lunes, 10 de noviembre de 2008

Lisérgicos y alucinantes

Este sitio estaba medio abandonado, pero los avatares de la vida me dan una importante excusa para mencionar mi asistencia al Personal Fest 2008 el 1° de noviembre, en dónde se presentó una de las bandas que más tenía ganas de presenciar en vivo en los últimos años, y la verdad que me fui más que satisfecho; por cierto, estoy haciendo referencia a The Mars Volta. Aquel fue un día más que caluroso en el Club Ciudad de Buenos Aires, que demostró ser un gran predio para hacer recitales. Cerca de las 19.30, en el segundo escenario en importancia salía a la escena la banda mexicana-estadounidense. A los pocos minutos, entre avalanchas y empujones, ya me encontraba a unos metros de la banda, eso sí, entre el grueso de la multitud se podría decir estimativamente que harían unos 200 grados, pero que importaba si The Mars Volta comenzaba a tocar.
No fue un show convencional, por cuestiones de organización solo tenían una hora para tocar ¿y qué fueron de esos sesenta minutos? Algo increíble. Tuve la sensación de estar frente a una banda que estaba haciendo “música” en vivo. Ahora no recuerdo la cantidad de temas que tocaron (creo que fueron cinco), pero todos ellos podrían haber sido uno solo, un conjunto de melodías limadas e hipnóticas que progresaban con un continuidad sonara estupenda.
Era pura energía, no paraban de tocar… solo quedaba ponerse a contemplar el virtuosismo y la genialidad del guitarrista Omar Rodríguez, los delirios del cantante Cedric Bixler-Zavala y, para mí, lo sorpresivo del baterista Thomas Pridgen, un tipo de una potencia estrafalaria, parecía de otra galaxia un ser que toque de esa manera.
El show me dejó deslumbrado, con una sensación post-recital que no tenía hace bastante, The Mars Volta no defraudó en lo más mínimo y a partir de ese momento fue tiempo de descansar, reponer energías y ver de reojo a bandas como Bloc Party, la cual estuvo más que aceptable, y Kaiser Chiefs, que paso sin penas ni gloria.
Apenas pasadas las 22, se presentaban los que eran la atracción mayor del festival: R.E.M. Pienso que después de haber visto a The Mars Volta ya estaba hecho, por lo cual bastante tranquilo (onda habano y whisky en un bar) me quedé lo más cercanamente posible del escenario principal para observar a la banda liderada por Michael Stipe.
Debo decir que el concierto de la banda estadounidense fue muy bueno. Stipe demostró ser un tipo más que carismático sobre el escenario (hasta improviso un genial pase de baile), mientras que el bajista y pianista Mike Mills y el guitarrista Peter Buck no dejaron de mostrar todas sus virtudes sobre la escena.
A lo largo del show tocaron grandes temas como Losing My Religion, Everybody Hurts, Man On The Moon y especialmente el que yo quería que toquen: Imitation of Life.
Fue una larga tarde noche. Muy amena, por cierto, y a pesar del calor, la jornada fue totalmente satisfactoria, por presenciar en vivo a una de aquellas bandas de toda la vida como lo es la de Stipe, y más que nada por las sensaciones que The Mars Volta provocó sobre el escenario.

martes, 2 de septiembre de 2008

Sonata de las siete y algo

Tu boca,
sus arabescas corazas,
apacible,
vibración de deseo.

El caparazón de tu voz,
de aquel sonido, melodía,
palabra, letras, sílabas,
entonación esplendorosa.

Un valle en el tiempo,
fulgurante tu centro,
la espuma de tu trago,
lo cristalina de tu mirada.

Lo simple,
lo abstracto pronunciado,
invisible lo encantado,
manifiesto de lo sensible.

El fuego complacido,
una sonrisa deschavada,
una nube de costado,
lo misterioso de lo emanado.

Un delfín figurado,
un arte exteriorizado,
dos sueños cronometrados,
lírica instantánea.

La canción,
un puente, la situación,
suspiro desgarrador,
excelso.

martes, 15 de julio de 2008

La complejidad del universo paralelo entre el bien y el mal

La mayoría de películas de superhéroes toman la clásica lucha del bien contra el mal, generalmente encerrada en una esfera de innovadores efectos especiales con el afán de entretener, atraer al público de diversas edades y lograr un producto rentable, que pueda hacer estallar los bolsillos capitalistas de las grandes productoras hollywoodesenses. Con esto no quiero decir que The Dark Knight –el nuevo film sobre Batman de Christopher Nolan- no vaya a arrasar con toda taquilla mundial posible, ya que de seguro será un gran éxito comercial, aunque también en este caso habría que sumarle otra distinción mucho más importante para el género: la gesta artística.
A simple vista, el nuevo film del personaje creado por Bob Kane en 1939 va más allá de ser una película de superhéroes, para pasar a ser un obra filosófica que a través de la ética, la moral y la psiquis de los individuos, retrata a la perfección las dos caras de la moneda: el bien y el mal.
No por nada en The Dark Knight, Nolan nos muestra con profundidad la locura, la paranoia y el instinto de sus personajes, los cuales son crudos y reales a pesar de ser ficticios, siendo quizás el mejor ejemplo de esta ambigüedad el Guasón, cuya genial interpretación del fallecido Heath Ledger crea a un villano de verdad, de aquellos que no gozan con el dinero, sino con el mal, la locura y la excitación que provoca el crimen. Es más, el personaje de Ledger no parece un ser natural, sino uno metafísico que es tan devoto a la maldad, que con solo su mirada quiebra las leyes de la moral y los prototipos de la conciencia humana.
La película de Nolan narra una vez más la lucha de Batman –Christian Bale- contra el crimen organizado teniendo al Guasón como su archirival de turno, aunque en la otra cara de la moneda hay que decir que se basa en las diversas estructuras del pensamiento, en el enfrentamiento físico pero también psíquico, siendo esto producto de un impecable y complejo guión que escribiría el mismo Nolan junto a su hermano Jonathan, para concretar una obra dramática de suspenso, acción y toques cómicos que nunca deja de serle fiel al comic original de DC.
The Dark Knight no es tan solo el producto de un guión brillante y el gran trabajo de un realizador que va creciendo a medida que pasan los años, sino que también se sustenta en una sutil partitura musical como en los diversos rubros técnicos, ya que aquellos despampanantes efectos especiales que cada vez se observan con mayor frecuencia en los films de superhéroes, aquí cumplen un papel fundamental, pero siempre de una manera cauta, como también lo son las no tan abundantes pero brillantes escenas de acción.
Por otro lado, sería imposible no mencionar el gran trabajo realizado por el departamento de maquillaje, tanto sobre el rostro de Guasón, cómo más espectacularmente lo es sobre el personaje de Harvey Dent –Aaron Eckhart-, el cual de seguro sorprenderá a muchos por lo fiel que es al comic de Kane y hará olvidar el triste recuerdo de aquel mismo personaje de la paupérrima Batman Forever de Joel Schumacher.
Nolan ya había demostrado que después del malogrado film antes nombrado de Schumacher como también del sumamente pésimo Batman & Robin del mismo director, pudo hacer resurgir al personaje de Ciudad Gótica con Batman Begins, y continuar la cadena con The Dark Knight, una obra que le es ampliamente superior y se encuentra a la altura de Batman y Batman Returns, las dos grandes películas que realizó Tim Burton.
Para concluir debo decir que The Dark Knight, entre otras minorías que nombré parcialmente, es una de las pocas obras “distintas” del género de superhéroes, las cuales buscan algo más que la espectacularidad que tienen por misión los grandes tanques de la globalización hollywoodense, siendo esto más que un motivo digno para ver esta nueva realización que se acerca a lo filosófico y lo complejo en vez de a lo alborotador y repetitivo.

