sábado, 26 de enero de 2013

Elixir


   Era en la ciudad de la fluctuación dónde ella estaba encarcelada. Se podía observar una eminente fortaleza y por ahí, como si nada lo perturbara, un dragón tocando una pieza con el arpa. Era una situación un tanto sofocante para un antihéroe que ni de armas sabía, pero de todas maneras debía rescatarla.
   No era un cuento de hadas, sino la realidad fantástica que se había creado, o la que había creado a ella o quizás el destino jugando a las marionetas con los dos. La cuestión es que todo se había vuelto tan real que, por momentos, la ficción había sobrepasado la realidad y ya ni el poeta podía reescribir sus versos. Parecía que no le iba a quedar otra que vestirse de héroe para recuperar a su doncella.
   Daba vueltas en círculos mientras el cielo se volvía violeta y comenzaban a llover alas de murciélagos. Tuvo que cerrar los ojos e introducirse en la situación. Empezar a girar en un remolino del tiempo que lo mareaba, que entre distintas fotos de una agradable cronología de situaciones melódicas, lo armaron de valor para poder enfrentar un escenario que le era esquivo.
   En una situación racional todo resultaría imposible, pero nada lo era; es más, esto ni siquiera era la realidad, se dio cuenta que era el relato que estaba creando y que si quería podía borrar al monstruo en unos segundos. Pero el problema era que todo se había vuelto tan real y ya las incógnitas se desprendían de sus máscaras. Todo había llegado hasta un punto en que ya no solo se desconocía de tiempo y espacio, sino de que era real y, por el contrario, ficticio.
   Pero ya nada podía importar, flotando en la deriva un reloj de arena le balbuceaba que la cuenta regresiva era mínima, por lo que decidió reaccionar y dominar todo con la mente. De a poco todo se enriquecía de colores flúor entre vientos asfixiantes. Empezó a temblar y todo lo que estaba a su alrededor comenzó a desintegrarse, y a medida que nuevamente fue cobrando el sentido se encontró en una especie de baldío estelar, pero con ella entre sus brazos. Aturdido y sorprendido por lo que había pasado, la sujeto fuerte y en una especie de instante congelado se miraron a los ojos por un extenso lapso de tiempo.

jueves, 17 de enero de 2013

(Hubo una vez un) Principio



   En 2147 fue el momento cúlmine, el metafísico, en el que enlazaron su deseo y dejaron una serie de incógnitas hacia un siguiente paso en una posible escala simétrica. Un juego de palabras, sentidos y el misterio habitual del destino. Entre conflictos, enredos y una unión ya intachable se encontraban en el confuso camino del pensamiento. Cada uno sabía como llegar a la otra punta del laberinto, pero necesitaban la convicción de hallar el momento indicado.
   Pero hubo un período en el que se conocieron, parece de aquellos lejanos en el tiempo, pero no lo es. Sería complicado encontrarle una exactitud temporal antes del año bisagra, pero ese momento existió. No fue de la manera que muchos podrían imaginar, ni tuvo la épica de los hechos que vendrían después. Indiferente aunque cordial, pero en esas primeras miradas nada hacía suponer la epopeya que sucedería luego.
   El cosmos es tan misterioso que casi siempre termina siendo encantador. En tiempos separados, pero adictos a la misma poción, los terminó uniendo la mística de la química entre ambas partes. Eran momentos extraños y confusos, hasta quizás de fuga; pero por esas cosas de la vida, las fichas habían caído en el mismo casillero.
   Sin indagar demasiado en el propósito de todo esto, gran virtud en los deberes tuvo una posible realidad virtual, una especie de gestor que ayudó al contacto e hizo hincapié hacia el desenvolvimiento físico de los hechos. Debería estar escrito, o no, pero la causa se vistió de gala y musicalizó la situación. Todo sucede por algo en particular, sólo que a veces el eje a una respuesta no está tan visible, y el camino para investigarlo se hace arduo, aunque quizás eso fue lo que provocó la magia que comenzó a adornar todo.
   En una especie de presente, quizás se encuentren en la misma órbita, aunque en sitios diferentes, ellos saben que no tienen que perder el contacto y concebir el cometido de su misión; ya el futuro es indefino, pero un tanto más lúcido, de chispazos entre la aurora de un horizonte encandilante.