y la realista fotografía de Tom Stern.
En conclusión, Invictus es un film más que correcto a pesar de no alcanzar la magnitud de otros de Eastwood como Mystic River o Unforgiven; destacándose que a través de una historia simple, pero narrada brillantemente, se pueda redondear otra película emocionante dentro de la filmografía de uno de los pocos genios que quedan con vida en el cine contemporáneo.

miércoles, 27 de enero de 2010

Reencuentro con el metal

Tras la cancelación del show que Metallica iba a brindar en Buenos Aires en 2003, estaba presente la incertidumbre entre como quedaría la relación entre el público argentino y la banda estadounidense; pero el 21 de enero en el estadio de River Plate se produjo un reencuentro más que apacible entre ambas partes con la presentación que se encontraba dentro de la gira World Magnetic Tour.
“Estamos muy contentos de estar acá esta noche” “Queremos hacerlos sentir bien y curar su corazón” eran las palabras de James Hetfield, líder de la banda, en medio de la euforia desatada, tras la banda entonar gloriosos temas de la placa Ride The Lightning como «Creeping Death» y «For Whom The Bells Tolls».
La calurosa noche ya se encontraba ardiendo, y la energía que emanaba Metallica desde arriba del escenario contagió a más de 60 mil personas que se hicieron presentes en Núñez, y la conexión entre ambas partes cada vez era más grande, y más aun si pasaban temas como «Wherever I May Roam», «Fade To Black» y «Sad But True».
También hubo lugar para la presentación de Death Magnetic, último disco de la banda. En distintos momentos de la noche sonaron los temas «That Was Just Your Life», «The End of The Line», «Cyanide» y «All Nightmare Long», algunos de los más destacados de una placa correcta, aunque lejana en calidad a grandes trabajos del pasado.
El mejor momento del show fue cuando la banda entonó «One», genial tema de … And Justice For All, el cual con una introducción de fuegos de artificio sonó impecable, desde cada golpe que Lars Ulrich le daba a la bateria, como por la voz de Hetfield, y el sonar de la cuerdas de Kirk Hammett en guitarra y Robert Trujillo en bajo.
Si hay algo que el show tuvo en especial, fue la lista de temas de la cual fueron partícipes las canciones más logradas de la banda californiana, y a las nombradas anteriormente, luego se sumaron «Master of Puppets», y dos clásicos del disco Metallica (más reconocido como el Black Album) de 1991, como «Nothing Else Matters» y «Enter Sandman» que hicieron delirar al público presente.
Para el final, Hetfield y compañía volvieron a los inicios de la banda y a su primer disco Kill ‘Em All de 1983; más precisamente tocando «Wiplash» y uno de los temas más pedidos de la noche por la gente: «Seek & Destroy», una sinfonía del demonio que hizo de la caldera de River, un paraíso para la multitud que se encontraba en el estadio.
En conclusión, el primero de los tres shows que brindó Metallica en Argentina fue más que satisfactorio, y a pesar de algunos inconvenientes con el volumen, y los equipos de sonido que fallaron en algunos sectores del estadio, la velada fue impecable y marcó el reencuentro del público con la banda estadounidense, quedando sanada la herida por la cancelación del recital que iban a brindar siete años atrás.

lunes, 11 de enero de 2010

Sólo un nuevo impacto visual de Cameron

Avatar, de James Cameron, era el film más esperado y promocionado de los últimos tiempos, ya sea por sus cualidades visuales que proponía, cómo por la incertidumbre que producía el lapso de años que el director no dirigía desde cuando se presentó la multipremiada Titanic en 1997.
La nueva película transcurre en el año 2154 en Pandora, luna de un planeta ficticio en dónde en una región se encuentra el unobtainium, un mineral precioso de sumo valor que hará que una empresa terrestre se instale ahí para sustraer el sólido.
Aunque ya se hizo anteriormente en diversas oportunidades, es muy interesante como Cameron construye un mundo, una raza (unos humanoides azulados denominados Navi) y un idioma propio.
Pero lo más destacable de Avatar es su riqueza visual. Probablemente sea el film que más haya explotado la utilización de la tecnología 3D; y las distintas capas que se pueden observar dentro de cada plano, como la profundidad de campo por momentos son majestuosas.
Por otro lado, los efectos especiales y sonoros nunca dejan de sorprender a los largo de los 163 minutos de duración. Éstos resultan asombrosos, como la fotografía de Mauro Fiore y el gran trabajo de todo el equipo de dirección de arte; tanto que sería un desperdicio no aprovechar Avatar en una sala que no tenga tecnología en tres dimensiones.
Pero volviendo al argumento, se encuentra lo más flojo del film. Una empresa privada será la que se instale en Pandora para extraer el unobtainium, misión que estará comandada científicamente por la doctora Grace Augustine (Sigourney Weaver) y militarmente por el despiadado coronel Miles Quaritch (muy buena interpretación de Stephen Lang). Es ahí cuando aparece en acción Jake Sully (Sam Worthington), un marine que quedó invalido en guerra y será insertando, como otros, en cápsulas para que sus mentes se trasladen a la de los cuerpos artificiales unos navis creados genéticamente (denominados avatares), así éstos podrían acercarse y meterse dentro de la civilización nativa y adquirir sus conocimientos y quitarles valiosa información.
Pero es a partir de aquí donde el conflicto entre razas y la idea de la pertenencia se trastorna un poco, cuando en medio de su misión, Jake se enamora de la nativa Neytiri (Zoe Saldana), produciéndose una relación amorosa entre seres de distintas raíces, tal cual en la leyenda de Pocahontas, o viéndolo de otro punto de vista entre un rezagado militarmente y una joven aborigen, como en Dance With Wolves de Kevin Costner.
Todas estas referencias hacen que la historia de Avatar, símil ideológicamente a la masacre de la conquista de América en 1492, sea un tanto predecible y lejana a narrativas mucho más filosóficas de Cameron como The Terminator. También muchos temas que abarca el film pueden vincularse con la política mundial de los últimos años, ya que a partir de la búsqueda del unobtainium en Pandora, se pueden interpretar desarrollos similares a la explotación del petróleo en Irak y su catástrofe posterior.
En conclusión, Avatar está compuesta por un guión básico, que entre hechos relacionados con la mismísima historia de la humanidad, la leyenda de Pocahontas y aquella idea de entrar en otra realidad estilo The Matrix de los hermanos Wachowski, hacen que el film parezca un tanto convencional; aunque tanto su grandeza visual y su constante ritmo, más el plus 3D, producen que sea una película interesante y sumamente entretenida.