martes, 10 de junio de 2008

Una nueva joya moderna de Woody Allen

Woody Allen no deja de sorprenderme, y no lo digo por mi gran admiración o el fanatismo propio hacia la obra del cineasta neoyorquino, sino porque a sus 72 años sigue engrosando su amplia e imprescindible filmografía con joyas como Cassandra’s Dream.
Con Cassandra’s Dream, Allen nos cautiva con un nuevo thriller al estilo de Match Point, donde el crimen, la moral, las obsesiones y la codicia abarcan el centro de atención de esta nueva obra, la tercera que filma el estadounidense en Inglaterra.
Esta reciente película del director de grandes clásicos como Annie Hall y Manhattan, retrata la historia de Ian-interpretado por Ewan McGregor- y Terry-Collin Farell-, que son dos hermanos que se encuentran en dificultades económicas. Ian por su necesidad de progresar al haberse enamorado de una bella actriz, Angela-Hayley Atwell-, y Terry por sus crecientes deudas debido a su adicción al juego.
La esperanza de ambos derivaría en la visita de su tío millonario Howard-Tom Wilkinson-, aunque sus planes no tendrían una resolución tan sencilla, ya que este a cambio de su ayuda les pedirá un favor más que comprometedor: que comentan un crimen.
Cassandra’s Dream es un film muy bien logrado, que se fundamenta en base a un guión impecable y sin fisuras que mantiene un hilo narrativo sólido, mientras que la sutil partitura musical de Philip Glass acompaña de manera brillante y agudiza el suspenso de elaborada composición a lo largo de la película.
El film, el cual se puede decir que culmina con la trilogía que plantea Woody sobre el crimen con sus antecesoras Crimes and Misdemeanors (1989) y Match Point (2005), tiene marcadas referencias al cine de Alfred Hitchcock y la literatura de Fiódor Dostoyevski, redondeando un subgénero entre el suspenso, el drama y acotes humorísticos que Allen ha demostrado con creces que domina de gran manera.
En fin, se puede decir que Cassadra’s Dream es una película atrapante, de aquellas que no dan respiro y mantienen atento al espectador escena tras escena, redondeando un film plenamente recomendable que no dejará se sorprender y cautivar no solo a los admiradores de Woody Allen, sino también a los del cine en general.

lunes, 26 de mayo de 2008

Atemporalidad binaria

¿De dónde vienes?
Dime porque apareciste,
entre los vientos
y con tu arboleda oscura.

Te encontrabas bebiendo
un perfume del jarrón del can
y me sonreíste de lejos,
como de Tokio.

Tu película no tenía argumento,
la mía tampoco,
mi firma estampada en tu centro,
tu nebulosa y tu espectro.

Tristes mis alas,
borrachas mis escamas
y mis pies que soñaban,
con tu médula de cristal.

Tu tonada francesa me hacía débil,
me daban ganas de fumármela;
mientras de tus raíces surgían
murciélagos en tu atardecer.

Creo que entre las dudas
y la indiferencia de la Luna,
se me dio por agarrar el globo terráqueo
y beberme un océano.

Una escena que inventé,
y al rato en mi pulpo cabalgué
hacia el cebo de tu vestido,
sobre aquella textura aterciopelada.

