domingo, 2 de agosto de 2009

La madurez de un cineasta distinto

El cine de Kim Ki-duk es exquisito por donde se lo mire. El realizador surcoreano diseña en cada largometraje una poética que lo identifica, destacando como nadie lo complejo a través de lo simple y abarcando con una madurez y sencillez superlativa diversos tópicos mediante films provocadores, originales y sumamente bellos.
Soom (Aliento) narra como Yeon (gran actuación de Park Ji-a), una mujer que descubre que su marido tiene una amante, decide engañarlo con Jan Jing (Chang Chen), un preso condenado a muerte que le causaba intriga tras observar diariamente los noticieros televisivos.
La película destaca con una total delicadeza y a su vez con admirable profundidad temas como el amor, el odio, la culpa, la locura y la paranoia, típicos contenidos del cine de Ki-duk, quién acostumbra implicarlos por intermedio de personajes oscuros y atormentados que mantienen relaciones excéntricas, en dónde pareciera que se dice poco, pero se expresa mucho.
El surcoreano es un maestro del cine gestual, profundizando esta hermosa poesía de las pocas o nulas palabras en films como Bin-jip (Hierro 3), en dónde un indigente que se dedicaba a ocupar casas cuando sabía que estaban vacías, se enamora de la mujer dueña de casa; a él no se le escuchará ningún parlamento, mientras que la pareja no mantendrá ningún diálogo en el trascurso de las acciones. Algo similar sucedería después en Hwal (El arco), en este caso un viejo pescador que vive en el medio del mar con una joven que adoptó desde niña no pronunciará palabra en toda la obra.
En este aspecto se puede considerar un paralelismo que Ki-duk construye a través de su filmografía entre Soom, Bin-jip y Hwal, ya que en la primera Jan Jing no se vale de las palabras para expresarse, sino de sus gestos, como lo eran el indigente en la segunda y el pescador en la tercera.
A través de personajes lunáticos que aportan una gran tensión dramática y hacen de los simples hechos que transcurren en la narración una catarsis de diversos sentimientos y situaciones que desbordarán los límites de lo bizarro, Soom se irá desarrollando con una gran efectividad.
Otro punto fundamental de la película, es la dedicación que el director le da a las estaciones climáticas en torno a lo que les irá sucediendo a los protagonistas. Ya en Bom yeoreum gaeul gyeoul geurigo bom (Primavera, verano, otoño, invierno… y otra vez primavera) Ki-duk manifestaba metafóricamente mediante cada etapa las situaciones que vivirá un aprendiz de un monje budista en un monasterio en medio de un lago. En Soom, la relación entre Yeon y Jan Jing florecerá en una ficticia primavera e irá abarcando los demás ciclos, siendo primordial lo que cada uno de estos implica simbólicamente entre los personajes.
Avalada por un magistral estilo de autor, Soom es otro gran film de Ki-duk que atrapa de principio a fin, haciendo sentir la intensidad de cada personaje a través de una narrativa tan vistosa, como interesante y provocadora que dejan al realizador de Corea del Sur como uno de los más brillantes del cine contemporáneo.