martes, 10 de febrero de 2009

En Oviedo hay una estatua muy inspiradora

Vicky (Rebecca Hall) y Cristina (Scarlett Johansson) son dos jóvenes estadounidenses que se encuentran en Barcelona para pasar el verano. Resulta que en una muestra artística, ellas conocerán al pintor Juan Antonio (Javier Bardem), quién invitara a las bellas desconocidas a un paseo por Oviedo y junto a este, a un desenfrenado fin de semana.
A la pregunta de “¿Qué hay en Oviedo?”, Juan Antonio les respondería “Hay una estatua muy inspiradora”. En lo estrictamente textual del film, se puede observar que tal escultura es un Cristo que inspiraba al pintor. Pero se puede pensar que el viejo y genial Woody Allen ironiza con su propia estatua que se encuentra en Oviedo, la cual fue hecha luego de que en 2002, uno de los mejores directores que dio el cine, haya ganado el premio Príncipe de Asturias en Artes.
Con su último film, Vicky Cristina Barcelona, Allen demuestra que su cine es un tesoro inagotable, creando una comedia simple, pero a su vez compleja y sin fisuras. Allen no solo demuestra que tiene un don a la hora de elaborar guiones y darles vida a sus interminables personajes, sino que también sabe manejar a la perfección la comedia, el drama, la música, lo intelectual. Cada pieza (o plano) estaba ubicada a la perfección, no hay un minuto que este de más.
Con la película, Allen se ríe todo el tiempo de la típica relación de pareja monogámica y de las clases burguesas que generalmente las componen. Es así como en Vicky Cristina Barcelona, la mayoría de sus personajes terminarán involucrados en diversas infidelidades. Vicky es una joven muy conservadora que esta por casarse con Doug (Chris Messina), un adinerado empresario o el típico hombre aburrido; en tanto que Cristina es una mujer mucho más liberal y siempre dispuesta a encontrar nuevas emociones, sin importarle las consecuencias.
A la gama de las complejas caracterizaciones, hay que decir que Juan Antonio es un artista víctima de las mujeres, cómo que siente que éstas lo provocan todo el tiempo, y gracias a su encanto conseguirá fácilmente la compañía de ellas. Pero todo no es tan sencillo, ya que el personaje de Bardem se encuentra enamorado y nunca ha podido olvidar a su ex esposa María Elena (Penélope Cruz).
El personaje de María Elena resulta el más interesante del film, el más melodramático, exagerado e impactante, no sólo por su belleza, sino por su gracia, en una completa y genial actuación de Cruz.
El director de Annie Hall y Hannah and Her Sisters, logra componer otra gran pieza en su ya magistral obra, sólo que esta vez deja de lado el jazz de Manhattan e incursiona (de manera brillante) con la guitarra española y artistas como Giulia Tellarini (a quién le corresponde el tema principal del film), Paco de Lucía, y Juan Serrano, entre otros.
En definitiva, Vicky Cristina Barcelona es un film cálido, divertido y satisfactorio a lo largo de su poco más de hora y media, el cual resulta imperdible y deja pensando al espectador: “que esos títulos blancos sobre aquél fondo negro sigan apareciendo año tras año”. Allen es un genio y se debería de esculpir su figura por unas cuantas ciudades del mundo.

viernes, 6 de febrero de 2009

Los genios son inmortales como el cine mismo

En principio, la idea es comentar Changeling, pero a lo largo de este texto, a parte del film, produciré un digno homenaje a su realizador: el gran Clint Eastwood.
Eastwood es uno de los mejores directores y actores del cine contemporáneo. Un genio que le dio vida a inolvidables personajes como el Rubio en Il buono, il brutto, il cattivo, de Sergio Leone o a Harry Callahan en Dirty Harry, de Don Siegel, para mencionar quizás sus más reconocidas caracterizaciones a lo largo de su extensa relación con el séptimo arte.
A pesar de sus grandes dotes como actor, Eastwood enriquecería su grandeza con su labor como director, siendo su primer gran obra Bird, de 1988, un crudo film que narra la vida del brillante compositor de jazz norteamericano Charly Parker.
Luego, Eastwood sorprendería en 1992 con Unforgiven, un gran western que ganaría el Oscar a la mejor película y le valdría a él su primero como director y a su vez su primera nominación como actor.
Los diez años siguientes le servirían al estadounidense para filmar diversos films de variados géneros, animándose hasta con la ciencia ficción con Space Cowboys, aunque sus películas más destacadas de la época serían el drama A Perfect World y la romántica The Bridges of Madison County.
Para mí, después vendría el quiebre fundamental en la carrera de Eastwood, ya que entre 2003 y 2008 filmaría una seguidilla de películas de un valor sublime, siendo meritorio que un realizador a los 78 años en vez de quedarse con todo lo grandioso que había hecho, pueda llegar a la cúspide de su carrera en la que podemos denominar su etapa dorada.
Todo comenzaría con el genial thriller Mystic River de 2003, para seguir al año siguiente con el drama boxístico Million Dollar Baby, y llegar a la excelencia en 2006 con sus dos films sobre la Segunda Guerra Mundial y la Batalla de Iwo Jima, mostrando en Flags of Our Fathers la visión norteamericana y en Letters From Iwo Jima, la japonesa en un magistral film hablado completamente en japonés que ya se podría considerarse de culto.
Luego llegaría el momento de Changeling, un drama basado en un hecho real que cuenta la historia de Christine Collins (gran interpretación de Angelina Jolie), una madre soltera de Los Ángeles a la que le desaparece su hijo Walter. Pasados cinco meses, la policía supuestamente encontraría a su hijo, pero resulta que este no sería tal.
Convulsionada por los hechos y los medios, Christine se llevaría al niño con ella, y cuando ésta exige la búsqueda de su verdadero niño, la corrupta policía, en vez de aceptar el error, opta por encerrarla en un instituto psiquiátrico. A todo esto, Christine contaría con la ayuda del reverendo Gustav (John Malkovich), que a parte de ayudarla con su cometido, usará esto para continuar su lucha contra la policía y la corrupción de las autoridades de la cuidad.
El film tiene un gran enfoque dramático, pero Eastwood tiene una gran capacidad para sumarle el adecuado suspenso a la obra, una pieza impecable narrada a la perfección como él nos tiene acostumbrados. Eastwood es un gran director de orquesta, logra que cada actor desempeñe de maravillas su papel, sea el principal como es el de Jolie o de todos los secundarios que la rodean.

También hay que destacar la gran fotografía de Tom Stern o el correcto y compacto guión de J. Michael Straczynski; y por ende resulta innegable decir que Changeling no sea una película de Eastwood, porque éste a logrado concebir una propia personalidad que nutre a sus películas, cada plano es impecable y reluciente de su autoría que ha logrado con creces un sello propio.
Changeling es una nueva gran película de un realizador que a pesar de los años sigue en alzas, el tiempo no lo deteriora, sino que lo llena de sabiduría a la hora de mezclarse con lo suyo: el cine, porque Eastwood es cine y nació para hacer películas.