domingo, 27 de abril de 2008

Crónicas del Bafici

El Buenos Aires Festival de Cine Independiente (BAFICI) ocupa un lugar especial para mí, debo decir que año tras año en ese lapso de casi dos semanas me siento de lo mejor y por diversas razones disfruto mucho de tal evento.
Pero situándome al pasado cercano, tengo que admitir que la décima edición del Bafici fue una de las mejores, en donde en el transcurso de 12 días disfrute de 18 interesantes películas, suma a la que nunca antes había llegado en las anteriores, en una mezcla de sorpresas, calidad y muy pocas decepciones.
Cada día era una aventura constante, correr de cine a cine, dar zancadas entre las salas del Hoyts en el Abasto, o pasar más de una vez por el querido Atlas Santa Fe –y aquel lugar nuestro, don Ruso-, el Cosmos o el teatro 25 de Mayo, una impecable sala situada en Villa Urquiza que por primera vez se encontraba en la grilla del festival.
Pero arranco con lo que nos interesa a todos: el cine y sus películas. Debo manifestar que otra vez más los mejores films que he visto vinieron del continente asiático, destacándose sobre el resto dos grandes producciones: Sukiyaki Western Django, de Takashi Miike y Saibogujiman kwenchana –aka I’m a Cyborg But That’s OK-, del genial Park Chan-wook.
La película del japonés Miike es fenomenal por donde se la mire y para darles una idea, se la puede catalogar como una sopa de humor negro, violencia, spaghetti western, samuráis, reiteradas bizarreadas, un nivel visual impecable y como yapa la participación de Quentin Tarantino en el rol de un renegado cowboy ¡imperdible!.
Por otro lado, Chan-wook nos vuelve a sorprender con otro maravilloso film, ya que con Saibogujiman kwenchana, el realizador surcoreano –director de la gloriosa Oldboy- nos muestra una comedia romántica a su estilo, llena de sutilezas, acciones más que grotescas, una fotografía impecable y grandes actuaciones, destacándose la de la bella protagonista Su-jeong Lim.
Quizás para mi, la película que más me sorprendió en esta edición del Bafici fue Bang bang wo ai shen –aka Help Me Eros-, del director taiwanés Lee Kang Sheng, quién aquélla noche muchos nos dimos el placer de verlo presentar su película –mediante traductor de por medio- en la sala uno del Atlas Santa Fe, en donde se pudo presenciar a un tipo simpático, contento de ver tanta gente en el cine, pero con ganas de escaparse a Misiones a conocer las Cataratas. ¿El film? Un interesante drama acerca de la prostitución, el sexo, las drogas y los inconvenientes de las relaciones amorosas. Más que recomendable.
El otro film asiático que presencié fue Ploy, del director tailandés Pen-Ek Ratanaruang, un drama muy atrayente sobre una pareja que regresa a Tailandia por un funeral y se encuentra en una etapa de crisis.
Pero si tengo que decir algo, eso debería ser: este fue el festival con más variedad de películas relacionadas con la música, y justamente así comenzaba mi grilla personal, con la sumamente anunciada Shine A Light, de Martín Scorsese. Hay que decir que el film sobre los recitales que brindaron los Rolling Stones en el Beacon Theater de New York en 2006 es impecable; son un poco más de dos horas a pura emoción donde se puede ver la magia de Mick Jagger, Keith Richards y compañía sobre el escenario y la del realizador de Taxi Driver detrás de la cámaras.
También pude presenciar dos realizaciones documentales de Julian Temple: Joe Strummer: The Future Is Unwritten y Glastonbury, siendo la primera una interesante y muy bien lograda película sobre la vida del que fue cantante de The Clash, la cual cuenta con geniales testimonios y un gran material de archivo; en tanto que la segunda acerca del mítico festival musical europeo, resulta un poco monótona y a pesar de su excesiva duración igual cuenta con temas de relevancia.
Otros dos documentales que vi, aunque muy diversos, y siguiendo dentro del género musical fueron Lou Reed’s Berlin, del aclamado director Julian Schnabel, el cual se puede decir que es un lindo recital donde Reed –ex lider de The Velvet Underground- presenta en vivo luego de 35 años el disco Berlin, entre otros temas de su anterior mítica banda. Eso sí, es solo un show agradable para fanáticos –los cuales disfrutaran el film-, pero como película no aporta nada ni seduce demasiado.
Por otro lado, Patti Smith: Dream of Life, de Steven Sebring, es un muy buen film, en donde se puede observar gran parte de la vida e intimidad de la estrella punk nacida en Estados Unidos; no estando de más aclarar la importante crítica que muestra la película sobre la sociedad actual entre centenares de picantes declaraciones realizadas por Smith.
Para finalizar con el tramo relacionado con la música, quizás una de las más esperadas era I’m Not There, de Todd Haynes, un film basado en distintas vidas de Bob Dylan, el cual es interpretado por seis personas diferentes, entre las cuales se destaca la gran actuación de Cate Blanchett. La película de Haynes gusta y cuenta con una originalidad muy peculiar entre los acordes de cada tema de una de las leyendas del rock.
Lo interesante también de eventos como este es que uno puede presenciar un cine diferente, distante de aquel pochoclero hollywoodense, y Stellet Licht, del realizador mexicano Carlos Reygadas es un caso firme. La nueva película del creador de Japón, se centra en la relación de un hombre de una comunidad menonita que mantiene una relación extramatrimonial con otra mujer. El film es bastante llevadero a pesar de durar más de dos horas y tener planos bastante largos -al estilo Tarkovski- y escasos diálogos que lentifican el film; pero las muy buenas actuaciones de intérpretes casi ameteurs y una imponente belleza visual hacen que el film sea digno de verse.
Finalizada la función, pude presenciar una más que amena conferencia de Reygadas, quién comentó hechos curiosos como que se inspiró para crear una importante escena de Stellet Licht al mirar el fondo de pantalla de su computadora mientras escuchaba un tema de Sigur-Rós.
También tuve la suerte de ver diversos films de grandes directores como The Devil Knows You’re Dead, de Sidney Lumet –sobre un crimen y las complicaciones que puede traer este, con las actuaciones de Philip Seymour Hoffman, Ethan Hawk y Albert Finney-, Boarding Gate, de Olivier Assayas – un correcto thriller interpretado por la bella Asia Argento-, y It’s a Free World, de Ken Loach –donde el ganador de la Palma de Oro en 2006 cautiva con un film de una cruda crítica social en el marco de la inmigración ilegal.
Debo decir que la película que más me decepcionó del Bafici fue Redacted, de Brian de Palma, donde el genial realizador de míticas obras como Body Double o Dressed To Kill, defrauda con un film aburrido sobre las diversas circunstancias de un grupo de soldaos estadounidenses en la Guerra de Irak, el cual por momentos intenta ser muy extremo y controvertido, aunque la verdad deja la sensación de muy poco.
Antes de la función de Redacted, se mostró Clarín presenta “Dos directores: Un documental sobre animarse a hacer” en donde el aclamado Adrián Caetano y Roberto Palmieri, un guardia de seguridad, hacen un corto con un mismo guión propuesto por la importante firma periodística. Hay que decir que el proyecto dista de la originalidad, y que con un guión pésimo y actuaciones que dejan mucho que desear se acerca más a lo impresentable, quedando la duda si el director de Un oso rojo quiso hacerse el gracioso y le salió mal o tan solo no quiso opacar al bueno (?) de Palmieri.
Otra buena película que presencié fue Mala Noche, opera prima de Gus Van Sant, la cual es una típica película intelectual en blanco y negro de los 80 que en este caso habla sobre la relación homosexual entre el dueño de una tienda y un inmigrante mexicano ilegal.
Tampoco debo olvidarme de Encounters at te End of the World, del renombrado realizador alemán Werner Herzog, quién con impactantes imágenes e interesantes testimonios nos muestra su viaje a la Antártica.
Para cerrar, vuelvo a confirmar que la décima edición del Bafici fue –al menos para mi- más que satisfactoria, doce días donde se disfrutó del buen cine, y aunque al finalizar el evento la nostalgia a veces es importante, se espera con ansias el próximo festival.

lunes, 21 de abril de 2008

Merci pour la musique


El domingo a la noche cuando salimos de Niceto Club con el Gitano, le decía: “que lástima los que no pudieron venir, o los que no lo conocen ¡qué recital se perdieron!”. Toda referencia de aquella noche es para el talentoso músico francés Benjamin Biolay.
Para aquellos que no saben nada de él, hay que decir que Biolay tiene 35 años y lleva una importante carrera musical en donde ha experimentado múltiples estilos como el rock, el pop, la electrónica, el jazz, el folk, como también sonidos psicodélicos o gipsys. Esto y otras tantas cosas lo hacen un músico más que interesante, y mucho de aquello se pudo comprobar el fin de semana último acá en Buenos Aires.
El multiinstrumentista-se lo pudo observar tocar la guitarra (acústica y eléctrica), el piano, la trompeta y sintetizadores- nacido en Rhône-Alphes brindó un show impecable, en donde en un transcurso superior a las dos horas repaso varios de sus mejores temas.
El denominado por muchos como el Serge Gainsbourg de los tiempos modernos, deleito con una variada selección de temas de sus diversos discos. Sonaron lindos temas como, Los Angeles, Jardín d’ hiver, Mon amour m`a baisé y Ground zèro bar; dos temazos de su último disco Trash Yéyé como Qu’est ce que ça peut faire y Dans la Merco Benz y una bellísima versión de la balada Ballade du Mois de Juin, del gran disco Home de 2004 que realizó junto a su ex esposa, la actriz Chiara Mastroianni, ¡sí! la hija del gran Marcello.
También se lo pudo ver al francés -casi siempre con cigarrillo en mano- realizar una seguidilla de covers muy bien logrados entre los que se destacaron There Is A Light That Never Goes Out de The Smiths, Clint Eastwood de Gorrillaz y el clásico jazero compuesto por Herman Hupfeld As Time Goes By, el cual se haría famoso con la película Casablanca de Michael Curtiz.
En términos generales, el concierto que dio Biolay en Niceto fue espectacular... una velada digna de codearse con las mejores, en la que la música tomo un papel fundamental ¡que bien que sonó!, y como dijo el francés en medio del recital -se le entendió mediante traductor de por medio- “nosotros no vinimos hasta acá por la discográfica o nada por el estilo, sino por la gente que disfruta de la música que hacemos”... sin mucho más que decir de mi parte concluyo de esta manera, ya que a veces una pequeña frase puede decir mucho... y también mucho fue lo que se disfrutó del show del domingo. Au revoir!!.

