miércoles, 26 de marzo de 2008

Estupor

Era una tarde de transición entre el verano y el otoño, las almas no sabían si transpirar o caer, cada instante era una pregunta, una secuencia de lo que estaba sucediendo en lo profundo de su ser, en esas ventanas que cada vez se venían abriendo más y hacían parecer que lo que se encontraba lejos, cada vez estaba más cerca.
La ciudad estaba loca, se mareaba sola, y el joven caballero que transitaba por tales aceras se encontraba desorientado... mucha gente, ruidos, carteles y encima todo lo que venía pensando que hacía que su latidos crezcan atrozmente.
De repente, mientras una canción de jazz escuchaba, sintió una vibración en su muslo izquierdo y se sorprendió, por lo que paró su marcha por un segundo. Era ella, aquella princesa que el destino le venía manifestando que cada día tendría mas importancia en su vida. Al principio sonrió, luego se dispuso a intercambiar una que otra frase con ella; pero al rato, el tiempo se detuvo, él ya la venía notando distinta, no en su esencia, sino en su estado anímico que venía levantando vuelo.
Todo le parecía que empezaba a flotar y girar, él se quedó paralizado, el rumbo de la situación había cambiado, o mejor dicho estaba llegando a su punto culmine. El muchacho optó por bajarse de su caballo y recostarse un rato en un enorme ombú que había visto. Ya no se podía mantener más en pie, su cuerpo le sudaba y de a ratos temblaba, era como si ella con su energía le estuviera pasando toda esa excitación que contenía.
Nada tenía ya que ver con nada. La tecnología hace rato había dejado de tener la función de tecnología para ser tan solo el medio de un intercambio placentero, mágico y encantador.
Él no comprendía mucho de lo que pasaba, pero sí que lo disfrutaba; hasta que de repente sintió que se escuchaban unas bellas melodías de infinita pasión entre rubíes y botes que chocaban entre olas de almejas empapadas, desparramando una mezcla de gritos entre el cantar de unos pájaros, para hacer volar un poema e incrustarlo en un aura.
Ella le contagió los suspiros, después entre palabras entrecortadas y tartamudeos no intencionales, pudieron apreciar una sonrisa mutua, un momento extraño, loco, diferente y hasta sorprendente para una rutinaria tarde que ya era atípica, para terminar siendo de aquellas que perduran en la memoria.
La intercepción de almas ya se había cortado y con una canción había finalizado, entonces el miró el cielo, se enterneció con esa estrella que no estaba, pero si observaba y continuó su travesía, la cual ahora sería una aventura mucho más que atractiva, al compás de aquellas melodías que no se borrarían.


Creado en 2007.