miércoles, 4 de marzo de 2009

¿Quién quiere ser un fraude?

Cuando Steven Spielberg abrió el sobre y dijo: “The Oscar goes to… Slumdog Millonaire” me vinieron unas cuantas cosas a la cabeza. Primero que año tras año se han llevado la estatuilla mejores o peores películas, pero creo que nunca una tan mediocre cómo este último film de Danny Boyle. Segundo que se esta premiando (supuestamente) al mejor film de 2008. Y tercero ¿qué es lo que se esta premiando? O mejor dicho, la gente que entrega esta clase de reconocimientos ¿qué entiende por cine?
Slumdog Millonaire es un film muy pobre, sin ideas, centrado en una historia de amor que intenta constantemente llegar a un sentimentalismo exagerado mediante el golpe bajo y lograr que el espectador se sienta herido e identificado por las desgracias que les suceden a los personajes. Pero obviamente no lo logra.
Jamal es un joven de Bombay que esta enamorado desde chiquito de Latika y luego de una separación intentará encontrarla, para eso entrará en un programa de difusión masiva: ¿Quién quiere ser millonario? El film muestra la pobreza, la delincuencia y demás hechos caóticos de la actualidad de la India, pero la cuestión es que no profundiza en el tema social que por momentos intenta encarar, sino que lo omite, lo muestra de lejos, como una foto, como un relleno.
Pero se ve que con eso no alcanzaba. Algo que es muy vergonzoso en la película de Boyle es algo pequeño, pero que no puede pasar desapercibido. Como ya dije anteriormente gran parte de Slumdog Millonaire centrara a Jamal en el famoso juego de preguntas y respuestas, o sea que mientras más acertaba, más dinero iba a sumar para luego responder por el premio mayor. Se me ocurre que en un programa así, las preguntas deberían ser más complicadas y finalizar con una imposible que complejiza el juego. Pero en el film, curiosamente las preguntas son sencillas y poco verosímiles, como si quisieran manifestar o ironizar la ignorancia de los concursantes indios, o al menos eso es lo que aparenta a primera vista.
A mi parecer lo más flojo del film es el guión, que curiosamente también fue galardonado. El trabajo de Simon Beaufoy es muy pobre, predecible y sin sorpresas con una narrativa básica de un relato más que obvio, compuesto por personajes sin expresión, llenos de lugares comunes propios de un argumento convencional: el chico bueno que se separa de la chica que es el amor de su vida, pero tiene un hermano cruel que hace las cosas mal y en parte se interpone entre ellos, pero ya mayores el chico encuentra a la chica, el hermano se redime y se muestra arrepentido y da la vida por su hermano, los chicos terminan juntos y todos felices.
Respecto a las demás películas nominadas hay que decir que tanto Milk de Gus Van Sant como Frost/Nixon de Ron Howard son dos muy buenos films, los cuales hay que tener en cuenta por su buena realización y excelentes actuaciones. Pienso que cualquiera de los dos merecidamente debería haber ganado el Oscar. En tanto, un poco más abajo se encuentra The Curious Case of Benjamin Button, correcto y excelente visualmente, pero que tampoco aporta cosas demasiado interesantes. Por último no puedo opinar acerca de The Reader, ya que aun no ha sido estrenada en la Argentina.
Pero a pesar de lo nombrado, hubo dos momentos de entera justicia en la ceremonia, primero el merecidísimo premio como actor de reparto al póstumo Heath Ledger por su interpretación del Joker en The Dark Knight, en tanto el reconocimiento al rol principal de Sean Penn en Milk, quién logra una de las mejores actuaciones de los últimos años. Esta última categoría estaba bastante peleada, ya que muchos también creían que el galardón debería haber sido para Mickey Rourke por su gran labor en The Wrestler.
Pero esta situación no solo abarca al año último con el reconocimiento a Slumdog Millonaire, dónde se optó por lo mediocre, marketinero y lo que es peor, por algo aproximado a lo vulgar que en vez de cine se remite más a un videoclip; sino que el Oscar nos deja unas cuantas cuestiones para reflexionar acerca de la justicia a la hora de la premiación, sino como se puede entender que genios del universo cinematográfico como Stanley Kubrick, Orson Welles y Charles Chaplin no hayan sido galardonados por su labor como directores, o los dos últimos también como actores o que Peter O´Toole no haya ganado por su protagónico en Lawrence of Arabia