sábado, 19 de abril de 2008

Noche Glam

¡Viva el Glam! Sin dudas debo decir que el recital de los New York Dolls que presencié ayer por la noche fue genial, que fueron casi dos horas de un show brillante en el que se vibro la mejor música de la mano de una de las bandas icono de los setenta, quienes junto a David Bowie y Marc Bolan & T-Rex fueron construyendo un género.
La banda liderada por David Johansen-que junto a Sylvain Sylvain son los únicos miembros originales que se mantienen en el conjunto- mostró un gran nivel, una importante carisma y exponiendo toda su energía, demostraron que a pesar de que los años pasen, mantienen las ganas de tocar más intactas que nunca.
A lo largo del show, que se produjo en un The Roxy que estaba semi colmado, y tras la presentación de El Club de Marilyn-una banda Glam local sin mucho brillo-y Coverhead-una rockera que dejó mucho que desear-los New York Dolls repasaron varios temas de su último disco One Day It Will Please Us to Remember Even This, entre los que se destacó una gran versión del tema We're All In Love. Otro momento culmine fue cuando los precursores del Glam interpretaron de gran manera el tema Piece Of My Heart de Janis Joplin.
El recital tuvo varios puntos altos, en donde el público constantemente se conectó con la banda estadounidense, quienes con toda su carisma y pleno diálogo con la gente, brindaron una extensa cantidad de sus más aclamados hits.
En un momento el talentoso y simpático Sylvain empezó a jugar con el público con la arenga “Do you like pills?”, luego rió y al rato el glamoroso Johansen, con su pañuelo rosa colgado del cuello, empezó a entonar Pills para enloquecer a los espectadores.
También, en el transcurso de la velada, sonaron grandes temas de los imprescindibles discos New York Dolls de 1973 y Too Much Too Soon de 1974 como Puss ‘n Boots, Looking For A Kiss y Subway Train.
Quizás los dos momentos más espectaculares de la noche fueron cuando tocaron uno tras otro dos temazos como Trash y Jet Boy-gran versión de este último con solos de guitarra extendiendo el tema por parte de Sylvain y Steve Conte-, en tanto que el segundo instante más estremecedor fue cuando entonaron de manera brillante el clásico Personality Crisis, en donde la mayoría del público vibró como nunca en toda la noche.
En conclusión, fue un gran show... de esos que quedan en el recuerdo y uno espera que se repitan. Los New York Dolls demostraron que son una banda mítica y se encuentran con un gran presente, en donde se los vio intactos y muy agradecidos con el público de Buenos Aires, quienes le hicieron el aguante a lo largo de toda la noche. ¡Viva el Glam!¡y viva los New York Dolls!.

domingo, 6 de abril de 2008

Barajas

Como todos los domingos, la cita del poker era en un sitio ficticio llamado “El purgatorio” al que Daniel y Samuel concurrían sin falta, semana tras semana. Como era habitual mientras se mantenían en la sala de espera, estaban a punto de desenvainar sus navajas por sus ya épicas discusiones metafísicas.
Al rato, encerrado en su anorak negro y cargando su moderna arma agrícola, se empezaron a escuchar sigilosamente los pasos de Monti.
-Era hora, siempre llegando tarde, caballero- susurra Daniel mientras se secaba el sudor del bigote.
-Perdón, es que el Mustang cada vez anda peor, encima el mecánico siempre me estafa con que es un problema de dirección.
Adelantándose y relamiéndose de alegría al ver que su otro contrincante estaba en la arena de batalla, Samuel fue a la barra a servir unos martinis, no antes de poner un Lp de Serge Gainsbourg. Al minuto era el primero en sentarse en una mesa redonda que habían comprado años atrás en una subasta por Mercado libre. Agarró el mazo, se puso a mezclar y como si alguien le hubiera dado cuerda comenzó a reír diabólicamente en reiteradas ocasiones.
-¿Mucho laburo, Monti?- le dice Samuel mientras comienza a repartir los naipes.
-Sí-suspira 23 veces- a mi siempre me toca hacer el trabajo sucio, aunque sea no me complico en la oficina como ustedes, compañeros.
-Ehh, paren nos olvidamos de algo, ¿hoy toca Texas Hold ‘em, no?- pronuncia Daniel tratando de imponer su clásica autoridad.
-Obvio- dicen a coro los otros dos en tono burlón.
Entre anécdotas y carcajadas, los tres amigos comenzaron su partida. El motín iba pasando de un lado a otro de la mesa, las horas transcurrían, las copas se vaciaban y los ceniceros se sobre poblaban.
-¿Qué tal estuvo su día, compañeros?- trancurridas cuatro horas les pregunta Monti con una cara de “hagamos tiempo que si sigo así no llego a fin de mes”.
-Fue una noche muy larga, fuimos con unos locos al boliche a bailar Drum & Bass y entre un cóctel de mescalina y éter terminamos en una orgía con un grupo de colegialas a las que les entramos diciéndoles que éramos extranjeros- cuenta Samuel mientras saborea su whisky-¿y vos qué onda, Daniel?.
-Ayer fue tranquilo, fútbol con los muchachos del barrio en el parque, pero como saben a mi lo que me mata son los domingos, debo ser uno de los únicos boludos que se levantan bien temprano a laburar. Encima para escuchar a aquel que me dice “quiero estar bien de salud” o “no consigo trabajo” ¡pero malditos!¿por qué carajo no dejan el cigarrillo, los deportes extremos y compran el clasificados?.
-Sí, la gente es un desastre-dice Monti mientas mueve entre sus dedos las pocas fichas que le quedaban-, estos seres no entienden, piensan que se las saben todas y que llevan la capa de Superman. Hoy un salame empilchado de Ralph Lauren al que le dije que ya era la hora de viajar, me decía que no. Me suplicaba que corría maratones, no ingería alimentos con grasas trans, que apenas tocó a su mujer luego de realizar los votos matrimoniales, le pasaba una mensualidad a su suegra y encima no conducía borracho. Eso sí, el tan boludo tuvo la magnífica idea de quedarse colgado observándole los pechos a una joven que se cruzó en medio de Avenida Del Libertador y ¡pufff! Un taxi Renault 12 se lo llevó por delante. Y tan solo pensar que unas voluptuosas esculturas ¿naturales? se llevaron su vida “modelo”.
Sus miradas ya se perdían entre risas y rencores. Las agujas del reloj ya habían recorrido extensos kilómetros desde que todo había comenzado, en tanto que las cartas ya estaban nuevamente en manos de cada uno: un par de J para Daniel, un 9 y una Q para Monti y un 7 y un 10 para Samuel. Daniel entra con dos fichas de 10 pesos, en tanto que los otros dos igualan la apuesta. Samuel descubre las cartas y el Flop resulta ser un A, una K y un 7.
-100- tira Daniel las fichas sobre la mesa mientras prendía su cigarrillo ilegal.
-Me voy, ¡qué hijo de puta! Seguro tiene el A o una pierna- tartamudea Monti.
-¡Qué sean 100 y 200 más- lo provoca Samuel mientras se desabrocha su saco de cuero rojo.
-Pongo.
La cuarta carta o el Turn terminó siendo otro A y dejó a los dos mirándose fijamente como si estuvieran batiéndose a duelo.
-¡Rápido que no somos inmortales!- grita Monti mientras sirve otra tanda de martinis.
Ambos, como queriéndose desentender de la situación apuestan apenas cinco pesos para ver la carta final. La crucial instancia The River termina siendo un 8.
-Paso.
-¡Voy con todo!¿cuánto te queda?¿apostás o te vas a casa con apenas esas migajas?- sonríe Daniel.
-Me voy, ya fue mucha guita por hoy ¡ya nos veremos la próxima, desgraciados!.

