lunes, 5 de octubre de 2009

La importancia de las alternativas que propone el cine

El español Pedro Almodóvar es uno de los pocos directores del cine contemporáneo al que se lo puede catalogar de ser digno de tener un estilo propio de autor: desde sus inicios entre lo kitsch y lo grotesco, lo argumentalmente complejo de sus relatos, y la creación de profundos y a la vez exagerados personajes que a lo largo de su filmografía se sumergieron en temáticas que oscilan entre lo bizarro, erótico, contradictorio y las diversidades sexuales.
En su nuevo film, Los abrazos rotos, Almodóvar opta por una narración en la que irá intercalando historias, tramas y personajes. Por un lado, en la actualidad se encuentra Harry Caine (impecable Lluís Homar), un cineasta que se ha quedado ciego, acto que esconderá una enredada y trágica historia llena de misterios ocurrida catorce años atrás, en la que tendrán mucho que ver su productora Judit, Ernesto (un acaudalado empresario), Lena (su amante y mujer de este último), y el hijo homosexual de Ernesto.
Como en Todo sobre mi madre, habrá una situación que se irá complejizado en el presente en base a reveladores recuerdos del pasado que irán dando a luz un film en el que cada pieza concuerda y se complementa en el lugar que le corresponde, sin necesidad de emplear recursos narrativos pretenciosos que puedan distraer y complicar innecesariamente al espectador.
Pero el conflicto se desarrollará cuando Harry le cuenta a Diego, el hijo de Judit, aquella historia trágica de amoríos, celos, venganza, culpas e infidelidad que lo llevó a la ceguera y a cambiar su nombre (Mateo Blanco) por el que es su actual seudónimo.
En gran parte, Los abrazos rotos también es un gran homenaje de Almodóvar a su destacada filmografía y al cine en general. Utiliza nuevamente el recurso del cine dentro del cine, no de manera tan poética y surrealista como en aquel corto mudo en blanco y negro que surgía en Hable con ella, sino que en este caso opta por un modo más explícito como en La ley del deseo, mostrando en un fragmento célebre de la película parte del film “Chicas y maletas” que en el pasado había filmado Harry. En este caso se pueden observar auto citas estéticas y narrativas con las que juega el español con un clásico suyo, Mujeres al borde de un ataque de nervios.
También Almodóvar se guardó un lugar en el film para homenajear a varias de sus actrices a lo largo de su filmografía, dándoles pequeños papeles a varias intérpretes de sus películas como a Chus Lampreave (¿Qué he hecho yo para merecer esto!!), Rossy de Palma (Kika), y Mariola Fuentes (Carne trémula), entre otras.
En Los abrazos rotos, el concepto “cine” es algo fundamental, y será más que destacado a partir de Harry, su protagonista, que a pesar de haber quedado ciego seguirá ligado al universo cinematográfico, como le sucedería al personaje interpretado por Woody Allen en su propio film Hollywood Ending. Pero también se pueden observar citas a temáticas voyeuristas, homenajeando a clásicos como Blowup de Michelangelo Antonioni, temas que tampoco fueron ajenos en películas anteriores de Almodóvar, ya en Kika se podía observar cierto acercamiento a Rear Window de Alfred Hitchcock.
Tampoco la película se alejará, en parte, de una estética del film noir o pre novelle vague, bien al estilo Ascenseur pour l'échafaud de Louis Malle, al cual Almodóvar cita al pie de la letra mostrando una imagen de tal realización. En un momento, Harry le dirá a Diego que quería escuchar la voz de Jeanne Moreau, pudiendo ser que esta le haga recordar a su amada Lena, personaje que logra una de las mejores interpretaciones de Penélope Cruz en su carrera.
Los abrazos rotos es más que un drama pasional, es un ejemplo de cómo a partir de una narración de tinte complejo y distintos ejes temporales donde predominan los flashbacks, se puede lograr una obra interesante y bien lograda sin que ninguna de las subtramas carezca de verosimilitud, algo que en el cine actual hace que por lo pretencioso de sus realizadores, cada parte pierda un poco de ese encaje de conexión con la otra, para ser más preciso un caso sería el de Babel de Alejandro González Iñárritu.
El único punto flojo del film es que por momentos se vuelve predecible en determinados temas y lo que venía siendo una historia atrapante y con un importante grado de tensión se torna un tanto convencional, aunque sin opacar sus méritos.
En conclusión, Los abrazos rotos es otro buen film que reafirma nuevamente esta interesante faceta de Almodóvar en la que se podría interpretar que muchos de sus personajes van de a poco completando su álter ego, como en este caso lo es Harry, también lo fue el personaje de Fele Martínez en La mala educación o más atrás en el tiempo el de Eusebio Poncela en La ley del deseo; y a partir de esto poder lograr una historia compleja pero a su vez accesible, siempre dejando el mensaje que caracteriza a un gran cinéfilo como es el español: que lo importante es el cine y saber manejar sus distintos recursos para hacer películas.