miércoles, 19 de mayo de 2010

Un Freddy desfigurado

El cine a finales de la década de 1970 y principios de los 80 ha engendrado a través de tres personajes míticos una renovación en el género de terror; ya lejos de personajes clásicos que solían venir de la literatura (Drácula de Bram Stoker o Frankenstein de Mary Shelley), estos nuevos protagonistas serán asesinos seriales tan reales como sobrenaturales.
Esta estética relacionada al rock y al universo de la adolescencia fue llevada por tres directores: John Carpenter con Halloween (1978) y el personaje Michael Myers, Sean Cunningham con Friday the 13th (1980) y Jason Voorhees, y Wes Craven con A Nightmare on Elm Street (1984) y Freddy Krueger.
En la actualidad, más que nada por la falta de ideas, la remake resulta algo más que habitual y estos clásicos del terror no quedaron al margen, y tuvieron resultados poco favorables. Estos fueron los casos de Halloween de Rob Zombie y Friday the 13th de Marcus Nispel, en tanto que ahora también lo es el de A Nightmare on Elm Street, con la nueva versión del film realizada por Samuel Bayer.
Pero ya en el nuevo film sobre Krueger, habrá grandes diferencias respecto a la temática con la película original. Para esto hay que remitirse a lo que la obra de Bayer intenta ser, es una transposición aburridamente fiel a la de Craven intercalándola con algunas ideas trastocadas de Freddy’s Dead: The Final Nightmare (1991) de Rachel Talalay.
La cuestión es que todo el horror y el misterio que se creaba en base a la aparición y origen de Freddy en A Nightmare on Elm Street (la original), y que luego se iría narrando a través de diversos sucesos en las películas siguientes (para terminar descifrando la identidad del personaje en la de Talalay), está casi ausente en esta nueva entrega del film.
La temática de la remake tendrá un cambio un tanto ridículo respecto a la original. Krueger era un personaje maligno, un asesino del cual sus orígenes lo llevan a matar y torturar, en este caso a niños en una escuela; en tanto que en la nueva versión, esto se dará de la misma manera, aunque se pronunciarán indicios para decretar al mítico protagonista como pedófilo, razón que desfigura sin mucho sentido al personaje.
Otro aspecto perjudicial de la temática fílmica de la nueva A Nightmare on Elm Street es la constante repetición de motivos: escenas del clásico de Craven como cuando Nancy esta en la bañera y por debajo del agua surgen las navajas del guante de Freddy, o cuando otra joven es levantada hasta el techo mientras duerme para luego caer muerta y ensangrentada sobre su cama, no le aportan nada a la película de Bayer.
Pero un asunto ridículo y hasta cierto punto irrespetuoso con el film original es la construcción estética del personaje principal: Freddy Krueger. Aquel ser oscuro que supo producir miedo y mantener una identidad en lo que al género se refiere, es modificado por un individuo de un rostro desagradable, pero no entendiéndose en medida que provoque horror, sino que resulta grotesco y feo visualmente, el que aparece en la pantalla no parece ser aquel aterrador asesino que surgía en 1984.
En conclusión, se puede decir que la remake de A Nightmare on Elm Street es un film totalmente prescindible, que entre diversos desordenes temáticos respecto a la original, lo hacen quedar plenamente opacado, y como la mayoría de las nuevas versiones sobre películas clásicas que se hacen en Hollywood, la obra del inexperto Bayer resulta mediocre y poco atractiva.