lunes, 31 de marzo de 2008

Crónica de un show brillante

“¡Qué groso, loco!¡vimos a Ozzy!” le decía a Juan... “Quiero un abuelo como él”, me contestaba mi amigo. Debo decir que el show que dio el Sr. Osbourne el domingo en el Quilmes Rock fue impecable, de alto vuelo... catorce temas con los que se vibró a full.
Fue una noche más que agradable en el estadio de River Plate. Todo comenzó-o al menos para nosotros- con la presentación de Rata Blanca, quienes brindaron un show aceptable en donde repasaron sus éxitos y sorprendieron con una buena versión instrumental del clásico de Pink Floyd Confortably Numb.
Después se dio la sorpresa de un mini show del genial Carca-el cual no estaba anunciado-, quién hizo un homenaje al rock nacional repasando tres clásicos: Despiértate nena de Pescado Rabioso, No pibe de Manal y cerrando con el hit Rutas Argentinas de Almendra. Lo lamentable de la noche fue que un grupo de energúmenos empezó a arrojarle cosas a Carca ¡increíble!, se ve que algunos no están capacitados para disfrutar de uno de los mejores músicos de la movida under de los últimos tiempos, que encima estaba interpretando de manera brillante un clásico compuesto por el inigualable Luis Alberto Spinetta ¡patético!¡de no creer!. Igual el excéntrico músico se retiró siendo irónico con aquellos idiotas, mientras los que apreciamos de la buena música le brindamos unos merecidos aplausos.
Luego vino el turno del popular grupo estadounidense Korn, de los cuales debo decir que no son de mi mayor agrado, aunque admito que dieron un show más que respetable a partir de la carisma de su líder Jonathan Davis, y hasta llegando a tener puntos altos cuando tocaron hits como Freak On A Leash, Got the Life y Blind.
De ahí en más todos comenzamos a gritar por la aparición de quién iba a ser la estrella principal de la noche, el gran Ozzy Osbourne. Unos minutos antes, como anticipo, se pudieron observar en las pantallas gigantes unos videos bizarros que interpretaba la estrella del metal, en donde parodiaba a la película The Queen de Stephen Frears y a reconocidas series de TV como The Sopranos, entre otras.
Alrededor de las 22.30, el ídolo apareció en escena y toda la multitud que se hizo presente –alrededor de 60 mil personas- empezó a disfrutar de la diabólica risa del británico, quien junto a su banda comenzaban a tocar I Don´t Want To Stop.
Decir que el recital fue increíble es poco... se gozó del mejor rock posible y de una estrella al cual parece que sus 59 años no le pesan para nada. Se lo pudo ver a Ozzy saltar, correr de aquí para allá, levantar al público con sus reiteradas arengas y hasta mostrar su trasero en medio del show.
El ex líder de la fenomenal Black Sabbath deslumbró con varios de sus geniales éxitos al tocar clásicos como Bark At The Moon, Mr. Crowley, Change The World y Mama I Coming Home, así como también grandes temas de aquella mítica banda del metal como War Pigs, Carzy Train y Iron Man.
¿Se preguntan por el cierre? Qué más que el monumental temazo Paranoid para hacer explotar el estadio y dejar emocionados a todos los fanáticos con una versión sublime.
Fue una noche inolvidable para todos los que dimos el presente, un recital como hace bastante no se veía, el cual tuvo toda la energía y la carisma de un grande, quién más de una vez se lo pudo ver sonreír y quedar deslumbrado por la pasión del público argentino, de aquellos que aman la música y humildemente le decimos ¡Gracias Ozzy!.

miércoles, 26 de marzo de 2008

Estupor

Era una tarde de transición entre el verano y el otoño, las almas no sabían si transpirar o caer, cada instante era una pregunta, una secuencia de lo que estaba sucediendo en lo profundo de su ser, en esas ventanas que cada vez se venían abriendo más y hacían parecer que lo que se encontraba lejos, cada vez estaba más cerca.
La ciudad estaba loca, se mareaba sola, y el joven caballero que transitaba por tales aceras se encontraba desorientado... mucha gente, ruidos, carteles y encima todo lo que venía pensando que hacía que su latidos crezcan atrozmente.
De repente, mientras una canción de jazz escuchaba, sintió una vibración en su muslo izquierdo y se sorprendió, por lo que paró su marcha por un segundo. Era ella, aquella princesa que el destino le venía manifestando que cada día tendría mas importancia en su vida. Al principio sonrió, luego se dispuso a intercambiar una que otra frase con ella; pero al rato, el tiempo se detuvo, él ya la venía notando distinta, no en su esencia, sino en su estado anímico que venía levantando vuelo.
Todo le parecía que empezaba a flotar y girar, él se quedó paralizado, el rumbo de la situación había cambiado, o mejor dicho estaba llegando a su punto culmine. El muchacho optó por bajarse de su caballo y recostarse un rato en un enorme ombú que había visto. Ya no se podía mantener más en pie, su cuerpo le sudaba y de a ratos temblaba, era como si ella con su energía le estuviera pasando toda esa excitación que contenía.
Nada tenía ya que ver con nada. La tecnología hace rato había dejado de tener la función de tecnología para ser tan solo el medio de un intercambio placentero, mágico y encantador.
Él no comprendía mucho de lo que pasaba, pero sí que lo disfrutaba; hasta que de repente sintió que se escuchaban unas bellas melodías de infinita pasión entre rubíes y botes que chocaban entre olas de almejas empapadas, desparramando una mezcla de gritos entre el cantar de unos pájaros, para hacer volar un poema e incrustarlo en un aura.
Ella le contagió los suspiros, después entre palabras entrecortadas y tartamudeos no intencionales, pudieron apreciar una sonrisa mutua, un momento extraño, loco, diferente y hasta sorprendente para una rutinaria tarde que ya era atípica, para terminar siendo de aquellas que perduran en la memoria.
La intercepción de almas ya se había cortado y con una canción había finalizado, entonces el miró el cielo, se enterneció con esa estrella que no estaba, pero si observaba y continuó su travesía, la cual ahora sería una aventura mucho más que atractiva, al compás de aquellas melodías que no se borrarían.


Creado en 2007.

lunes, 17 de marzo de 2008

Presenciando a una leyenda

La noche del sábado fue más que agradable, ya sea por lo cálido del día, como por lo que implicaba sentimentalmente tener a un ídolo tan de cerca. Eran más de unas 20 mil personas que concurrieron al estadio de Vélez Sársfield que podrán decir que presenciaron un buen show de uno de los mitos vivientes de la música. El que estaba frente a la multitud era el gran Bob Dylan que a lo largo de casi dos horas repaso a través de 18 de sus temas, una parte del genial repertorio de una carrera brillante.
Fue un recital de aquellos históricos, en donde por momentos dejaba de tener relevancia si el show que brindaba el estadounidense era más o menos extraordinario, ya que de seguro para los que se hicieron presentes quedará en el recuerdo que a partir de que arrancó el espectáculo cuando comenzó a sonar Rainy Day Women #12 & 35, de aquel momento hasta el final dio la sensación -y la emoción- de tener a una de las leyendas del rock a tan solo unos metros.
Retrocediéndose un rato en el tiempo hay que decir que se hizo presente como telonero León Gieco, quién contó en el final de su presentación con la colaboración de Gustavo Santaolalla, en tanto que casi cuando estaba finalizando su repertorio se dio la primera gran sorpresa de la noche, la presencia de otra leyenda del rock: el genial Charly García, quién toco la guitarra eléctrica y cantó junto a Gieco, haciéndose presente con el discurso “todo sea por Bobby”.
Pero volviendo a lo central de la noche, hay que decir que Dylan brindó un buen espectáculo, en donde fue acompañado por un muy buen grupo de músicos, en una velada que lo vio al estadounidense tocando la guitarra eléctrica en los tres primeros temas, para a partir de ahí asentarse en el órgano hasta la culminación del show.
A lo largo de la sesión, hay que decir que Dylan repasó grandes temas su último y gran disco Modern Times, como también realizó grandes interpretaciones –y versiones totalmente distintas como suele acostumbrar- de grandes hits como Lay, Lady, Lay, Watching The River Flow, Just Like A Woman, Highway 61 Revisited, Stuck Inside Of Mobile With The Memphis Blues Again, All Along The Watchtower y el legendario clásico Like A Rolling Stone, en donde se observó vibrar al público con mayor esplendor a lo largo de la noche.
Por otro lado, quizás el momento más llamativo del concierto, fue cuando Dylan interpretó el clásico Blowin´ In The Wind, el cual fue tan reversionado que hasta se podía notar a los más fanáticos desconocer de que tema se estaba tocando cuando sonaban los primeros acordes.
En planos generales fue una buena función, de la cual se le pueden reprochar pequeñas cosas como el casi nulo contacto de Dylan con el publico -faltó el típico “Hola Buenos Aires, Argentina...”-, como que tampoco haya tocado la guitarra acústica que tanto lo caracteriza. Algunos habrán dicho ¿por qué, Bob?, pero en fin, los maestros son así, a veces tienen sus cosas (como todos las tenemos), por eso solo hay que disfrutar de su arte, de gozar de haber tenido la oportunidad de tener tan de cerca a la leyenda del rock.

lunes, 3 de marzo de 2008

Vida

Era un cuartito muy diminuto en el subsuelo de una vieja casa. El sitio era muy oscuro, con pisos disparejos de una añeja y podrida madera, en donde sobresalía una importante humedad en las maltratadas paredes.
En el centro de este lugar, sentado en una pequeña banqueta y debajo de una lamparita que proporcionaba sus ultimas chispas de vida, se encontraba un joven solitario y muy cansado. Su aspecto era de un hombre treinta años mayor a lo que era en realidad. Ya su juventud se había transformado en olvido, sus cabellos parecían nubes a punto de sacudir una tormenta, mientras que su rostro se derrumbaba y sus expresiones se habían ido de viaje hace siglos. Pero la karma de su existencia y lo que más lo había maltratado en su vida era que sus piernas se habían quedado corriendo en un campo lejano de sueños vacíos.
Con todo el esfuerzo posible, trataba de alzar la cabeza para contemplar el único brillo que se encontraba en la habitación, pero lo veía como algo lejano, como de otra vía láctea. Sus uñas estaban verdes, sus muñecas rasgadas y sus ojos transparentes.
Ya casi no podía ver, y aunque pudiese le costaba mucho levantar sus párpados. La pastilla lo había desgastado, se la pasaba el día dentro de su vigilia imaginaria. El fin se acercaba cada día más, pero a su vez los días eran tan intensos que duraban años. Las pesadillas lo perseguían en su mundo de fantasía, en tanto que su realidad lo maltrataba tanto que ansiaba con volver a ese infierno.
Uno de las tantas tardes que trató de acabar con toda esta historia, no se mantuvo en equilibrio y se cayó de su asiento golpeándose el cráneo contra el suelo. Al rato empezó a sentir mucho frío, su cuerpo se congelaba, y la nieve que empezaba a caer en la sala en enormes cantidades, lo iba cubriendo. Sentía que estaba por volver a quedar inconsciente, que el desmayo era crónico.
Al cabo de unos minutos se encontró arropado y con el calor de una fogata. Él no entendía lo que estaba sucediendo, pero lo que más le sorprendió fue cuando giró su mirada y vio a un niño de unos dos años, de enorme cabeza pelada que lo miraba fijamente con sus ojos blancos.
El bebé puso a calentar en una olla una bebida de un color parecido al té, y cuando hirvió le convido al desolado hombre.
Con el primer trago sintió un calor que en su vida había experimentado. De a poco recobraba sus energías perdidas, su piel como por un arte sobrenatural volvía a tener color y sus heridas se sanaban, mientras que él, que no estaba acostumbrado a pronunciar palabra alguna sentía como sus cuerdas vocales se volvían a unir.
-¿Dónde estamos?.
-En el momento más hermoso que se puede llegar a estar. En un lugar donde el tiempo no progresó, el pasado se olvida, el presente no te asfixia y el futuro no es importante. En donde los días no se sufren y las noches no te hacen sentir solitario.- le responde el niño sabiamente.
-Pero...¿quién eres y qué será de nosotros?.
-Yo no soy nadie y tu tampoco, nunca lo fuimos. Somos microorganismos que recorrieron su camino flotando en una burbuja de sentimientos, los cuales transcurren en eso que se llama vida. Esa historia que unos tienen la suerte de superarla satisfactoria o erradamente. Pero solo tengo unas palabras por decirte, amigo. La vida dura lo necesario para cada uno, pero al final solo quedan los sentimientos.
A las nueve de la noche, como era habitual en la rutina diaria, la enfermera abrió la puerta para dejarle la cena a su paciente, pero todo estaba totalmente oscuro. Prendió su linterna y observó que tal hombre estaba tirado en el suelo rodeado de una laguna de sangre congelada, en tanto que la lamparita que colgaba del techo nunca más iluminaría nada.


Creado en 2006.

jueves, 21 de febrero de 2008

Reminiscencia abstracta

Estaba sentado, casi en la cima de la colina. Una leve brisa me despeinaba mientras me acariciaba el bigote. Arriba un manto gris, debajo luces de colores. Mascaba mi eucalipto mientras abría mi botella de vodka.
Mi percepción comenzó a desequilibrarse y delante de mis gafas se incrustó la imagen de una fiesta, seguramente pagana. Transcurría como en un rancho, una zona campestre decorada como arbolito de Navidad.
Aquella joven bailando totalmente desnuda saboteó mi mente, ella hacía algún truco extraño con guirnaldas mientras los demás babeaban y reían. Era un sitio muy clandestino, drogas por doquier, cabras bebiendo whisky de enormes barriles y unos sonámbulos masticando el herbaje.
¡Pero qué cruda era la postal! Esa niña ni tendría quince años y estaba siendo descuartizada como un pollo, enormes tijeras de podar le hacían crujir los huesos. ¡Jugo de fresas para todos! Y ese degenerado que menos de ochenta años no tendría, bebía como un puerco.
Las láminas se unían al compás de las cascabeles, los colores se iban moldeando, como en una enorme paleta de oleos a medio usar... y aquel otro tocaba, artista se hacía llamar. ¡Qué ruin! Y había truenos, cada vez más... y el Mi menor seguía desafinado.
Todo era desalentador. Ese mentiroso que predicaba oraciones tan burdas que hasta aquel omnipotente que nunca existió se echaría un vómito. Esperé por una batidora que no aparecía y al instante llovió, pero todo seguía igual, excepto que a varios se les dio por nadar.
Luego atrajo mi atención un lunático que me resulto conocido, este prendió su enorme puro mientras se hamacaba en su silla de madera. De pronto desenfundó una preponderante ametralladora, creo que era una MG-34, mientras se colocaba unos auriculares.
Entonces, como si nada, comencé a escuchar a David Bowie cantar el tema que dice “Let's dance, for fear your grace should fall... Let's dance, for fear tonight is all”. Las comisuras de mis labios se acomodaron, reí a carcajadas y comencé a gozar como hace demasiado no lo hacía.¡Qué lindo!

domingo, 17 de febrero de 2008

Caminos

Había sido un día agitado. Entre tambaleos, ella se sentó en el escalón de la vereda de su casa. Suspiró, luego revoleó su sombrero y optó por secarse el sudor de la frente con la manga de su camisa.
Estaba algo deprimida y mareada. De repente, apareció un enorme bloodhound que comenzó a lamerle sus tobillos descubiertos. Ella le preguntó por la sensación térmica. “39 grados Celsius”, le respondió este.
Le ofreció de sentarse a su lado y de su cartera sacó una cigarrera de plata de la cual le convido uno de sus Virginia Slims. Al caballero de largas orejas le hubiera gustado hablar de Stravinski, Bartók o Schönberg, pero terminó escuchado de divorcios, intentos de suicidio y compañías de cirugía plástica. Entonces optó por el disfraz de tolerante y escuchar mientras expulsaba argollas de humo por la boca.
El rostro de la dama iba mutando a cada minuto, sin querer la charla comenzaba a tomar gusto y se volvía cada vez más sugestiva, hasta que entre lágrimas de cotillón se sumó la anécdota de un marido muerto y una hija de la cual la separaron por su excesivo consumo de estupefacientes. Esto último la terminó quebrando, comenzó a llorar cada vez más, sus ojos se hallaban abarrotadamente empañados y empezó a maldecir la vida en reiteradas oportunidades.
Se desabrochó dos botones de su camisa y se ató el cabello. Se había dado cuanta ya hace unos extensos minutos que era ella la única que estaba hablando, aunque también sabía que no podía detenerse. Hasta que se decidió por cesar y concederle la palabra.
“Estuve casado y también tenía una hija. Hasta que un día por error me bebí la limonada de mi esposa y sucumbí. Al principio todo me parecía extraño, aunque de a poco fui observando que la única diferencia era que antes solo a veces debía caminar en cuatro patas, en tanto que respecto a lo demás, todo es muy similar: comer, vagar y azotar sexualmente a una que otra dama en celo”.
Ella optó por acariciarlo. Comenzó por deslizar las yemas de los dedos de su mano derecha por el pellejo de su compañero. Él la miraba fijamente, sus ojos eran verdes como agua salada, y ella quería dejarse sumergir, como si no temiera hundirse.
La dama comenzó a excitarse como hace tiempo no lo hacía. Sus párpados ya estaban desorbitados y tuvo que morderse los labios para no comenzar a gritar. Se sentía reluciente, el estrés se marchaba y a su vez se encontraba inmersa en una fábula que no ojeaba hace años.
Pero él fue el primero en recuperar la conciencia, por lo que se paró para marcharse. Ella, desorientada, le cuestionó porqué.
“Solo el hombre es tan negligente que comete un error en dos oportunidades” le respondió, y de baldosa en baldosa comenzó a silbar.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Una grata sorpresa

Más de una vez en los últimos años he escuchado por uno que otro rincón acerca de lo mal que se encuentra el cine argentino en los últimos tiempos, y de lo difícil que es realizar una producción que valga la pena, ya sea por falta de ideas o presupuesto.
Desde mi punto de vista, debo decir que esto no es del todo cierto, porque a pesar de las falencias que todos conocemos y la poca cantidad de público que consume cine nacional, hay obras que destacar, entre las cuales se haya la magnífica La antena de Esteban Sapir.
Aunque gran mayoría de títulos han pasado sin demasiada relevancia por los cines o han aparecido otros demasiado nefastos, se puede decir que aunque la película de Sapir no tenga algo que se le parezca, si hay interesantes predecesoras que deberían verse dentro de la moderna primera década del siglo XXI. Son los casos de la genial El aura del fallecido Fabián Bielinsky, la interesante y muy bien lograda visualmente XXY de Lucía Puenzo, la provocadora e independiente TL-1: Mi reino por un platillo volador de Tetsuo Lumière o más que agradables películas como Tiempo de valientes de Damián Szifron o Derecho de familia de Daniel Burman.
Pero pese a las pocas excepciones a la regla no es totalmente descabellado pensar que el cine argentino se encuentre en dificultades creativas, y más aun luego de la muerte de Bielinsky en 2006, quien para muchos era el realizador con mayor proyección a futuro. Pero las esperanzas nunca se pierden y queda demostrado que jóvenes como Sapir pueden crear cosas diferentes, creativas, completamente artísticas, y de un nivel visual cercano al del primer mundo.
La antena es un film de sumo interés, de un sólido guión escrito por Sapir, quien crea un mundo fantástico y personajes cautivantes para lograr una muy buena película, que resalta en diversos aspectos técnicos como la cuidada fotografía en blanco y negro de Cristian Cottet, la dirección artística de Daniel Gimenberg o la fenomenal música de Leo Sujatovich, quién logra decorar de manera magistral cada escena a lo largo del film.
La película trata acerca de la población de una ciudad que se ha quedado sin voz, y de cómo el Sr. TV (interpretado por Alejandro Urdapilleta), un magnate dueño del único canal de televisión, domina a toda la gente con las imágenes que expone en la pantalla, con las cuales termina hipnotizándolos para que también adquieran todos los productos que su compañía ofrece. Tales imágenes televisivas funcionan gracias a una máquina que es activada gracias al canto de la única mujer (Florencia Raggi) del sitio que aun tenía el don del habla. A todo esto, el siniestro plan del Sr. TV será apoderarse de cada una de las almas de las personas del lugar.
Pero un empleado del canal (Rafael Ferro) se da cuenta que la dama es secuestrada y con la ayuda de su hija y su ex esposa intentará disolver los planes del malhechor al descubrir que el hijo de la raptada también podía hablar, y al cual si lleva a la antena que se encuentra en las afueras de la ciudad podría hacer retornar la voz y la prosperidad en la multitud y así derrocar al imperio del Sr. TV.
A lo largo del film, se puede destacar un constante homenaje al cine mudo, especialmente a clásicos como Le voyage dans la lune de Georges Méliès y Metropolis de Fritz Lang, en una película que es muda en casi su totalidad. Por otro lado, se pueden vislumbrar importantes influencias que pueda haber recibido Sapir tanto de diversos comics clásicos norteamericanos, como del cine soviético -especialmente de Sergei Eisenstein- o de importantes exponentes del expresionismo alemán como Friedrich Murnau y Lang; o también de la estética que caracteriza a realizadores contemporáneos como Terry Gilliam y principalmente Tim Burton.
En fin, hay que decir que La antena es una obra que propone algo diferente, desde lo excéntrico de sus personajes hasta su exquisitez visual enmarcada en un bello mundo de fantasía que los tendrá expectantes un poco más de hora y media que dura el film, el cual demuestra con creces que en Argentina no todo esta perdido y que se pueden realizar grandes películas como esta.

lunes, 11 de febrero de 2008

Granos

Estábamos en un sitio lleno de luz, rodeados de cerámicas blancas, arriba de un mueble de madera, más precisamente en un gran balde de porcelana decorada con bellos cuadrilles escoceses.
Éramos yo y mi amada amontonados por un montón de seres de nuestra especie dentro de ese asfixiante sitio. La cápsula que nos evitaba ver la luz se habría cada tanto, pero hoy sentíamos que iba a ser nuestro día. El día de huir de ahí, de huir a otro lugar que aún no conocíamos, ya que todos lo que se fueron nunca habían vuelto y nunca más supimos acerca de ellos.
Pero al fin llegó el día. El mutante de aspecto femenino, jamás olvidaré lo bella que se veía con su delantal, levantó el techo de nuestro hogar, o mejor dicho de nuestra prisión.
De pronto nos encontramos sobre un enorme artefacto de metal que ella sostenía con dos de sus dedos. El vértigo era enorme, pero la emoción de lo desconocido y fuera de lo común alteraba todos los factores internos de mi ser.
A los escasos segundos, me di cuenta que nos encontrábamos muy arriba, estábamos casi por tocar el brillante cielo rodeado de uniformes estrellas en sus extremos. Para que se den una idea, sentí la sensación de estar a punto de saltar de un altísimo trampolín cuando vi lo que nos deparaba ahí abajo.
Arriba de la superficie y debajo de todos nosotros se encontraba una enorme olla roja con un aro que se ubicaba en su exterior, mientras que resaltaban impecables dibujos de casitas y carrozas del siglo XVIII alrededor de sus 360 grados.
Reiteradas veces le dije a mi amada que no entendía lo que sucedía, pero ella debido al pánico que causó la situación, ya se encontraba desmayada como muchos de los que no entendíamos a donde íbamos a ir, lo cual por la cercanía parecía que era esa olla llena de ese enorme océano oscuro que nos acercaba su intenso vapor y su aroma tropical.
De a poco todo se iba tornando mas negro, ya mi audacia se había transformado en locura, mis ojos se iban cerrando y todo lo dulce de mi ser se iba amargando cada vez que fraccionaban las milésimas de segundo.
Al principio, ya por el calor que iba sintiendo, me empezaron a perseguir las leyendas que me contaba mi abuela acerca de que los de nuestra especie se transformaban en caramelo cuando llegábamos a un determinado punto de calor en nuestro cuerpo. Pero eso no sucedió.
De pronto ese gigante elemento de metal en el que nos encontrábamos empezó a moverse, y por lo tanto todos nosotros empezamos a flotar en el aire como polvo de estrellas. Era una mezcla entre volar y lanzarse de un paracaídas, pero en realidad no lo sé, ese diminuto espacio de tiempo fue increíble, quizás lo mejor que me haya pasado en la vida.
Después de todo eso sentí un calor tan inmenso como si hubiera accedido al centro del sol. Lo que sucedió luego, no lo recuerdo, ni tampoco creo que algún día se los pueda llegar a contar.



*Creado en 2006